La ola mortal que ayer golpeó al crucero "Louis Majesty" desató el pánico entre los pasajeros, que aún hoy, ya en tierra firme, están impresionados por la brutalidad con la que el mar les azotó, provocando dos muertos y una veintena de heridos cuando navegaban a la altura del Golfo de León.

Mientras dos de sus compañeros de viaje permanecen aún hospitalizados en centros médicos barceloneses, varios de los pasajeros rememoraban las trágicas circunstancias que sufrieron ayer, en conversaciones improvisadas frente al muelle adosado del Puerto de Barcelona, donde permanece atracado el buque.

En declaraciones a Efe, varios de los pasajeros que se han acercado al muelle han reconocido que aún hoy están impresionados por el "pánico" que se vivió en el barco, que surcaba el mar a la altura de Begur (Girona) y se dirigía a Génova con 1.350 pasajeros y 580 miembros de la tripulación a bordo.

Según su relato, la ola tuvo una fuerza "muy violenta", rompió varias ventanas -que incluso llegaron a "explotar"- y anegó de agua distintas estancias del crucero, lo que desató el "pánico" a bordo, ya que se vivieron escenas dramáticas, con niños buscando a sus padres y maridos a sus mujeres o viceversa.

Recuperada la calma, y bajo el sol primaveral que hoy luce Barcelona, totalmente distinto del temporal de ayer en alta mar, varios operarios se empleaban a fondo esta mañana para limpiar la proa de los escombros provocados por la furia del mar, especialmente cristales rotos.