AGRADECIENDO lo mucho que viene haciendo por nuestro querido Tenerife, quisiera mandarle las presentes líneas en relación a un tema que preocupa mucho a una gran parte de nuestra población, especialmente gente modesta que ve en grave riesgo perder su vivienda y propiedades: me refiero al tren del Norte.

Frente a un empeño, contra viento y marea, de llevar a efecto dicho proyecto, somos muchos los que consideramos que éste ha perdido interés, resulta muy perjudicial para muchas personas y, en todo caso, lo que se pretende admite otras variantes a la propuesta, por lo que se le agradecería mucho a este periódico, por mi parte la publicación del presente artículo, y en general la apertura de un debate público y el informe de sus acreditados periodistas y de aquellos técnicos que quieran opinar. En este momento, sólo quisiera señalar algunos puntos de meditación y debate:

1.- El tema del tren del Norte se inicia sobre el año 2000 con una recogida de firmas, sin que estuviera concretado en la más mínima forma cómo y qué es lo que se pretendía hacer. Desde luego, esas firmas no son de los ahora gravemente amenazados, pero en cualquier caso han pasado 10 años, y tiempo más que suficiente para que ya se hubiera construido un tercer carril en la autopista del Norte, con lo que se habría evitado el problema de una eventual congestión del tráfico.

2.- La invocación de un problema de contaminación, prevista para dentro de 10 ó 15 años, con una saturación del tráfico rodado, pierde actualidad, caminando la sociedad, como efectivamente se está haciendo en todo el mundo, hacia los automóviles eléctricos, lo que será una realidad para esas fechas.

3.- Una pista adicional reservada para guaguas, Policía, ambulancias, centros docentes, etc. resolvería asimismo el problema de forma menos sangrante.

4.- Una cosa es evidente: desde un aspecto puramente económico, el tren no será jamás rentable, y su única justificación sería de tipo social; pero en este orden de cosas, debe predominar una prioridad de objetivos sociales, muy por encima del tren, como son los propios hospitales, siendo una vergüenza que, como está ocurriendo incluso con enfermedades graves, haya muchos ciudadanos que deban solicitar ser atendidos con varios meses de demora. Véase lo que ha ocurrido con Titsa, endeudada hasta límites ya insuperables. ¿Qué ocurrirá con el tren? ¿Cuánto tiempo estarán los ciudadanos financiando con sus impuestos sus considerables gastos de mantenimiento, amortización y aun pérdidas? Porque el tren del Norte no es lo mismo que el tranvía, que, aun con sus evidentes pérdidas, al menos permite atender la concurrencia a los hospitales, la Universidad y una población importante como es La Laguna; esa necesidad de desplazamiento no concurre con poblaciones pequeñas, como son las que hay en el Norte. En todo caso, ¿en qué es más útil un vagón de tren que, por ejemplo, dos "micros" en servicio muy frecuente, sin necesidad de tan enormes gastos?

5.- En relación al tranvía, se hizo en su día una muy costosa publicidad en muchos medios, como la propia televisión, tratando de justificar a la ciudadanía la conveniencia y modernidad de un tranvía para Tenerife, sacando como ejemplo ciudades como Lisboa, Milán y otras, con varios millones de habitantes, que en nada se parecen a una ciudad de 200.000 habitantes como Santa Cruz. En esta vida no hay que ser totalmente bueno o totalmente malo; es evidente que el tranvía está desempeñando una utilidad a la ciudadanía, pero a qué precio, y sin la posibilidad de otros medios como un fluido y muy frecuente servicio de "micros", lo que además hubiera evitado o aliviado la evidente quiebra de una empresa tan tinerfeña como Titsa.

6.- De forma olímpica, parecen despreciarse en todo caso otras opciones, como son los trenes elevados, ya sean tipo monorraíl o tipo tren colgante. Estas soluciones, que se están comentando de forma muy generalizada, permitirían una instalación elevada en la mediana de la autopista del Norte, sin los graves destrozos sociales que supone un sinnúmero de expropiaciones y de pérdidas de viviendas. Dicha solución, que daría un indudable aspecto de modernidad a nuestra Isla, no perjudica el paisaje en mayor medida que lo que ahora se pretende hacer, y concede además una ventaja adicional: muchos turistas con corta estancia en Tenerife utilizarían ese desplazamiento rápido para, en un corto espacio de tiempo, conseguir un visual de los distintos rincones y paisajes de Tenerife, y proporcionaría ingresos adicionales para la amortización de la instalación. Me permito acompañar este artículo con una reseña de tales instalaciones, ya muy extendidas en el mundo, con referencias ampliatorias vía internet.

7.- Personas conocedoras de la materia opinan que incluso, aunque se hicieran los 35 kilómetros de viario subterráneo, al modo de los metros de Madrid, etc., sería ello de un costo similar al que habría de abonarse con las múltiples expropiaciones y reconstrucciones de viviendas, sin causar tanto daño social.