Cuatro días después del temporal que azotó esta semana Río de Janeiro, la ciudad brasileña intenta reponerse de la catástrofe aunque en muchas zonas todavía son visibles los efectos de las lluvias que, hasta hoy, han causado 190 muertos.

Las tareas de rescate continuaban hoy en el Morro dos Prazeres, en Santa Teresa, en el centro de la ciudad, donde el martes un deslizamiento de tierra arrasó decenas de viviendas de una favela.

Pese a que en esta barrida se han registrado ya 23 muertos entre el lunes y hoy, la tragedia del Morro dos Prazeres pasó a un segundo plano por los derrumbes del miércoles por la noche en Niteroi, ciudad vecina de Río, donde otro alud arrasó decenas de casas y los bomberos creen que puede haber sepultado a unas 200 personas.

En la mañana de hoy, los socorristas sacaron tres cadáveres de la montaña de lodo que descendió del Morro dos Prazeres y buscan a siete desaparecidos, por lo que temen que el número total de muertos en esta favela aumente a 30.

A falta de un censo oficial de los habitantes de las favelas y zonas de riesgo, los bomberos se basan en las informaciones de vecinos y conocidos para hacer sus estimaciones sobre el número de desaparecidos.

Mientras, en la zona sur de la ciudad, donde está la mayoría de los barrios acomodados, las lluvias no se han cobrado ninguna vida pero sí han dejado cuantiosos daños.

Además del desbordamiento de la Lagoa Rodrigo de Freitas, que llenó las calzadas de peces y llegó a afectar las instalaciones deportivas del Club de Fútbol Flamengo, varias carreteras de la red viaria fueron cortadas.

La fuerza del temporal también se hizo visible en el mar, donde una resaca que comenzó ayer y continuó hoy se tragó metros de playa.

Los únicos beneficiados por el mar enfurecido fueron los surfistas, que aprovecharon para navegar con su tabla en las olas de Copacabana, una playa habitualmente llena de turistas.