Los "camisas rojas" desafiaron hoy el estado de excepción declarado la víspera por el Gobierno de Tailandia en Bangkok y mantuvieron su protesta para forzar a las autoridades a convocar elecciones anticipadas.

Los manifestantes, seguidores del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, amenazaron con emprender una "lucha sin cuartel" en la capital tailandesa si el Gobierno no presenta su dimisión.

"No sabemos qué pasará, pero puedo asegurar que las protestas no cesarán aunque la Policía cargue contra los manifestantes", afirmó Natthawut Saikua, uno de los jefes del Frente Unido para la Democracia y contra la Dictadura, el organizador de la movilización.

Con la tensión en aumento, un tribunal de Justicia dictó orden de busca y captura contra siete responsables de los "camisas rojas" implicados en el asalto al Parlamento, del pasado miércoles

"Aquellos líderes que prefieran seguir el camino de la violencia serán detenidos. Creemos que podemos convencer a los manifestantes para que abandonen el lugar de la protesta", dijo el primer ministro, Abhisit Vejjajiva, a los periodistas.

Entre aquellos cabecillas contra los que se ha dictado una orden judicial, figura el ex cantante convertido en activista y conocido por Arisman Pongreungrong, uno de los "camisas rojas" que estuvieron al frente del asalto llevado a cabo el pasado año contra el hotel de la localidad de Pattaya en el que se celebraba la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno de los países del sudeste Asiático, que fue cancelada.

Las dos áreas que controlaban en la capital, cerca del antiguo Palacio Real y la zona comercial, han quedado casi desiertas, pero su número ha crecido en provincias, principalmente en las del norte y noreste, donde su fuerza es mayor.

Al menos 17 manifestaciones, en otras tantas provincias, se organizaron hoy en apoyo de la lucha que sostienen los compañeros en la capital del país.

Los cuerpos de seguridad han establecido controles en los accesos de entrada a Bangkok para impedir la entrada de más "camisas rojas".

El ministro tailandés de Defensa, Prawit Wongsuwan, precisó en conferencia de prensa que el estado de excepción tiene como objetivo prevenir actos de violencia durante las manifestaciones y descartó que la Policía o el Ejército vayan a disolver la protesta.

Hasta la fecha, las autoridades han evitado el empleo de la fuerza con los "camisas rojas" y los únicos incidentes violentos ocurridos provienen de las más de 30 granadas y bombas arrojadas por desconocidos contra edificios gubernamentales, cuarteles, sucursales bancarias y oficinas de televisión, que han causado cerca de 20 heridos.

El ministro de Defensa calificó de ilegal la ocupación hecha por los "camisas rojas" del centro de la capital, desde el sábado, y que mantiene a doce complejos comerciales de lujo cerrados.

La declaración del estado de excepción se aprobó después de que un millar de manifestantes irrumpiera en el Parlamento, y permite al Ejército asumir el control de la seguridad y declarar toques de queda, entre otras cosas.

En aplicación del decreto, las autoridades cortaron hoy la señal de emisión del canal de televisión por satélite PTV, el único que respalda las protestas, por incitar a la violencia y la subversión.

Debido a la agitación civil, el primer ministro del país, Abhisit Vejjajiva, canceló su anunciado gira por Vietnam, para asistir hoy y mañana a la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), y Estados Unidos.

La movilización antigubernamental arrancó con 100.000 personas en Bangkok, el 14 marzo, y con un contingente de 50.000 soldados y policías para proteger la capital del reino.

El Gobierno y tres jefes del Frente Unido mantuvieron dos rondas de negociaciones, el 28 y 29 de marzo, que fueron retransmitidas en directo por las cadenas estatales de televisión.

En ellas, el primer ministro tailandés ofreció disolver el Parlamento y convocar elecciones dentro de nueve meses, pero el Frente Unido exigió en un plazo máximo de 15 días y se rompió el diálogo.

Tailandia atraviesa una profunda crisis política fruto de la disputa entre los seguidores y detractores de Shinawatra, que desembocó en el golpe de Estado de 2006.

Shinawatra, un ex coronel de la policía que se ganó a las clases populares con políticas sanitarias y sociales, fue condenado en rebeldía a dos años de prisión por un delito de corrupción en 2008 y vive en el exilio.

Casi a diario, el millonario ex mandatario se dirige por videoconferencia con sus seguidores, quienes consideran al actual jefe del Gobierno, del Partido Demócrata, como un hombre de paja del Ejército y la élite cercana al Trono.