Las autoridades de Río de Janeiro buscaban ayer a 60 desaparecidos por las lluvias y derrumbes que han causado al menos 113 muertos en el estado, y los ciudadanos se preguntan por el plan de contingencia ante este tipo de desastres prometido por diferentes gobiernos desde hace cuatro décadas.

Mientras Río y su área metropolitana intentan volver a la normalidad tras el caos vivido el martes, cuando quedó paralizada por un aguacero de más de 24 horas de duración, los bomberos y otros socorristas escarban en la tierra desprendida de las colinas en busca de los desaparecidos en las avalanchas.

La ciudad más afectada por la catástrofe fue Niteroi, situada frente a Río, en la boca de la Bahía de Guanabara, y donde el número de muertos aumentó ayer a 54, según datos oficiales.

En la propia Río se han registrado 43 muertes, otras 12 en la vecina Sao Gonzalo y las cuatro restantes en Nilópolis, Paulo de Frontin, Magé y Petrópolis.

El alcalde de Niteroi, Jorge Roberto da Silveira, que declaró el estado de calamidad pública y luto oficial de una semana, calcula que la municipalidad necesitará unos 15 millones de reales (más de 6 millones de euros) para reubicar a las 2.025 personas que perdieron sus viviendas.

"¿Dónde está el plan de emergencia?", coincidieron en preguntarse ayer los principales medios regionales al referirse a la falta de preparación de las autoridades para hacer frente a una tragedia que se repite periódicamente y últimamente con más frecuencia.

El gobernador Sergio Cabral afirmó que la gravedad de la tragedia se debe a que los temporales de esta semana fueron más fuertes que los que castigaron el estado en 1966, 1988 y 1998, cuando también se registraron elevadas cifras de muertes por las precipitaciones.

Cabral, que lleva más de tres años como gobernador, atribuyó la tragedia a gobiernos anteriores que permitieron el crecimiento de las favelas en áreas montañosas consideradas de riesgo.

Pese a los antecedentes, Río, una ciudad entre el mar y las montañas y donde el agua de lluvia baja por las laderas, no cuenta con un plan de contingencia para este tipo de casos ni con una política de reubicación de las viviendas que están en zonas de peligro.

"Los administradores públicos tienen que tener en cuenta que no es posible permitir que las personas ocupen áreas inadecuadas para vivir", dijo el presidente brasileño, Lula da Silva.

EFE, Río de Janeiro

Las autoridades de Río de Janeiro buscaban ayer a 60 desaparecidos por las lluvias y derrumbes que han causado al menos 113 muertos en el estado, y los ciudadanos se preguntan por el plan de contingencia ante este tipo de desastres prometido por diferentes gobiernos desde hace cuatro décadas.

Mientras Río y su área metropolitana intentan volver a la normalidad tras el caos vivido el martes, cuando quedó paralizada por un aguacero de más de 24 horas de duración, los bomberos y otros socorristas escarban en la tierra desprendida de las colinas en busca de los desaparecidos en las avalanchas.

La ciudad más afectada por la catástrofe fue Niteroi, situada frente a Río, en la boca de la Bahía de Guanabara, y donde el número de muertos aumentó ayer a 54, según datos oficiales.

En la propia Río se han registrado 43 muertes, otras 12 en la vecina Sao Gonzalo y las cuatro restantes en Nilópolis, Paulo de Frontin, Magé y Petrópolis.

El alcalde de Niteroi, Jorge Roberto da Silveira, que declaró el estado de calamidad pública y luto oficial de una semana, calcula que la municipalidad necesitará unos 15 millones de reales (más de 6 millones de euros) para reubicar a las 2.025 personas que perdieron sus viviendas.

"¿Dónde está el plan de emergencia?", coincidieron en preguntarse ayer los principales medios regionales al referirse a la falta de preparación de las autoridades para hacer frente a una tragedia que se repite periódicamente y últimamente con más frecuencia.

El gobernador Sergio Cabral afirmó que la gravedad de la tragedia se debe a que los temporales de esta semana fueron más fuertes que los que castigaron el estado en 1966, 1988 y 1998, cuando también se registraron elevadas cifras de muertes por las precipitaciones.

Cabral, que lleva más de tres años como gobernador, atribuyó la tragedia a gobiernos anteriores que permitieron el crecimiento de las favelas en áreas de riesgo.