Uno de los descubridores del agujero de la capa de ozono y premio Nobel de Química de 1995, Paul Crutzen, se muestra pesimista y asegura que este año ha vuelto a crecer a pesar de que en los últimos tiempos se estaba reduciendo.

Tras impartir en Córdoba una conferencia sobre la composición atmosférica dentro del Congreso que celebra la Sociedad Europea de Satélites Meteorológicos (Eumesat), Crutzen explica que, a pesar de que se cortó la emisión de fluorocarbonos, sus efectos atmosféricos permanecerán al menos 50 años.

Crutzen, que encontró a principios de los 70 las primeras evidencias del ciclo de destrucción del ozono antártico, señala que el hecho de que ahora no se hable tanto del agujero de la capa "es porque simplemente fue un tema que tuvo su éxito", pero "el problema sigue existiendo".

Sobre el Protocolo de Kioto firmado a finales de 1997 para la reducción de emisiones de gases, el Premio Nobel de Química considera que sus objetivos no se cumplirán y que "son sólo buenos deseos".

En la Patagonia

El primer episodio de este año de agujero de la capa de ozono sobre Ushuaia, en la patagonia argentina, se detectó el 17 de septiembre, según Alberto Redondas, investigador del Centro de Investigación Atmosférica de Izaña, en Tenerife.

Lo importante de que la capa de ozono llegue a Ushuaia es que se trata de una ciudad muy poblada, con unos 50.000 residentes, más los miles de turistas que cada año viajan a la Patagonia argentina.

Lo habitual es que el agujero de la capa de ozono sobre la Antártida comience a finales de agosto, cuando es primavera en el hemisferio sur, para llegar a su máximo a mediados de octubre, mientras que a finales de diciembre se recupera.