NOS DUELE Tenerife y nos duele Canarias. Nos duele Tenerife porque los dirigentes políticos de esta Isla no la han sabido defender frente a la rapiña de los canariones. Criticamos a los dirigentes políticos de la tercera isla, no a su pueblo, al que le han insuflado una "grancanariedad" que, amén de no ser real sino engañadora, constituye una dificultad añadida para que este Archipiélago recobre su libertad; es decir, para que estas Islas vuelvan a ser la tierra afortunada antes de que los españoles pusieran sus pies en ellas. Nunca mejor dicho: sus pies y las patas de sus caballos avasalladores. Por eso decimos que también nos duele Canarias.

Día a día aumentan las familias isleñas que pasan hambre. ¿Qué hacen entre tanto los políticos canarios, especialmente aquellos que se proclaman nacionalistas? Hemos de referirnos a los nacionalistas porque de los que militan en los partidos estatalistas, el PP y el PSOE, poco o nada podemos esperar. ¿Qué aportación pueden proporcionarnos a los canarios para que recuperemos nuestra libertad, y con ella obtengamos también la dignidad y la identidad que nos corresponden, dos partidos que reciben órdenes de Madrid y que, para más inri, tienen sus sedes regionales en Las Palmas? Nada. Votar por el PP o el PSOE es votar por que se perpetúe nuestra situación colonial. Lo cual no significa otra cosa que votar por la esclavitud, si no física, sí administrativa. Y también votar por la permanencia de la amenaza anexionista de Marruecos. Amenaza que no durará siempre, pues en el momento menos pensado el Gobierno de Rabat declarará que incorpora Canarias a su Administración política. En pocas palabras, de la noche a la mañana pasaremos a ser una provincia marroquí. Quizás, si tenemos suerte, con una amplia autonomía, pero provincia marroquí con todas las de la ley.

Nos queda CC como fuerza más representativa en las Islas. ¿Podemos esperar algo de CC? Cabe suponer que sí, pues al tratarse de un partido nacionalista su obligación debería ser la lucha sin cuartel, aunque siempre empleando medios pacíficos, para que su nación se constituya en Estado soberano con asiento y bandera en los foros internacionales. ¿Están obrando así los miembros de CC? Decididamente, no. Podemos salvar a dos o tres cuyos nombres hemos citado en numerosas ocasiones, pero los demás han actuado movidos sólo por sus intereses políticos. Basta ver lo que están haciendo en Madrid la señora Oramas y el señor Perestelo. Nada, salvo jugar a la política pura. Nada, lo repetimos, excepto darle motivos a los peninsulares para que se rían de ellos.

Por si fuera poco, los nacionalistas canarios llevan mucho tiempo entregándose sumisamente a Las Palmas. Esa ha sido la política imperante en CC desde la época de Manuel Hermoso y Adán Martín. El resultado, un auténtico fracaso. En la tercera isla no los quieren porque Las Palmas tiene sus propios políticos. Al contrario de lo que ocurre en Tenerife, allí cuentan con personas comprometidas en la defensa de su isla; políticos sagaces que no dejan pasar una. En cambio, los políticos tinerfeños son miedicas capaces de las mayores humillaciones con tal de que no les pongan mala cara apenas llegan a Gando o al puerto de la Luz. Los dirigentes canariones piensan en su "gran" capital y en su pueblo. Los políticos tinerfeños, lo repetimos, sólo piensan en estar bien ellos. Anden mis bolsillos llenos, ríanse los demás.

Algunos en CC se reirán de nosotros cuando les pronosticamos el fracaso electoral que les espera si no abrazan el único ideario digno de ser ostentado por un partido nacionalista: la consecución de la independencia. Y si la palabra independencia les da miedo, que hablen de soberanía, como les sugerimos hace unos días, pero que no incurran ni una vez más en la ignominia de decir que somos una comunidad autónoma española porque no lo somos. Ni mucho menos europeos ultraperiféricos, lo cual es igual de vergonzoso, e incluso más. Algunos se reirán, como decimos, pero no nos importa. Bien dice el refrán que quien ríe el último, ríe más fuerte. Aunque no hay lugar para alegrías cuando, y volvemos al principio de este comentario, nos duelen y nos apenan tanto Tenerife y Canarias.