La filóloga Alicia García reivindica en un estudio la figura del rey Juba II de Mauritania, un auténtico "humanista" casado con una hija de Marco Antonio y Cleopatra, que fue el primero en nombrar a seis de las Islas Canarias, a las que envió una expedición científica, como también hizo en busca de las fuentes del Nilo.

Alicia García, profesora y doctora en Filología Clásica por la Universidad de La Laguna, ha culminado en su obra "Juba II y las Islas Canarias" casi quince años de investigación dedicados a la "apasionante" vida de este rey impuesto por Roma el año 25 a.C. en el norte de África, en los territorios que actualmente ocupan los países de Marruecos y Argelia.

La investigadora afirma que con esta obra trata de dar el reconocimiento que merece Juba II como una figura que impulsó la urbanización del norte de África bajo el mandato romano, pero también como un humanista de su tiempo, pues dominaba campos del saber tan diversos como la geografía, la botánica, la zoología, la geología o la etnografía, la historia de las civilizaciones, de la artes y la lingüística.

Juba II, de origen númida, nació en torno al año 52 a.C. y fue llevado a Roma con sólo cinco años, después de que su padre, Juba I, se suicidase tras ser derrotado por Julio César en la batalla de Tapso el 46 a.C. En el 25 a.C, Roma lo proclamó rey de Mauritania.

La investigadora se enfrentó al reto de que de la extensa obra de Juba II, mutilada y fragmentada, no se conservara nada "de su puño y letra", por lo que debió ceñirse a las fuentes griegas y romanas.

La obra de Juba II se perdió en los primeros siglos que siguieron a su muerte, ya que en la Antigüedad se trabajaba con resúmenes y empezó a circular fraccionada, por lo que se perdió con rapidez y sólo quedaron como testimonio los fragmentos y pasajes citados por autores antiguos.

García trabajó sobre los estudios realizados por filólogos alemanes del XIX y de inicios del siglo XX y comenzó a cotejar los fragmentos por ellos recogidos con las fuentes grecolatinas para fijar el texto. Muchos de estos textos estaban sin clasificar y al analizarlos halló 40 fragmentos nuevos que amplían la producción científica de este rey a un total de 160.

Juba II llegó a escribir once tratados, entre ellos el llamado "Sobre Libia", publicado en el 6 d.C. con motivo de unos juegos organizados en Roma en honor de Germánico, y en el que por primera vez aparece un texto sobre Canarias "en un contexto muy real". Canarias se hallaba en el confín occidental del reino de Mauritania y Juba II envió una expedición para fijar sus coordenadas geográficas y para recabar información sobre su flora, fauna y etnografía.

En época romana debían circular ya, probablemente, algunos testimonios o noticias sobre las Islas Afortunadas, pero tras el relato de Juba II, recogido por Plinio el Viejo, y que es la información más precisa y fidedigna hasta ese momento, éstas quedaron otra vez en la oscuridad hasta las expediciones anteriores a la Conquista.

Con Juba II Canarias pasa del mito a una realidad concreta y fue él el primero en darles nombre en la lengua en la que escribía, el griego, y que Plinio transmite, en griego, para una de ellas (Ombrios) y en latín, para el resto, Capraria, Iuniona Maior y Minor, Ninguaria (isla de nieves perpetuas) y Canaria, "por la multitud de perros de grandes dimensiones, de los que llevaron dos al rey".

Este último es un dato controvertido por la falsa etimología con el término latino (can, canis) con el que "sin duda, no guarda relación alguna", precisa la investigadora. También se habla en el relato, en relación a Canaria, de edificaciones, abundancia de frutos y aves, palmas, miel e incluso papiro, y además se indica que las islas estaban "infestadas de monstruos en estado de putrefacción que cada día el mar arroja a tierra", posible referencia al varamiento de cetáceos.