Una orden judicial abrió ayer la puerta de su casa a Juan Francisco Marrero, un gran dependiente que el 6 de julio tuvo que salir del hogar familiar después de que su mujer lo denunciara "por agarrarla por los pelos y arrastrarla por la casa". Sin embargo, la Audiencia Provincial de Santa Cruz ha revocado la orden de alejamiento y ha obligado a la ex mujer de Marrero a abrirle la puerta de la casa, cuya hipoteca abona íntegramente este vecino de Añaza. Pese a la victoria judicial de Juan Francisco Marrero se ha visto envuelto en nuevas dificultades después de que su ex pareja entregara a la policía armas -Marrero asegura que sólo posee armas dos escopetas de balines y una pistola de fogueo-, aunque ella entregó otra arma que podría ser de muinicón real, que Francisco no reconoce.

Cuatro efectivos de la Policía Local de Santa Cruz estuvieron más de dos horas, en la tarde de ayer, dialogando con la mujer, que se encontraba dentro de la vivienda, María Mercedes Hernández, que se negaba a dejar entrar a su ex marido.

Pero tanto Ana Galván, abogada de Marrero, como la Policía portaban la orden que permitía comparecer con un cerrajero para abrir la puerta. La mujer no cedía y buscó un argumento. Dijo a los policías que su ex marido tenía armas de fuego y pensaba denunciarlo por miedo a que le hiciera daño.

Con su hijo menor

Durante dos horas, desde las 18:00 hasta las 20:00 horas, los cuatro agentes de la Policía dialogaron con la ocupante del domicilio, que, por fin, entregó la llave del piso para que se hiciera una copia. Mientras, Marrero permanecía en la calle, junto a su hijo menor, que fue expulsado de su casa por su madre el día en que cumplió 18 años, el 4 de agosto, debido a que testificó a favor de su padre, tetrapléjico hace siete años, después de sufrir un grave accidente laboral, cuando trabajaba en la BMW.

Otra de las artimañas que utilizó la mujer para disuadir a su ex marido fue cerrar con llave el dormitorio grande, en el que se encuentra el baño adaptado para las personas con discapacidad. Alega que ella tiene allí sus pertenencias y que en esa habitación no puede entrar nadie.

A las 21:00 horas, Marrero aún no había entrado en su casa. La Policía le aconsejó bajar a la Comisaría de Tres de Mayo para aclarar la tenencia de armas. En ese lugar no funcionaba la única silla que existe para subir a minusválidos y tuvo que soportar el traslado a pulso por cuatro personas.

Para colmo, en esa comisaría no se encargaron de su caso, sino que lo trasladaron a la de Pérez de Ayala.