Por "coherencia" con sus criterios, la edil lagunera Soledad Olano (PP) votó el pasado jueves en contra de que parte de la Casa Anchieta se destine a punto de información turística. Hasta ahí, todo bien. El problema es que la moción la planteó su supuesto portavoz y compañero de partido, Rafael Becerra. De todas formas, tampoco es algo muy sorprendente, ya que, desde que comenzó el mandato, la postura de esta concejal no suele coincidir mucho con la de los otros dos ediles conservadores, evidenciando que la herida abierta con su entrada en la lista electoral sigue sin curarse. Olano hace gala de su nombre y no le importa aparecer "sola" entre su propio grupo (con el que ni se reúne) porque, a su juicio, muchos en el PP rechazan la línea de Becerra y prefieren la suya.

Aparte de la Casa Anchieta, el jueves tomó su propia senda con otros puntos. Así, y aunque elogió la intervención del presidente de los vendedores ambulantes al reclamar un mercadillo, se abstuvo en la votación, cuando su partido apoyó con contundencia la propuesta del PSC. Además, optó también por la abstención en asuntos como el cambio en el reglamento del taxi y rechazó la propuesta de Gustavo Matos de adhesión a la declaración de la Universidad de La Laguna frente a la pretendida de carácter privado para La Orotava, votando en línea con CC cuando sus dos compañeros habían preferido abstenerse y obligando al alcalde a preguntarle expresamente cuál era su voto porque no apreció su mano levantada, algo que ocurre con frecuencia ante las continuas "disidencias".

Como confesó hace meses a EL DÍA, Olano le censura a Becerra que siga a rebufo de la oposición "dura" y crítica del PSC, en vez de apostar más por una línea constructiva. El portavoz, que se ha hartado de esta situación desde hace mucho tiempo, subraya que su línea es bien distinta a la de los socialistas, aunque a veces hayan coincidido en la crítica al gobierno por cuestiones que cree muy graves, bien por las formas o el fondo.

En el anterior pleno ordinario, Becerra y la otra edil del PP, Pilar Gutiérrez, se fueron de la sala cuando el alcalde impidió intervenir al representante de la comunidad gitana bajo el argumento de que carecía de las 100 firmas necesarias. Olano se quedó en su silla.

En la sesión del pasado jueves, el tristemente fallecido horas después Fidel Campo, que solía intervenir en múltiples plenos para opinar sobre gran variedad de asuntos, sorprendió a todos al reprocharle a Olano su actitud sobre el mercadillo y afirmar que estaba "en el limbo con sus bandazos". La sorpresa se agrandó después cuando, por alusiones, la edil le recriminó a Campo su "falta de educación", al tiempo que aprovechó para subrayar que todo lo que hace se fundamenta en sus criterios propios y en la "coherencia".

Aparte de sorprender por su contundencia en la respuesta, dirigiéndose claramente hacia el malogrado Fidel, quien se levantó para que la edil lo pudiera ver desde su silla, muchos presentes (ediles, vecinos y asiduos de los plenos) admiten que era la primera vez que le escuchaban a Olano una frase "tan larga", bien armada en los sintagmas y "coherente". Y es que casi cualquier intervención de la edil en el pleno deja un aroma a todo lo contrario de lo que ella presume: incoherencia, insustancia, sinsentido, ligereza, atemporalidad, galimatías, descontextualización... en definitiva, "limbo".

Vergüenza ajena

Esa incoherencia se la reprochó Campo y ésa es la impresión que impera en gran parte de la corporación y en los que siguen la actualidad local. De hecho, y quizás sin que ella se percate, muchas veces resultan inevitables las tímidas risitas, las risas explícitas, las carcajadas o las caras perplejas y de vergüenza ajena de más de uno, ediles incluidos y hasta supuestos compañeros de partido presentes entre el público.

Esta impresión la tiene desde el principio Becerra y su equipo. El jueves, el portavoz no pudo disimular más su desazón y profundo enojo con el verso libre que tiene a su lado. Tras la declaración de principios de Olano, Becerra se ausentó durante un buen rato para intentar tranquilizarse en su despacho. El portavoz del PP lleva años exigiendo a la dirección insular y regional que intervenga ante una situación que cree patética e insostenible. Sin embargo, ya casi ni espera respuestas. Olano, por su parte, siempre se ha sentido muy cerca de Cristina Tavío y, sobre todo, de José Manuel Soria, al que no para de elogiar.

Sea como sea, y más allá de qué ocurrirá con la plancha del PP en 2011, partido dirigido ahora en La Laguna por una gestora, Olano la volvió a armar el pasado jueves. Su "soledad" y peculiaridades son más que evidentes. Crean tanta expectación como sorpresa. Basta con acudir a los plenos.