La educación sexual se abre paso a trompicones en Filipinas pese a la férrea oposición de la Iglesia católica en un país amenazado por la superpoblación y la expansión de las enfermedades venéreas.

Con polémica de por medio y demandas judiciales que persiguen que se prohíba la enseñanza sexual, el Ministerio de Educación navega sobre turbulentas aguas con la finalidad de que estudiantes de más de 150 escuelas de todo el país reciban información acerca de cómo pueden prevenir los embarazos indeseados y también contribuir a frenar la incidencia de las enfermedades de transmisión sexual.

El programa, que recibe financiación de Naciones Unidas, es una vieja aspiración de muchos políticos filipinos, pero ningún gobierno se había atrevido hasta ahora a desafiar a la poderosa Iglesia, en un país donde el 80% de la población se declara católica.

Los tribunales desestimaron hace dos semanas una denuncia contra la ley presentada por una treintena de padres.

El argumento más frecuente esgrimido por los detractores es que vulnera el derecho de los padres a elegir los valores morales que transmiten a sus hijos.

La ministra de Educación saliente, Mona Valisno, aprobó este proyecto educativo antes de dejar el cargo tras el cambio de Gobierno del pasado 30 de junio, con el objetivo de dotar a los estudiantes de la información necesaria "para tomar decisiones y elegir" sobre su vida sexual.

El Ministerio de Sanidad alertó la semana pasada del aumento de casos positivos en el país, con 809 nuevas infecciones detectadas en los primeros meses del año, frente a los 829 casos detectados en 2009.