El comité de empresa de los trabajadores del Hogar Sagrada Familia, antigua Casa Cuna, liberó hace tres años al sindicalista J. C. G. para que no asistiera a trabajar al Hogar Sagrada Familia, pero se volvió a incorporar a su puesto el pasado mes de diciembre.

Fuentes de los trabajadores aseguraron ayer a este periódico que el comité de empresa adoptó esta determinación después de detectar "conductas inadecuadas" con los menores, que se concretan -según explicaron- en mantener excesiva confianza con ellos, hacerles regalos y favores o crear ciertos apegos con los pequeños, aspectos que no están contemplados en el régimen interno y en la praxis de este hogar.

J. C. G. permaneció 20 años afiliado a UGT, sindicato del que se fue hace tres años, para entrar a formar parte del actual. Nada más incorporarse, el comité le liberó, hasta que en diciembre de 2009 volvió a trabajar a las dependencias del Hogar Sagrada Familia.

El pasado mes de enero se formalizó la primera de las denuncias, por parte de un joven mayor de edad, que estuvo en su infancia en ese centro infantil.

Las mismas fuentes precisaron que, a pesar de todo (en relación a esas "conductas inadecuadas"), nadie tenía conocimiento de que estuviera abusando de los niños y señalan que, si ocurrió, tuvo que ser fuera del centro.

Asimismo, pusieron de manifiesto que se trata de una persona pronta a realizar favores a los trabajadores, conocedor de los derechos laborales y muy entregado al sindicalismo.

Difícil de demostrar

En su opinión, va a ser difícil demostrar si hubo "abuso" en las presuntas relaciones que habría mantenido con algunos menores.

Este periódico también contactó con personas que han conocido a J.C.G. en el desarrollo de su trabajo profesional y coinciden en que nunca se sospechó de que estuvieran ocurriendo "estas cosas" allí, aunque también afirman que ahora es imposible que sucedan hechos semejantes sin que se supieran en al momento.

En este sentido, recuerdan que el Hogar Sagrada Familia está distribuido en cuatro minirresidencias, independientes, donde los niños viven en pequeños grupos, con un buen número de educadores en cada turno, que se encargan de su formación integral.

Matizan que este centro no tiene nada que ver con la antigua Casa Cuna de Santa Cruz, que era el orfanato de la isla, donde llegaron a vivir hasta 600 menores de edad al mismo tiempo, con poco personal para poder atenderlos.