Una de las consecuencias del cambio climático, el deshielo del Ártico, podría beneficiar a China al facilitarle una ruta de navegación más rápida a Europa y América, por lo que Pekín se está posicionando ante esta posibilidad.

Así lo defiende la investigadora Linda Jakobson, del Stockholm International Peace Research Institute, quien hoy presentó en Pekín los resultados de un año de estudio sobre esta hipótesis que el "efecto invernadero" parece hacer ya inevitable.

"Hay una evidente concienciación de políticos e investigadores chinos sobre las consideraciones estratégicas, políticas y económicas del deshielo del Ártico", subrayó la investigadora.

Según cálculos del Instituto de Investigación Polar de China, el deshielo ártico podría acortar, por ejemplo, el trayecto Shanghái-Hamburgo (una frecuente ruta de transporte marítimo para los cargueros chinos) en 6.000 kilómetros frente a las vías actuales, que además implican el paso por aguas ahora peligrosas, en la zona del Golfo de Adén.

Por otro lado, defiende Jakobson, se estima que el Ártico puede ser una zona rica en recursos naturales como petróleo, gas o minerales, "muchos de ellos en zonas no en disputa", aumentando el interés de China en la región.

"China sabe que su interés puede causar alarma, por lo que todas sus declaraciones oficiales sobre el tema enfatizan que cualquier disputa deberá resolverse pacíficamente y mediante el diálogo", señaló la investigadora.

Por otro lado, añadió, en toda declaración oficial china sobre el futuro desarrollo del Ártico como ruta de transporte o fuente de recursos Pekín ha defendido que se tenga en cuenta el interés de todos los países, no sólo aquellos que tienen costas árticas (Canadá, EEUU, Rusia, Noruega, y Dinamarca en su isla de Groenlandia).

Jakobson aclaró en la conferencia que el deshielo ártico es por ahora sólo "una posibilidad", dado que por otro lado la comunidad internacional también emprende esfuerzos para detener el calentamiento global.

También, que puede ser una realidad sólo a largo plazo, ya que algunos expertos sitúan el momento en que el Ártico podría ser navegable en verano en torno a 2060 (no obstante otras previsiones, que Jakobson no apoya, ya contemplan esta posibilidad a mediados de esta década).

La autora citó como muestras del creciente interés de China en el Ártico la próxima expedición que el país asiático llevará a cabo al Polo Norte con fines científicos, este verano, o la construcción de un segundo rompehielos, pues actualmente sólo tiene uno, el "Xuelong" ("Dragón de Nieve").

Durante años, China centró sus expediciones polares en el hemisferio Sur, la Antártida, a donde sus investigadores han viajado en 26 ocasiones, mientras que sólo cuatro han ido al Ártico.

Otra muestra del interés es el hecho de que China, como Corea del Sur, Japón o la Unión Europea, ha solicitado el estatus de país observador en el Consejo Ártico, organización intergubernamental de la que forman parte los cinco países con costa en la región polar y también Finlandia, Suecia y Noruega.

Japón y Corea del Sur, otros países del noreste asiático con interés en acortar su ruta marítima con Occidente, se alinean junto a China en la posición de que no sólo los países con costas árticas accedan a los recursos de su subsuelo.

Jakobson no quiso hablar de posibles conflictos por el dominio de vías de transporte y recursos en torno al Polo Norte, pero sí aventuró "tensiones" en el futuro y destacó por ejemplo que "a China le preocupa que Rusia imponga unas altas tarifas por el uso de la ruta".

Por otro lado, destacó, el posible deshielo del Ártico podría conducir a una nueva de colaboración entre China y los países nórdicos, "que en ocasiones tienen dificultades para captar la atención china, a veces muy enfocada en grandes potencias".

Jakobson, que vive en Pekín desde hace dos décadas, ve por ejemplo posibilidades de cooperación conjunta entre China, Noruega, Finlandia y Suecia para la extracción de gas y petróleo en el Ártico.