Que se sepa, las fronteras que fijaron los guanches para dividir sus nueve menceyatos en Tenerife jamás separaron el barranco Agua de Dios o De Milán en la linde que se estableció mucho después para diferenciar Tegueste de Tejina (La Laguna) cortando este cauce a la mitad. Lo que no hicieron los aborígenes, ni la naturaleza, ni la importancia arqueológica, etnográfica, cultural y natural en esta impresionante cuenca sí ha hecho el Cabildo tinerfeño con su declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) de la parte del barranco que corresponde sólo a la Villa teguestera, obviando el resto de la depresión hasta el mar.

Algo tan incomprensible movilizó hace un año a un grupo de vecinos de Tejina, en su mayoría jóvenes que se dedican al senderismo y el salto del pastor, a tratar de implicar al Ayuntamiento lagunero y convencer a la Administración insular de que corrija tamaña incongruencia, sobre todo por los perjuicios para la conservación y difusión de los numerosos y ricos yacimientos arqueológicos presentes, que, como en otros muchos casos en la Isla, han sufrido innumerables expolios.

Pese a su loable iniciativa, estos residentes concienciados siguen esperando y el barranco continúa con su indefensión legal y su exposición a los "cazahuesos", buscadores de restos de cerámica y concheros, sin olvidar los estragos de las aguas negras de la ladera situada junto a la mayoría de casas.

José Ramón Cairós es uno de esos jóvenes promotores de la ampliación del BIC con categoría de zona arqueológica. El pasado jueves acompañó a EL DÍA a un tramo del barranco con diversas grutas, en las que, tanto dentro como en sus alrededores, aún es fácil toparse con restos de cerámica. Cairós asegura que hay otras cuevas habitación con restos humanos y que la pared menos explorada esconde tesoros que no se puede ni cuantificar ni cualificar, si bien "todos los historiadores y expertos que han accedido al barranco sostienen que es uno de los más ricos de la Isla desde el punto de vista arqueológico".

De hecho, señala que, hace años, recogió una piedra molino y otras piezas para que se exhibieran en un centro docente de la zona por temor a que, "como ha ocurrido con concheros, trozos de cerámica aborigen y muchos huesos", acabase en manos privadas o sirviendo para juegos infantiles.

Estos vecinos le plantearon el año pasado a la edil de Patrimonio de La Laguna, Cruci Díaz, la conveniencia de instar al Cabildo a que amplíe el BIC y proteja estos valores históricos y de identidad canaria. Sin embargo, el consistorio no ha hecho nada aún y Cairós y otros vecinos han perdido bastante la esperanza de que se estudie a fondo, difunda y conserve un área con yacimientos que considera muy relevantes. Tanto, que cree incomprensible "cómo en Gran Canaria se habilitan múltiples sitios y centros de interpretación ante lugares similares y aquí ocurre esto, con un BIC cercenado por la mitad sin ningún sentido".

A su juicio, una de las claves de esta situación radica en el nuevo cementerio de Tejina, que se habilitará en pleno cauce del barranco y para el que ya se ha ejecutado la vía de acceso necesaria. A su vez, teme que el PGO también impida la protección por otras carreteras.

La concejal del área indicó a EL DÍA que la propuesta que le hicieron hace un año la concibió un poco de manera informal, si bien subraya su disposición a propiciar que se elabore el pertinente estudio técnico que acredite la importancia arqueológica de este amplio tramo del barranco y, en consecuencia, actuar ante el Cabildo.

En el documento que los vecinos le entregaron, y aparte de aclarar que el barranco tiene 4,5 kilómetros de largo y que surge de la unión del de Pedro Álvarez y el de Los Nuñez, se subraya la gran amplitud del cauce y la presencia de especies endémicas como la tabaiba dulce y amarga, el cardón, los bejeques, váhalo, vinagrera y las palmeras canarias. También se cuenta con el sauce de las Islas y el pico de paloma, dos de las especies más amenazadas en Canarias y que, en el segundo caso, sólo se conserva en la costa de El Sauzal y Anaga. La acción del hombre, con la introducción de especies foráneas (zarzas, cañizos, rabos de gato...) o el uso de herbicidas y pesticidas tóxicos, pone en peligro esta riqueza, sin olvidar la creación de casas, huertas, vías y los vertidos incontrolados.

Asimismo, se alude al gran número de animales autóctonos (cernícalo, búho chico canario, ratonero, murciélago orejudo, anfibios, arácnidos e insectos) que conforman un rico y variado ecosistema. Y, por supuesto, su importancia histórica, al ser uno de los barrancos más poblados por los guanches (disponían de casi todo sin necesidad de recorrer grandes distancias) en uno de los menceyatos (Tegueste) que, precisamente por el número de aborígenes, fue de los que más resistieron la invasión y genocidio castellano.