EL PRESIDENTE del Gobierno ha realizado estos días un ejercicio más de ocultación de la realidad. No debería sorprendernos, ya que es lo que lleva haciendo años. Sin duda, lo que nos duele a los ciudadanos es que nos tome por tontos, por desinformados, por incautos. En las últimas horas, Zapatero se ha referido a dos asuntos cruciales: el paro y el crecimiento económico. El primero lo abordó en la cumbre de Oslo; el segundo, en el Senado.

Decía el presidente en Oslo, ante un foro que no daba crédito a lo que oía, que ponía a España como laboratorio por su impresionante número de parados y que había descubierto que un parado que se está formando no es un parado, sino que está trabajando para su país. Y, en realidad, para las estadísticas desde febrero de 2007, siendo ministro de Trabajo Caldera, efectivamente se sacan de las listas del paro registrado a los desempleados en formación. El maquillaje de las cifras hace que oficialmente, según ese registro, haya en España casi 600.000 parados menos. Ahora nos hemos enterado de que para ese menester que eufemísticamente se llama "políticas activas de empleo" se han gastado desde 2004 unos 15.000 millones de euros. Cursos de formación que a la vista de los resultados podemos decir que han sido un esfuerzo y un dinero que se ha tirado a la basura. El paro en España es en este momento, según las estadísticas que maneja Bruselas y según la EPA, del 20,3%, y no se ve el fin.

La segunda falacia de Zapatero en las últimas horas la ha pronunciado en el Senado a preguntas del portavoz popular, Pío García Escudero. Para el presidente, España no está ya en recesión; crece, aunque débilmente, y el que diga lo contrario miente. El problema es que minutos antes la Comisión Europea había dicho que España junto a Grecia será el único país que acabará este año con decrecimiento y con un desempleo que no mejorará. La culpa principal de este desaguisado: la subida del IVA y el déficit público. El gran problema de España es la desconfianza, la que genera un presidente del Gobierno que difícilmente puede dar soluciones a los problemas si se empeña en negarlos. Es obvio que hace tiempo que Zapatero no es la solución, sino el problema.