Toda ciudad que se precie cuenta en su pasado con leyendas urbanas, esas historias que se transmiten de generación en generación sin que casi nunca se llegue a confirmar su veracidad. Una de las más recurrentes en relación a Santa Cruz de Tenerife es la que afirma que el subsuelo de la capital tinerfeña está horadado y recorrido por túneles que llegarían hasta el mar.

EL DÍA ha intentado comprobar cómo son esas oquedades y ha contactado con expertos en la materia. Para algunos, "no tiene ninguna importancia conocer los tubos volcánicos, que son tan normales en la formación de nuestra isla", tal y como señaló el vulcanólogo tinerfeño Nemesio Pérez.

Otras voces, como Luis Hernández Gutiérrez, jefe de sección de Geotecnia de la Consejería de Obras Públicas del Gobierno canario, manifestó que se tiene conocimiento de que uno de los grandes tubos volcánicos que atraviesa el subsuelo de Santa Cruz puede medir alrededor de dos kilómetros y pertenece a la colada basáltica de la serie tres, la más reciente en la formación de Tenerife.

Este geólogo apuntó que nunca se ha podido recorrer en su integridad porque está tapado en varias zonas debido a la cimentación de edificios.

En opinión del experto, "este tubo volcánico puede partir a la altura del Campus de Guajara y baja por La Cuesta, para seguir por La Cruz del Señor (a la altura de la Cervecera) y recorre el parque La Granja, la calle Benito Pérez Armas, las inmediaciones de la avenida Tres de Mayo, por la antigua calle 70 (actual Álvaro Rodríguez López), hasta llegar al mar", detalló Luis Hernández Gutiérrez.

El geólogo precisó que se conoce este recorrido "porque la oquedad ha aparecido en las obras de este trayecto y siempre ha sido motivo de una paralización puntual de las mismas, como ha sucedido, recientemente, en la construcción de la nueva Facultad de Bellas Artes, en Guajara", explicó el experto.

Igual sucedió en el edificio de viviendas de Ferrovial, en la avenida Reyes Católicos o en el centro comercial de Carrefour, "donde aparecieron múltiples tubos volcánicos que obligaron a cambiar la cimentación de este edificio".

Hernández Gutiérrez precisó que su composición "son lavas Pahoe-Hooe, fáciles de reconocer y muy abundantes en Tenerife".

Este experto aclaró la incógnita de porqué se sabe muy poco de este tubo que recorre el subsuelo de la capital en forma serpenteante.

"En Canarias no existen las técnicas adecuadas para detectar la continuidad de los tubos volcánicos, sólo tenemos las que permiten la detección puntual de ese tubo", explicó Luis Hernández, quien precisó que en Canarias "no tenemos el geo rádar (un equipo muy caro que necesita especialistas para su interpretación)".

Aseguró que, cuando aparece una obra complicada en Canarias "se trae de fuera el geo radar".

El técnico de Obras Públicas puso de manifiesto que los sondeos convencionales que se realizan en las Islas para el estudio del subsuselo "son con extracción continua de testigos, que permiten conocer la textura de la roca y dejan ver que puede tener tubos volcánicos".

Asimismo, adelantó que su departamento ha realizado "una guía de estudios geotécnicos, que está a punto de ser publicada, en la que han participado los mejores ingenieros de España en materiales volcánicos, la ULL y la Politécnica de Madrid y en ella se explica el procedimiento adecuado para detectar los tubos".

Este geólogo también realizó los sondeos y las prospecciones del Intercambiador de Transportes, en Cabo Llanos "y en la excavación apareció ese gran tubo, detectado por la presencia de las citadas lavas, igual que ocurrió en el túnel de la avenida Tres de Mayo", manifestó.

Precisamente este túnel cerró el tubo volcánico. Así lo confirmó Emilio Alsina, que fue director general de Aguas de la Consejería de Obras Públicas en la década de los años 90 del pasado siglo y después viceconsejero de Medio Ambiente del Gobierno canario.

Otra fuente consultada por este periódico, José Antonio Rodríguez Losada, profesor del Departamento de Edafología y Geología de la Universidad de La Laguna (ULL), confirmó que por debajo de Santa Cruz "existe una red de tubos volcánicos de todos los tamaños".

En su opinión, "el mayor peligro que entrañan es, evidentemente, para la construcción, porque es necesario corregir la cimentación de los edificios".

El profesor distinguió entre tubos volcánicos y cuevas, "porque, vulgarmente, ambas cosas se denominan igual".

Asimismo, explicó que a la hora de construir también han aparecido cavernas de guanches, en las que suele haber hallazgos arqueológicos, "motivo por el que se tienen que paralizar instantáneamente las obras", indicó. Esto ocurrió en octubre del año 2005 cuando se encontró un tubo mientras se trabajaba en la cimentación del futuro Centro Social de El Cabo en la avenida de Buenos Aires.

Lo curioso es que estas entrañas de Santa Cruz no figuren en ningún registro oficial. Rodríguez Losada señaló que, a pesar de tratarse de un tema muy interesante, en su departamento no existe ninguna investigación al respecto. El gran tubo bajo Cabo Llanos puede superar los dos kilómetros, pero hay otros muchos de menores dimensiones por todo el subsuelo de la ciudad: son las "tripas" de Santa Cruz.

Las imágenes que acompañan a estas líneas se tomaron en el tubo volcánico utilizado por la Fábrica de Sogas. En ellas se pueden observar las anillas de metal utilizadas para trenzar las sogas y también cuerdas procedentes de esa fábrica, perteneciente a la familia Cruz.