COMO académico firmemente convencido del valor de la Universidad, es todo un orgullo que una villa como La Orotava, con su historia y su prestigio, esté dando muestras de una decidida vocación por la educación superior, hasta el punto de haber situado entre sus prioridades de futuro a medio plazo convertirse en un municipio universitario. Esta iniciativa coincide, además, con una idea que muchos compartimos, y que parece que el propio Gobierno de Canarias por fin ha hecho suya: que un modelo basado exclusivamente en la construcción y el turismo no es sostenible, y que, por el contrario, una actividad económica con un protagonismo cada vez mayor de la I+D y de la sociedad del conocimiento constituye la apuesta más segura por el futuro de nuestras Islas. Sin embargo, parece que, si nada ni nadie lo remedia, una vocación con tanto potencial va a realizarse finalmente apostando por la educación privada, algo que, seguro, va a limitar el alcance que esta iniciativa podría haber tenido para nuestra sociedad. Digo esto porque, al margen de cualquier otro debate, no debemos olvidar que el fin principal de una universidad privada es ganar dinero, algo muy respetable, desde luego, pero que se consigue principalmente a través de matrículas cuyos precios anuales rondan de media los 6.000 euros. ¿Cuántas familias canarias podrán permitirse un esfuerzo como ese? Sospecho que muy pocas.

No pretendo alimentar la polémica -a mi juicio, artificial- que se ha creado en torno a la futura universidad orotavense tras la declaración institucional del Consejo de Gobierno de la ULL. Por el contrario, mi objetivo es demostrar que la vocación universitaria de La Orotava tiene perfecta cabida dentro del marco actual del sistema universitario de nuestra provincia, y que existe una alternativa para que ayuntamiento y ULL trabajen juntos. Esta alternativa, como veremos, no sólo zanjaría la polémica, sino que resultaría muy positiva para todas las partes implicadas y, sobre todo, para el conjunto de la sociedad canaria, que, estoy seguro, es lo que queremos todos.

Me explico. En las últimas décadas la ULL ha reorientado su oferta académica hacia la rama de enseñanzas técnicas. A medias por la creación de la ULPGC, de origen politécnico, y a medias porque era una demanda ineludible de la sociedad de nuestra provincia, carreras como Informática, Ingeniería de la Edificación (la antigua arquitectura técnica), Ingeniería Agraria y, más recientemente, las ingenierías técnicas del ámbito civil e industrial han ido creciendo hasta sumar, hoy en día, más de un 20% del alumnado de la ULL, con uno de los porcentajes más altos, además, en la inserción laboral de sus titulados. Sin embargo, los datos demuestran que este esfuerzo se ha quedado corto: el análisis de las estadísticas sobre los alumnos que hacen la PAU en Tenerife y luego se marchan a otras universidades -unos 400 al año- evidencia que titulaciones como Ingeniería Industrial o Arquitectura tendrían en nuestra universidad el futuro asegurado.

Una de las principales dificultades para la implantación de estas carreras en las mejores condiciones es la necesidad de infraestructuras adecuadas. Los edificios actualmente destinados a las enseñanzas técnicas se han quedado pequeños para albergar la elevada demanda de jóvenes canarios que desean formarse en estas titulaciones y, además, con el paso del tiempo, la necesidad de mantenimiento y las dificultades para adaptarlos a las nuevas exigencias educativas, cada vez mayores.

La solución ideal a este problema, cada vez más importante, es la creación de un campus politécnico, similar -aunque de menor tamaño- al que la ULPGC tiene en la zona de Tafira. Este nuevo campus no sólo terminaría con los problemas actuales, albergando las titulaciones de ingeniería existentes en un espacio educativo amplio y moderno, sino que podría dar cabida a nuevas posibilidades como las ya mencionadas Arquitectura, Ingeniería Industrial o, por ejemplo, Ingeniería del Medio Ambiente, también con un futuro prometedor. Esto supondría para la ULL un enorme salto cualitativo: se optimizaría la distribución de los campus (el politécnico complementaría perfectamente al de Humanidades y Ciencias Sociales en Guajara, Ciencias de la Salud en Ofra, Ciencias Experimentales en Anchieta), y los espacios liberados permitirían, por una parte, financiar parcialmente el proyecto de nuevo campus y, por otra, acometer la implantación de otros grados en diferentes ramas, incluyendo aquellos cuya ausencia supuestamente se quiere cubrir mediante la nueva universidad. Por si ello fuera poco, una mejora en la cantidad y calidad de la oferta académica en las enseñanzas técnicas facilitaría a medio plazo el cambio en el modelo productivo que se busca desde el Gobierno, de manera que la universidad ejercería, como debe ser, de verdadero motor de la sociedad en este aspecto.

Estoy convencido de que la creación de este campus politécnico en el municipio de La Orotava sería la mejor solución para todos. Para empezar, este municipio vería satisfecha con creces su vocación universitaria, albergando titulaciones oficiales modernas, con amplia demanda y entidad propia, que no sólo acercarían la universidad al norte de la isla y darían a La Orotava el protagonismo que reclama y merece, sino que la convertirían en un símbolo de esa nueva sociedad a la que se aspira, basada en el conocimiento. Además, el número de alumnos que recibiría (en la actualidad hay más de 3.500 matriculados en estas titulaciones) sería superior al que se conseguiría con una universidad privada, lo que supondría una inyección económica muy superior para la zona, mientras que el coste de las matrículas, a precios públicos y con la posibilidad de acceder a becas, sería 4 ó 5 veces menor que con la iniciativa privada, con lo que la nueva oferta sería accesible a todo el mundo en lugar de sólo a unos pocos. Futuras infraestructuras como el planeado tren del norte encajarían perfectamente con este campus, ya que no sólo permitirían a quienes vivan en el norte y trabajen en el área metropolitana ir y volver diariamente de casa al trabajo, sino que, a la vez, un importante número de alumnos haría el trayecto inverso, optimizando el rendimiento de estos medios de transporte. Otra ventaja añadida sería que el tráfico de entrada a la zona metropolitana (y especialmente el cuello de botella del tramo San Benito-Las Chumberas que muchos sufren diariamente) se descongestionaría enormemente, ya que el sentido del tráfico de todos los alumnos de este nuevo campus se invertiría. Eso sin mencionar que un campus politécnico sería el germen natural para un parque empresarial de base tecnológica -como el que hay en Las Palmas junto al campus de Tafira-, parque que daría cabida a empresas del sector y a las iniciativas "spin-off" que surgieran de la actividad de I+D en la universidad.

Por si fuera poco, como ya he dicho, el coste económico de este proyecto se podría sufragar parcialmente por las infraestructuras que la ULL liberaría en el centro del casco urbano de La Laguna (al menos dos edificios de amplia superficie junto a la Cruz de Piedra), lo que, junto con el aporte del consistorio orotavense y el seguro apoyo del Cabildo a esta iniciativa, harían al mismo perfectamente viable. Si se estimase conveniente, el campus podría albergar uno o más centros superiores adscritos a la ULL, con aporte privado, pero manteniendo el grueso de la oferta y la titularidad de carácter público. Por último, el Gobierno de Canarias también debería echar una mano: varias de estas titulaciones se señalan como claves en su Plan de Educación Superior de Canarias, y siempre se ha dejado claro que, en este caso, habría financiación para ellas. Además, y no es una cuestión políticamente menor, eso le evitaría tener que tomar una decisión complicada sobre la implantación de la universidad privada en Canarias, decisión que, sea la que sea, va a dejar descontenta a mucha gente.

No sé si aún estamos a tiempo. El proyecto actual parece bastante adelantado y el clima que se ha creado no resulta el más propicio para buscar sinergias. Pero si aún no hay cerrado nada definitivo con la iniciativa privada (y si lo hay, bueno sería que se dijera para saber a qué atenernos), con un poco de flexibilidad por parte de todos se podría llevar a buen puerto. Por mi parte, estoy convencido de que tanto el equipo de dirección como el Consejo de Gobierno de la ULL aplaudirían sin reservas esta idea: contrariamente a algunas de las cosas que se han dicho o escrito los últimos días, no existe por parte de la ULL ni miedo a la iniciativa privada ni la ambición de mantener a cualquier coste el monopolio de la enseñanza superior, simplemente el deseo de defender la educación pública como uno de los pilares básicos de una sociedad moderna. Por otro lado, el resto de actores que intervienen en el proceso (Ayuntamiento de La Orotava, Gobierno de Canarias y Cabildo de Tenerife) tendrán muy complicado explicar -si no se sientan junto a la ULL en una mesa a explorar esta posibilidad hasta las últimas consecuencias- ante esa gran mayoría de la sociedad (que no podrá beneficiarse de la nueva oferta de titulaciones universitarias por su alto coste si finalmente se mantiene privada) que se ha preferido esta opción, económicamente elitista, frente a la de la educación pública al alcance de todos.

Estamos ante una gran oportunidad para nuestra universidad y nuestra isla: la oportunidad de canalizar la vocación universitaria de uno de nuestros municipios históricos en beneficio de todos. Debemos unir esfuerzos y voluntades, trabajar buscando las sinergias en lugar del enfrentamiento, y demostrando, desde todos los estamentos implicados, que queremos lo mejor para nuestra gente y nuestra tierra. Es una oportunidad que no tenemos que dejar escapar.

de enseñanzas técnicas, ULL