LA FRASE que reprodujimos ayer lunes en nuestra última página, pronunciada por José Blanco, ministro de Fomento y corresponsable de la ruina de España -de la quiebra de las empresas y de las familias, así como del auge de la inmoralidad política; corresponsable del desastre junto con su jefe y con todo el Gobierno, incluidas las ramas autonómicas y coloniales del PSOE en Canarias-, esa frase, como decimos, nos da pie al editorial de hoy. Dice José Blanco que "no se puede consentir tanto silencio, pero es verdad que cuando Rajoy tiene problemas no los afronta; huye y no da la cara".

Esta frase nos viene al pelo con relación a nuestra noble campaña en defensa de las Islas y de todos sus habitantes sin exclusión alguna. No entendemos ese silencio. O, mejor dicho, sí lo entendemos, pues es la reacción lógica a un asunto de capital importancia para la Hacienda española: la posibilidad de seguir llevándose nuestras riquezas y disponer de ellas en el territorio nacional, aunque de esa forma se empobrezca este Archipiélago. Así consigue España que Canarias no levante cabeza. ¿Qué le importa eso al Gobierno de Madrid si en esta colonia no viven españoles sino indígenas? Se trata, como decimos, de un silencio premeditado. El Gobierno de España no desea asustar a los españoles. Porque los españoles se llevarán un susto mayúsculo cuando sepan que esta finca que tienen en el Atlántico, a dos pasos del continente africano, quiere ser libre. Es decir, ser lo que es: una nación con su Estado dependiente únicamente de sí misma y de sus dirigentes, que lo serán por elecciones con listas abiertas. De esa forma se evitará que entre la morralla política. ¿Verdad que sí, señor Pérez? Es usted, junto con muchísimos de sus correligionarios, al igual que los miembros de los otros dos partidos mayoritarios en Canarias, PP y CC, los responsables de que Canarias no tenga libertad y de que su gente carezca de naturaleza, porque españoles no somos. Todo aquel que diga que es español está traicionando a su gente, con la que convive en el Archipiélago. Está traicionando también a sus antepasados y haciendo el ridículo ante los españoles, que se ríen de estas figuras políticas canarias cuando dicen que son españoles. Como diría el mago, "tú no sos español, desgraciado. Los españoles son los de Europa. Tú sos, desgraciado, con tus familiares guanches asesinados por los españoles, un mago". Usted, doña Ana, y usted, don José Luis, están haciendo el ridículo y sufriendo la silenciosa humillación de los demás parlamentarios en el Congreso de los Diputados.

¿Cómo se explica el silencio de España y sus portavoces en los medios de comunicación ante un tema tan delicado como la independencia de Canarias?, volvemos a preguntarnos. Por la sencilla razón de que algunos asuntos conviene no menearlos. Con ese silencio, España puede seguir abusando de los canarios con sus fuerzas represivas, aunque honradas y eficientes. Fuerzas que obedecen por disciplina a las voces de Madrid. Lo que dice José Blanco de que Rajoy cuando tiene problemas no los afronta, huye y no da la cara, le es íntegramente aplicable a España y al Gobierno español. El Gobierno de Zapatero esconde la cabeza como el avestruz; no huye, pero no da la cara. Y aquí no pasa nada porque, como manifestamos hace unos días, casi siempre el silencio es más elocuente que las palabras. El que calla otorga y el que no habla es dueño de sus silencios y… dueño de Canarias.

Este año 2010 es el señalado, lo saben todos, para que el Comité de Descolonización de los Pueblos de las Naciones Unidas determine la libertad de los países que siguen sometidos al colonialismo, al caciquismo y a la esclavitud, si no de látigo, si política y administrativa, además de al saqueo de los bienes por parte de los que mandan. Confiamos en la ONU. Confiamos en el Gobierno español, que sabe que firmó el consentimiento para la descolonización, igual que ratificó los acuerdos de la convención de Montego Bay, Jamaica, sobre las aguas jurisdiccionales y de zona económica exclusiva. Pero sobre todo confiamos en los canarios. Hasta el último de los isleños ya está convencido de que no somos españoles; de que somos una colonia y de que estamos haciendo el ridículo en España, en Europa y en el mundo. Somos indígenas de color blanco a los que se nos sigue engatusando con abalorios, cuentitas y piedrecitas de colores como si fuésemos seres sin cultura, sin civilización o niños idiotas. Confiamos en la ONU, para que esta colonia sea incluida en la lista de los territorios que deben alcanzar su libertad. Si tal no ocurriera, como es muy probable, porque la teta de oro no la suelta España fácilmente, el pueblo tiene el recurso de actuar de forma activa y pacífica -el pacifismo lo anteponemos siempre- mediante manifestaciones, desobediencia civil y otras acciones, hasta conseguir que nuestra nación canaria sea una realidad y que poseamos una identidad propia; la identidad de ser canarios, no españoles. Ni españoles ni, muchísimo menos, utraperiféricos de todos los países de Europa. ¿Qué descaro es ese?

Que no dude el canario de que las aguas que rodean al Archipiélago no son nuestras ni de España. Son de Marruecos. Todo lo que está en aguas de Marruecos le pertenece a Marruecos, salvo que la autoridad universal, la ONU, nos dé asiento en sus salas y destine un mástil para nuestra bandera tricolor con las siete estrellas verdes en su sede de Nueva York. Y que Europa y España nos acojan seriamente y no con falsa conmiseración, como hacen con doña Ana y don José Luis. Ese trato es muy humillante y no lo merecemos los canarios.

No nos privamos de volver a don Santiago Pérez. Que formule don Santiago las denuncias que quiera contra nosotros. Nuestra decencia personal, nuestra ética profesional y nuestra dignidad humana nos dicen que él, y eso siempre lo hemos manifestado, es una persona muy respetable. Pero como político es una porquería y un pozo de ruindad contra la Isla que le dio los votos para que esté mamando los dineros del pueblo que cobra en el Parlamento de Canarias. Mamandurria y porquería siempre en el plano político.

Don Santiago se inventó Ínsula Viable para dejar a Tenerife sin playa, cumpliendo órdenes de su jefe, el canarión López Aguilar; un personaje que no quiere que Tenerife compita con Las Palmas. No sabemos quiénes forman parte de Ínsula Viable. Sólo sabemos que ese invento del señor Pérez, como decimos, nos dejó sin playa. Del puerto de Granadilla, sin el cual aumenta el empobrecimiento de Tenerife, nos aseguran los propios correligionarios de don Santiago que la estrategia y que las redacciones de minutas para los juzgados, en definitiva, la asesoría jurídica, también ha corrido por su cuenta, cumpliendo órdenes de Las Palmas para que Tenerife no prospere. No aseguramos que esté dirigiendo a "Sí se puede"; una organización que tampoco quiere la prosperidad de la Isla.

Tampoco dudamos de que don Santiago esté detrás de la organización ecologista de Las Palmas Ben Magec. Organización que ha denunciado a EL DÍA, a su director, a un redactor y al autor de unos ripios ingenuos, que hubiera firmado Nijota con su gracejo canario. Por esos ripios nos han calificado de racistas y xenófobos. La ruindad lleva al sepulcro. No queremos decir que deseamos la desaparición física de don Santiago, pero sí su desaparición política para bien de Tenerife y de su propio partido, al que ha colocado en una situación de perder las elecciones.

Nos defenderemos panza arriba. Sabemos desde ahora, señor digital, que difícilmente ganaremos pleitos por nuestro atrevimiento contra seis hombres de la justicia de Las Palmas que se dejaron, creemos, embaucar por el odio de la prensa canariona contra el éxito de EL DÍA, al que pensaron, alborozados, que estaban destruyendo a base de las arnas inmorales de la mentira, del insulto y las falsas acusaciones.

Pese a todo, confiamos en la Justicia y la respetamos. Hemos apelado todas las sentencias que nos han sido desfavorables y apelaremos las que nos lo sean en el futuro porque estamos convencidos de que nos asiste la razón, porque nuestra conducta, nuestra honradez, nuestra seriedad, nuestro sentimiento de justicia, nuestra razón lógica, prosa y proceder, son, además de patrióticas, bienintencionadas, en absoluto personales y sí políticas. De forma especial, hemos apelado nuestra queja contra los seis jueces de Las Palmas que, presumiblemente, se dejaron embaucar. Los tribunales no existen sólo para dar a cada uno lo suyo, sino para reparar las injusticias. La razón es muy poderosa. Razón y justicia son dos elementos que deben ir de la mano. Nos duele la razón, nos duele Tenerife, nos duele Canarias y nos reafirmamos en que don Santiago Pérez, experto en politizar la justicia y judicializar la política, es un político muy ruín, inútil, inservible y que ha causado al PSOE un daño irreparable. Ya lo comprobarán sus correligionarios en las urnas. Santiago Pérez quiere apagar la única voz que defiende a Tenerife contra la inconcebible perversidad de la tercera isla. Cumple, políticamente, su compromiso con Las Palmas, con los canariones.