Los trastornos de la alimentación afectan a alrededor del 4,75 por ciento de los niños y adolescentes canarios y tienen gran repercusión en la vida de los y en la de su familia, informó hoy la consejera de Sanidad del Gobierno de Canarias, Mercedes Roldós.

En ese grupo de riesgo, la anorexia afecta al 0,4 por ciento, la bulimia nerviosa al 0,76 por ciento y los casos parciales o Trastornos de la Conducta Alimentaria No Especificados al 3,6 por ciento.

La mayoría de los trastornos de la conducta alimentaria comienzan en la adolescencia, aunque algunos casos pueden aparecer a partir de los 40 años o en la etapa infantil.

La bulimia nerviosa tiende a aparecer más tarde, entre los 16 y 25 años.

Los estudios sobre los resultados del tratamiento apuntan a que el 50 por ciento de los pacientes con anorexia nerviosa presenta como complicación síntomas de bulimia nerviosa durante su evolución, explicó la consejera durante una rueda de prensa.

Asimismo, alrededor del 30 al 40 por ciento de los pacientes con anorexia nerviosa evoluciona satisfactoriamente, un 30 por ciento mantiene síntomas a más largo plazo, y un 20 por ciento tiene una evolución crónica con brotes o episodios en los que se agudiza.

En cuanto a la mortalidad, en los últimos años ha disminuido por debajo del 6 por ciento con tratamientos adecuados.

Los trastornos alimentarios constituyen un grave problema de salud y causan una fuerte alarma social, insistió Roldós.

Son patologías en cuya génesis intervienen diversos factores y afectan mayoritariamente a niños, adolescentes y jóvenes.

Se caracterizan por alteraciones importantes en la conducta de la alimentación con consecuencias nutricionales, biológicas, psicológicas y sociales y se consideran enfermedades psicosomáticas incluidas en los trastornos mentales.

Su tratamiento es difícil y exige en algunos casos ingresos hospitalarios totales o parciales de larga duración, lo que conlleva una pérdida de la calidad de vida del enfermo y su familia.

Con el fin de abordar adecuadamente estos trastornos la Consejería de Sanidad ha elaborado el Protocolo en Trastornos de la Conducta Alimentaria, que tiene como objetivo establecer pautas de actuación en materia de prevención, detección, atención y tratamiento de los problemas emocionales, de relación, psicológicos y físicos que puedan estar relacionados con la alimentación y la imagen corporal.

En las últimas dos décadas, los trastornos de la alimentación han sido incluidos en las patologías emergentes, con gran relevancia sociosanitaria por su peculiaridad, gravedad y complejidad, y las dificultades que comporta su diagnóstico y tratamiento específico.

Con el Protocolo presentado hoy, se pretende dotar a los profesionales sanitarios de los instrumentos necesarios para abordar los trastornos de forma eficaz.

El aumento de la demanda o del número de casos tiene múltiples causas, como la mayor divulgación de estas enfermedades y el hecho de que los profesionales las detecten y diagnostiquen antes, indicó la consejera.