El ciclo de encuentros "El mundo que queremos" dedicará hoy su tercera jornada al valor de la memoria, a través de un debate que tendrá lugar en el Espacio Cultural CajaCanarias y que estará protagonizado por Celia Fernández Prieto, profesora de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Córdoba, y Anna Caballé, directora de la Unidad de Estudios Biográficos de la Universidad de Barcelona.

El diálogo de las dos filólogas invitadas a esta cita comenzará a partir de las 20:00 horas, y estará moderado por el periodista y novelista Fernando Delgado.

Celia Fernández Prieto ha centrado sus trabajos en la teoría de la narración, las relaciones entre la historia y la novela y el análisis teórico-crítico de los textos autobiográficos, temas sobre los que ha publicado cerca de un centenar de artículos en distintas revistas.

Por su parte, las principales líneas de investigación de Anna Caballé Masforroll son el estudio de la escritura autobiográfica y el análisis de la figura y la obra de las escritoras españolas e hispanoamericanas.

Una de esas autoras, Soledad Puértolas, protagonizó la sesión de anoche, en la que tuvo un recuerdo para Ana María Matute, premio Cervantes 2010, cuya novela "Olvidado Rey Gudú" puso como ejemplo de invención literaria que contiene pistas acerca de la experiencia personal del autor.

Acompañada por los también escritores Juan Cruz y Fernando Delgado, Puértolas dijo que la novela tiene la misión de revelar lo que está bajo de la superficie, ya que lo que emerge a la opinión pública a través de la prensa es sólo la punta del iceberg de una realidad más amplia y compleja. "La novela es precisamente lo que está debajo", remarcó la autora de "Queda la noche".

La escritora zaragozana convino con sus interlocutores en que el lector, en cierto modo, "reescribe el libro que está leyendo". Por eso, señaló que la narración de las vidas ajenas no le resulta, en sí, atractiva ("no me interesa, de hecho ya tengo mis propios problemas e inquietudes"); sin embargo, matizó que la literatura puede volver seductora esa experiencia de los demás y hacer que ella se sienta personalmente implicada. "A mí me tienen que engañar un poco", reconoció en este sentido.

Esa seducción de la literatura, concluyó, consiste en "envolver en nuevas las palabras gastadas y los tópicos" y "saber envolver los problemas fundamentales de la existencia en el tiempo mágico de la narración".