Como el dueño de la finca que viene a visitarla. Así se comportó Mariano Rajoy el martes mientras paseaba por La Laguna, la Ciudad de los Adelantados -ignominioso nombre que convendría ir desterrando-, acompañado por sus medianeros en esta provincia, amén de una multitud de gañanes agradecidos porque el amo ha llegado a verlos ya que, con un poco de suerte, también les da unas monedas para tenerlos contentos como a indianos. En primera línea, como no podía ser menos, doña Cristina Tavío. ¿Aprovechó la Niña Tavío tan alegre ocasión para confesarle a su jefe en Madrid que había conculcado la Constitución española -que el PP tanto asegura defender-, al atacar la libertad de información y de opinión junto con los otros cuatro miembros y "miembras" de la Mesa del Parlamento de Canarias? ¿Le dijo también que tanto ella como las otras señorías del Parlamento, con excepción de Pérez-Camacho, se había subido el sueldo mientras el pueblo canario pasa hambre? Suponemos que no le dijo nada de eso. Al amo no se le dan malas noticias para que no se enfade. Qué vergüenza.

Hubiera hecho bien la presidenta tinerfeña del PP en decirle a don Mariano que como ciudadano español puede venir a Canarias todas las veces que quiera. Que incluso puede residir entre nosotros y materializar eso que ha dicho de que Canarias es su segunda tierra, después de Galicia. En estas Islas siempre hemos acogido bien a los visitantes, siempre que sean respetuosos con nuestras costumbres. Sin embargo, acto seguido debería haberle explicado Cristina Tavío al presidente nacional del PP que como político no tiene nada que hacer en este Archipiélago, porque es el máximo representante de un partido estatal que quiere mantener a Canarias unida a España. Eso significa mantener el régimen colonial que padecemos. Además, dicho sea con todos los respetos, no nos creemos eso que dice el señor Rajoy acerca de su segunda tierra. Si realmente quisiera a Canarias, propiciaría que estas Islas recobrasen la libertad perdida hace casi seis siglos. Rajoy sabe perfectamente, al igual que lo sabe Cristina Tavío y todos los que el lunes le hicieron la corte en La Laguna, que Canarias no es España sino una colonia de España situada a 2.000 kilómetros de la Metrópoli y en otro continente. En consecuencia, procede arreglar un atropello histórico cometido y mantenido durante casi 600 años por la fuerza de las Fuerzas. Y del PP al PSOE.

Publicábamos en nuestra edición de ayer que se ha producido un cisma en el Partido Socialista Canario por el descarte de Jaime González Cejas como candidato a la Alcaldía de Granadilla. Nos agrada la personalidad política de González Cejas. Es un socialista humanista que comprende el imprescindible desarrollo de Tenerife. Por eso es uno de los defensores del puerto de Granadilla, y también por eso ha caído en desgracia entre los socialistas políticos que, fieles a las órdenes recibidas desde Las Palmas, se oponen a todo lo que signifique el progreso de nuestra Isla.

Jaime González Cejas no es un político rencoroso ni revanchista. Su actitud contrasta con la labor negativa de la actual alcaldesa de Granadilla, perjudicial para esta localidad y para toda la Isla. Carmen Nieves Gaspar pasará a la historia como una gran enemiga de Tenerife por impedir la construcción de una importantísima infraestructura como es el puerto de Granadilla. Algunos pueblos sufren a veces la desgracia de que les cae encima una plaga bíblica. Es el caso de la citada localidad con la señora Gaspar. Una política tan mezquina en sus planteamientos, que le ha quitado la publicidad a EL DÍA y ha suprimido la suscripción a nuestro periódico. Eso es todo lo que sabe hacer; esa es su gran labor. Nosotros aguantamos sus desmanes porque no nos queda más remedio, pero el pueblo no tiene por qué sufrirlos.