Ha vuelto a suceder. Ya son excesivas las ocasiones en las que los tinerfeños nos hemos visto abocados a sufrir los efectos terribles del temporal a los que ha contribuido la falta de una adecuada predicción meteorológica. No es admisible que después de lo que ha ocurrido en los últimos años el Gobierno de Madrid no haya sido capaz de cumplir sus propias promesas y, en consecuencia, no haya puesto en servicio los medios tecnológicos necesarios para determinar con un alto grado de certeza los riesgos que pueden afectar a nuestras Islas en un momento determinado.

En esta ocasión, al igual que en las anteriores, los daños materiales han sido cuantiosos; sólo los producidos en infraestructuras de titularidad insular han superado con creces los 11 millones de euros. Si añadimos los registrados por otras administraciones y los numerosos particulares damnificados esa cifra se eleva de una forma considerable. Afortunadamente, todo se ha quedado en ese plano y ahora no tenemos que lamentar víctimas, algo que en una situación de esta naturaleza -como pudimos comprobar el 31 de marzo de 2002- no puede ser descartado en absoluto.

Como vemos, se trata de una cuestión de importancia capital, de un asunto que nadie puede subestimar; y menos aun los responsables estatales. No cabe venir al Archipiélago, como ha hecho la ministra de Medio Ambiente a afirmar que Canarias posee los mejores medios de detección del país y reconocer que el radar instalado en su momento continúa en reparación después de mucho tiempo. Es preciso que esa tarea se lleve a cabo y que, además, se dote otro equipo similar en las islas occidentales.

Con una previsión meteorológica ajustada a la realidad siempre es posible tomar medidas y emprender actuaciones destinadas a minimizar los daños. No es aceptable que se anuncie un volumen concreto de lluvia y que posteriormente los registros alcancen o superen el doble de la cantidad advertida. Como es obvio, un fenómeno como el que debimos enfrentar a principios de esta semana produce unos efectos muy nocivos, pero si se puede actuar a tiempo su incidencia no debe ser tan elevada.

En todo caso, debemos destacar el ejemplar comportamiento de los ciudadanos de esta Isla y, sobre todo, de las zonas más afectadas por el temporal que en todo momento siguieron con extraordinaria responsabilidad las recomendaciones realizadas por las diferentes instituciones. Del mismo modo, el personal de emergencia y el resto del operativo insular -alrededor de dos mil personas- volvieron a demostrar de nuevo su eficacia y también su entrega para paliar los perjuicios motivados por el temporal e intentar recuperar cuanto antes los servicios interrumpidos. También es evidente que las infraestructuras han funcionado razonablemente bien, al margen de aspectos concretos observados en algunos puntos que, desde luego, serán corregidos con prontitud.

Por ello no se entiende las críticas provenientes de determinados sectores políticos que, lejos de ofrecerse para ayudar en una situación en la que era necesaria la colaboración de todos, se limitaron a intentar desprestigiar gratuitamente a responsables de las administraciones isleñas. Son actitudes que no casan con la serenidad y la comprensión demostradas por el conjunto de los ciudadanos de la Isla, que volvieron a dar un ejemplo de comportamiento en un trance tan adverso. Seguramente, si esos críticos exigieran a su Gobierno los medios técnicos que necesitamos prestarían un mejor servicio a Canarias.

A partir de ahora nos queda emprender cuanto antes la reparación de los daños para que podamos recuperar esa normalidad que no debe quedar alterada de esta forma nunca más por falta de los equipos necesarios. Continuaremos demandando del Gobierno de Madrid que cumpla con su obligación.