MI COMPAÑERO de oficio y de columna Andrés Chaves, en un reciente artículo titulado "Una hermosa estampa", se refiere a la ballena calderón aparecida en el sur de Tenerife y reproducida en una fotografía que publica este diario. El pez llevaba en su boca una cría de la misma especie que había muerto y que las hembras de esta especie marina suelen transportar de esta forma, al parecer, hasta que el animal muerto desaparece. La extrañeza está en que esa práctica innata la suelen efectuar sólo las hembras, pero, en este caso, fue un macho el que la llevó a cabo, posiblemente, porque no había hembras que la hicieran.

Es indudable que, en esas especies, como en otras tal cual los delfines, los ejemplares demuestran una sensibilidad casi humana, de la que carecen, incluso, algunos seres humanos y ahí está, como negativo ejemplo, esa violencia machista incomprensible para muchos. Dice Chaves, y puede tener razón, que se imagina el dolor de los cetáceos al perder un hijo y añade que, posiblemente, el animal puede sufrir un dolor tan grande como el de los seres humanos, dolor que les hace llevar el cadáver del ser querido consigo hasta que se deshace en el mar. Durante esos días, añade el periodista, los padres no ingieren alimentos y pasean su sufrimiento por las aguas.

Recuerda el compañero que, hace años, tuvo ocasión de ver de cerca una colonia de ballenas calderón. Lo acompañaba don Wolfgang Kiessling,creador y propietario de esa atracción incomparable del Puerto de la Cruz que es el Loro Parque, y un amigo ya fallecido. Cuenta Chaves que el señor Kiessling se lanzó al agua y nadó entre las ballenas, que jugaron con él. Otras veces, cuenta el periodista, ha acariciado a los delfines del Loro Parque, los cuales tienen mucho de humanos. Concuerdo plenamente con el compañero después de ver delfines, no sólo en esta isla, sino en Disney World, en Estados Unidos, y en otros lugares. Dicen los criadores que los delfines demuestran el cariño de un perro y, en muchos aspectos, se comportan tal cual.

Precisamente, hace unos días, expertos del Loro Parque hicieron una demostración ante los niños que reciben tratamiento en el Hospital Universitario de Canarias, otro gesto generoso de los muchos que prodiga el señor Kiessling, a quien conocí personalmente durante un acto de entrega de premios en el hotel Tigaiga del Puerto de la Cruz, propiedad de mi muy querido e inolvidable amigo, el malogrado Enrique Talg. Ese establecimiento hotelero es el que más premios ha ganado en toda Canarias. En esta ocasión elogié al fundador del Loro Parque y agradecí su obra que tanto prestigio ha dado a la ciudad del Puerto de la Cruz y a toda la isla de Tenerife.