La historia del CD Tenerife está salpicada de partidos como el del domingo en Mestalla, decisivos y con un estadio ajeno como escenario. En general, la lista reúne más alegrías que decepciones.

El caso más cercano corresponde a la penúltima jornada de la campaña pasada, la del ascenso a Primera en Gerona, donde el conjunto de José Luis Oltra ganó con un gol de Dani Kome y eliminó cualquier posibilidad matemática de salir de los tres últimos puestos de la tabla en el cierre del campeonato. Muchos de los integrantes de la actual plantilla pasarán dentro de cinco días una prueba de similar trascendencia. De hecho, Aragoneses, Pablo Sicilia, Luna, Culebras, Juanlu, Richi, Mikel Alonso, Nino, Alfaro, Ayoze, Ángel y el citado Kome jugaron en Montilivi.

El Tenerife también resolvió a domicilio el inesperado objetivo de eludir el descenso a Segunda B en la penúltima fecha de la caótica temporada 2005/2006. Con Bernd Krauss en el banquillo visitante de La Condomina, los canteranos Ángel y Ayoze marcaron para remontar un 2-0 y añadir a la estadística del equipo insular el punto que necesitaba para garantizar la permanencia en la categoría.

Butarque es otro estadio que le brinda recuerdos felices al tinerfeñismo. Después de 41 partidos y de un igualado duelo con el Atlético en las últimas jornadas para ocupar la plaza de ascenso que restaba en la Liga 2001/02, el gol de Hugo Morales en el feudo del Leganés hizo justicia y devolvió al club a la élite. Junto al argentino, Iglesias, Curro, Paz, Lussenhoff, Basavilbaso, Dani, Martí, Torrado, Luis García, Mista, Marioni, Simutenkov, Hidalgo y Caínzos fueron héroes en aquel partido dentro de una plantilla en la que se encontraba el portero Sergio Aragoneses.

Para encontrar otro festejo de la afición blanquiazul con el Tenerife compitiendo lejos de casa, hay que remontarse a mayo de 1996. Los de Jupp Heynckes se presentaron en El Molinón dispuestos a amarrar la segunda clasificación del club para disputar la Copa de la UEFA y no defraudaron. Aguilera y Pinilla marcaron y la Isla salió a la calle para festejar una gesta que dio paso a otras en la competición continental: Tel Aviv, Rotterdam y Copenhague fueron "conquistadas" por el representativo.

La máquina del tiempo también tiene una parada fija en Riazor (1990), estadio en el que el famoso tanto de Eduardo Ramos permitió que la entidad abriera su ciclo más exitoso. El gol decantó una pareja promoción que enfrentó al Tenerife, novato en Primera, con un Deportivo que venía pisando fuerte en Segunda División. Precisamente, esa etapa deparó, cuatro campañas más tarde, noches inolvidables en Europa, aparte de las anteriormente citadas, en los estadios del Auxerre y el Olympiacos, donde salió victorioso el equipo de Jorge Valdano y Ángel Cappa.

Y para que el Tenerife se salvara en La Coruña, un año antes se ganó su derecho a competir en la Liga de las Estrellas en otra final a doble vuelta ante el Betis, en esta ocasión con los blanquiazules, entrenados por Benito Joanet, como aspirantes a relevar a un rival de Primera. Aunque el conjunto tinerfeño metió un pie y medio en la máxima categoría en el choque que se disputó en el Rodríguez López, al imponerse con rotundidad a los verdiblancos, tuvo que esperar a la visita al estadio Benito Villamarín, una tarde de junio, para consumar su segundo ascenso a Primera. El anterior se produjo 27 años antes, y también en campo contrario, concretamente en el recinto en el que jugaba como local el Extremadura, el 30 de abril de 1961. A los de Heriberto Herrera les faltaba un punto para convertirse en campeones del Grupo Sur de la división de Plata y firmaron un 0-0.