El presidente polaco, Lech Kaczynski, y su esposa María, fallecidos este sábado en accidente aéreo, serán enterrados entre reyes en el histórico castillo de Wawel, situado sobre una colina en Cracovia que está considerada como la Acrópolis de Polonia.

Fuentes gubernamentales anunciaron hoy que el matrimonio Kaczynski reposará en la fortaleza de Wawel, comenzada a construir en el siglo IX y que guarda en su castillo y catedral los restos mortales de cerca de una veintena de monarcas polacos de los siglos XIV al XVIII, así como los de numerosas personalidades históricas de este país.

Igualmente las autoridades confirmaron las ceremonias de homenaje en memoria de los 96 fallecidos en el siniestro aéreo de Smolensk, para los que se celebrará el sábado un acto oficial y público al que se espera la asistencia de numerosos estadistas de todo el mundo como los presidentes de EEUU y Rusia, Barack Obama y Dimitri Medvedev, respectivamente.

El ministro y portavoz de la Presidencia polaca, Jacek Sasin, anunció hoy que el funeral conjunto para todas las víctimas de la tragedia se celebrará finalmente el día previsto, pese a que se duda de que todos los cadáveres hayan sido identificados hasta entonces.

Entre tanto, los ciudadanos polacos comenzaron hoy a visitar la capilla ardiente con los féretros de su presidente y su esposa, cuatro días después del siniestro aéreo en Smolensk, que acabó con la vida de 96 personas, muchas de ellas importantes autoridades institucionales.

Miles de personas guardan cola ordenadamente a la puerta del Palacio Presidencial de Varsovia para rendir un último homenaje a la pareja presidencial, ante cuyos féretros se viven escenas conmovedoras de gente que rompe en llanto o se arrodilla para hacer una breve oración.

Las autoridades ya han anunciado que la capilla ardiente, situada en la Sala de Columnas del Palacio Presidencial, se mantendrá abierta toda la noche y también todos los días hasta la ceremonia de homenaje a las víctimas del siniestro este sábado.

A primera hora de la tarde el cardenal Jozef Glemp ofició una misa extraordinaria en la catedral de Varsovia a la que asistieron, entre otros, el presidente en funciones del país, Bronislaw Komorowski, el primer ministro, Donald Tusk, y los ex presidentes Lech Walesa y Aleksander Kwasniiewski.

Anteriormente los miembros de las cámaras alta y baja del parlamento polaco celebraron una ceremonia en memoria de sus compañeros fallecidos en el accidente -15 diputados y 3 senadores-, a la que asistió visiblemente compungido Jaroslaw Kaczynski, líder de la oposición conservadora y hermano gemelo del presidente.

La jornada se inició con la llegada a Varsovia desde Moscú de los restos mortales de la esposa del presidente, Maria Kaczynska, cuyo cuerpo pudo ser identificado gracias a la alianza matrimonial.

Gozaba de una gran popularidad y estima entre los polacos por ser una gran defensora de los derechos de la mujer.

Tras ser recibido con honores militares en el aeropuerto, su cortejo fúnebre hizo el mismo recorrido que su marido hace dos días y fue igualmente homenajeada por miles de polacos que escoltaron los 10 kilómetros de recorrido hasta el Palacio Presidencial bajo una lluvia de flores y aplausos.

Dos horas después se abrió al público la capilla ardiente, donde pueden verse los dos féretros sobre sendos catafalcos, cubiertos por la bandera polaca, adornados con coronas de flores blancas y escoltados por una guardia militar de gala, frente a un pasillo con alfombra roja por el que los ciudadanos pueden circular para rendir honores a la pareja presidencial.

Poco antes y tras la colocación de los féretros sobre los catafalcos, Marta, hija única del matrimonio presidencial, y Jaroslav Kaczynski, fueron los primeros en arrodillarse ante los mismos para ofrecer una breve oración tras besar los ataúdes de la pareja.

La catástrofe se produjo el pasado sábado, cuando se estrelló en la maniobra de aterrizaje en el aeropuerto ruso de Smolensk el avión que trasladaba a la delegación de Kaczysnki a la ceremonia en recuerdo de los mas de 20.000 oficiales y soldados polacos asesinados por los servicios secretos de Stalin, en Katyn (Rusia), hace setenta años.