DICE la consejera de Educación, Milagros Luis Brito, que se necesita un cambio radical y la implicación de todas las partes. El presidente, Paulino Rivero, sostiene que hay que recuperar la cultura del esfuerzo. El presidente tiene razón. La consejera, también. En parte, pero también. Ya es un paso, nada pequeño, saber lo que se necesita o lo que se tiene que hacer. Los resultados de las pruebas de Evaluación de Diagnóstico realizadas por los alumnos de 4º de Primaria no nos dejan en buen lugar, por eso me congratulo de que ya se tengan tan claros los remedios.

A uno, que está dentro, le da la impresión de que unas veces estamos contratando electricistas para que nos hagan la fontanería y otras es como si encargáramos al panadero que nos surtiera de carne o pescado. Puede que, en el disparate -así es la vida- alguna vez se alcance el éxito, pero no deja de ser carambola.

El presidente es consciente de que el esfuerzo es el pilar fundamental en el que se ha de apoyar el noventa y nueve por ciento de cuanto se convierte en logro, y es palpable que el sudor a muchos sólo les brota los días de calima.

A Paulino Rivero se le podrán achacar muchas cosas, no lo sé, pero cuando habla de esforzarse o de trabajar lo puede hacer incluso con la otra autoridad, la que no va con el cargo. La del ejemplo. Sólo falta saber quién le pone el cascabel al gato. Veamos: Canarias encabeza el ranking de paro, algo que no nos debe extrañar tanto. Tenemos que tener en cuenta que este equipo lo forman -puede que a partes iguales- unos, los parados y, otros, los quietos. Unos que andan desazonados buscando un curre que les devuelva la alegría, y otros que no se mueven ni para ponerse las cholas. Yo me pregunto muchas veces qué harán esos tipos -al menos yo sólo he visto masculinos y en manadas- que da igual el día que sea, incluso fines de semana, sentados o apoyados en la pared de un chiringuito medio camuflado, antes incluso de las ocho de la mañana. No me lo explico. ¿Para qué madrugan? ¿De qué coño hablan? Si es que siempre están los mismos, con las mismas caras, las mismas ropas, la misma… apatía. ¿De qué viven? Pobre pensión de la viejita… Y además con cantera. No sé, presidente, quién será capaz de inculcarles la cultura del esfuerzo.

La consejera habla de un cambio radical y de la implicación de todas las partes. Tiene razón en lo segundo y sólo parte en lo primero. Porque hay muchas cosas que funcionan. Y que funcionan muy bien. Hay muchos profesionales de la educación que además lo hacen con alegría y con ganas. Que están por vocación. Y que se sienten unas veces desamparados y otras muy solos. Y el desamparo procede de la propia consejería de Educación. Y la soledad viene a ser un daño colateral. Es duro aparecer cada mañana con buena cara porque sabes que los niños se quedan con esa impresión todo el día y no es cuestión de fastidiárselo. No tenemos derecho a mostrar cabreo ni a dar rienda suelta a nuestras iras. Por eso también es duro ser maestro.

La ingratitud habitual que padece la profesión no puede jamás llegarnos desde los que nos dirigen y gobiernan y, aunque se haga sin intención, nos pega y nos pega duro, en forma de supresión de grupos, de ratios elevadas (demasiados alumnos por grupo si comparamos con otras Comunidades), escasez de los dineros que llegan a los centros públicos para funcionamiento, la cobertura de las bajas del profesorado… En todo esto, "querida Milagros", sí habrá que hacer un cambio radical. El profesorado necesita saber que usted y su equipo están de esta parte, y no se opone a que se le exija, pero siempre y cuando también se le dé. Permítame recordarle, porque es una conclusión generalizada en cualquier claustro de cualquier parte de la isla o del mundo, que la principal medida, la más rentable, la más eficaz... contra el fracaso escolar, es la de tener las aulas con pocos alumnos. Como ocurre, por ejemplo, en Finlandia, país destacado en éxitos por el informe PISA. Casualmente, el mismo sitio en el que los maestros son considerados socialmente por encima de los médicos o los jueces y reconocidos salarialmente con sueldos que casi doblan los de aquí, además de muchas otras cosas (auxiliares por aula, psicólogos por centro, pedagogos…). Igualito que aquí.

La manta de la crisis no puede tapar estas necesidades. El presupuesto en Educación no se puede reducir. Porque de la calidad de la enseñanza depende el futuro de nuestros hijos, de nuestra tierra y de nuestra gente y puede ser el momento propicio para aprovecharlo como una oportunidad para fomentar la formación e implicar a padres, profesores y alumnos. Para acercar los centros a la sociedad.

El CEIP Mª Rosa Alonso de Tacoronte tiene colgado en You Tube un vídeo (Lib Dup) que en sólo 7 días lleva ya más de diez mil visitas y que está recorriendo el mundo generando sensaciones entre los que lo ven, nunca tan apetecibles como en estos tiempos. Les animo a que le echen un vistazo. Sobre todo a los educadores. Son cuatro minutos en una sola toma que muestran lo mucho que se puede hacer cuando hay ganas de trabajar, ilusión, vocación y generosidad en el esfuerzo. Felicito a toda la Comunidad escolar del colegio y a cuantos se han sentido identificados con los mensajes que desprende, de forma especial a Juan Jesús y a Taida. Gracias, compañeros.

Feliz domingo. Por cierto, soy el mismo que el peludo de hace quince días. Mi madre dice que es mejor así: "arregladito".

adebernar@yahoo.es