Es inevitable: cada vez que un fenómeno meteorológico especialmente adverso afecta a las Islas, se desata el debate sobre la fiabilidad de las predicciones de los expertos y la eficacia de las alertas declaradas por el Gobierno. Tras el paso de la borrasca que el pasado lunes descargó con estremecedora intensidad sobre Canarias –y en particular sobre Tenerife–, la discusión ha vuelto a avivarse entre la sociedad. EL DÍA reunió a cuatro personas que vivieron en primera persona esta jornada desde sus diferentes responsabilidades con el objetivo de arrojar luz sobre los procedimientos que se ponen en marcha cuando se desencadenan estos sucesos. Los invitados al debate fueron Víctor Quintero, director territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en la provincia de Santa Cruz de Tenerife; Carmen Delia González, directora general de Seguridad y Emergencias del Gobierno de Canarias; Aldo Rodríguez, presidente de Ayuda en Emergencias Anaga (AEA), y Ana Lupe Mora, concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de El Rosario. Tras más de hora y media de conversación, la conclusión fue unánime: es necesario sentarse, analizar lo ocurrido y aprender de los errores cometidos, pese a que también se coincidió en que, en esta ocasión, la reacción ante el fenómeno fue más adecuada que en casos anteriores, tanto por parte de los servicios meteorológicos –que emitieron una predicción bastante certera–, como de las administraciones intervinientes y de la ciudadanía en general. La actuación de Meteorología en la tormenta de esta semana ha sido “un ejemplo de buena predicción”, según Víctor Quintero, quien recordó que las precipitaciones caídas se ajustaron a los umbrales del nivel naranja, que fue precisamente el tipo de aviso que emitió el servicio que dirige, y en el que se basó luego la declaración de la alerta por parte del Ejecutivo regional. No obstante, aclaró el responsable de la Aemet, es técnicamente imposible prever “cuánta lluvia cae, cuándo y dónde”, por lo que hay puntos del territorio que se encuentran por debajo del umbral y otros que lo superan. El sistema de avisos –consistente en niveles amarillo, naranja y rojo– fue revisado hace unos pocos años para unificar los umbrales y elevarlos, pues eran “excesivamente bajos” y resultaban “contraproducentes”. Desde entonces, señaló Quintero, “ha funcionado mejor” y, además, ha servido para “crear la cultura de que la meteorología influye en la vida de los ciudadanos”. En este punto, la directora general de Seguridad y Emergencias recomendó “tener cuidado con el lenguaje” y evitar las confusiones. “Hay que diferenciar los avisos de las alertas”, dijo Carmen Delia González, que pidió a los medios “que utilicen adecuadamente el lenguaje. Así nos creerán más”, apostilló. En este sentido, afirmó que, pese a la percepción que en ocasiones se tiene, “apenas hay tres alertas cada año”. Lo demás son prealertas, que sólo se comunican a las instituciones y organizaciones para que estén preparados para intervenir si es necesario. “Hubo una época en que se producían demasiados avisos en relación con lo que ocurría realmente”, recordó el presidente de Ayuda en Emergencias Anaga. Como consecuencia de ello, precisó Aldo Rodríguez, “cuando llegaba una alerta de verdad al ciudadano le pasaba de refilón”. Cuando sucede una emergencia, AEA recibe la notificación del Cecoes y también de los cabildos y los centros municipales. Se trata de un sistema de información “piramidal, en cascada”. A juicio de Rodríguez, “en el momento álgido de una emergencia las islas deberían ser autosuficientes, ya que las comunicaciones se cortan”. Por eso, añadió, los servicios insulares “están tomando protagonismo”. En relación con este papel central de las islas, Carmen Delia González felicitó a los cabildos de El Hierro y La Palma, que fueron los primeros que activaron sus planes insulares de emergencias. (después lo hicieron los de La Gomera, Tenerife y Fuerteventura.) Estas corporaciones, explicó, han creado sus estructuras y realizan “las pertinentes reuniones de coordinación”. Es fundamental hacer entender a las administraciones la necesidad de destinar un técnico a las labores de emergencia, algo que “en algunos ayuntamientos se ve como una pérdida de tiempo”, lamentó. Incidiendo en esta tendencia a “localizar” los recursos de emergencia, Aldo Rodríguez explicó que en muchos países del centro y norte de Europa es cada vez más frecuente la organización de planes específicos y grupos de intervinientes por zonas. En estos países, “con una gran cultura de emergencias, cada ciudadano se siente responsable de su autoprotección”, aseguró el presidente de AEA. “Las alertas son necesarias, y en este último caso además fue acertada. Tres o cuatro días antes ya se estaba advirtiendo”, destaca la concejal de Urbanismo de El Rosario, uno de los municipios del área metropolitana, la zona de Tenerife más afectada por la borrasca. Para la edil rosariera, la información debe ir acompañada de formación. Aunque advierte de que “todo es mejorable”, consideró correcta la actuación en el temporal, y precisó que su ayuntamiento dispone de un plan municipal de emergencias que fue activado inmediatamente. En este punto, Carmen Delia González elogió la labor “importantísima” desarrollada por este consistorio en la formación de la población y señaló que El Rosario es uno de las seis localidades canarias que cuentan con un plan de emergencia. La directora general, aunque reconoció que la situación ha mejorado –15 municipios preparan actualmente su plan–, animó a los ayuntamientos a “asumir su responsabilidad” e insistió en que los municipios “son el primer eslabón. Si no funciona, el resto de la cadena tampoco lo hace”. También hubo coincidencia en que, pese a las medidas que se adopten y la eficacia con que se actúe, las inclemencias del tiempo y las condiciones orográficas de las Islas –con su gran inclinación– hacen inevitable que esta situaciones tengan consecuencias. Víctor Quintero indicó que Tenerife, La Palma, El Hierro y La Gomera figuran entre las islas del mundo con mayor pendiente. Caída de la red “En esta ocasión, la inmensa mayoría de las llamadas al 112 llegó. La sensación ha sido de que donde se necesitaron recursos de emergencia llegó un interviniente, valoró la situación y se tomaron medidas”, apuntó Aldo Rodríguez, mientras que González matizó que, “pasado lo más grueso de la lluvia”, algunas llamadas se perdieron a causa de una caída en la red eléctrica. “Hay que reconocer que las caídas de luz fueron las que fueron. Hay que insistir en la mejora de la red eléctrica”, indicó en este punto la concejal de El Rosario Ana Lupe Mora. Al margen de las administraciones, cabe preguntarse si los ciudadanos se comportaron como debían ante el fenómeno. “Tengo la sensación de que la gente lo comprende cada día más”, expuso Víctor Quintero, mientras que Carmen Delia González entiende que “hay una parte de la población que hace caso omiso”. Sobre esta cuestión, Aldo Rodríguez cree que “hay que ser un poco egoístas y pensar que a quien el temporal lo cogió en la calle y sin tomar las debidas precauciones, va a aprender”. Durante los últimos días han vuelto a ser objeto de polémica los recursos con los que cuentan las Islas para la predicción meteorológica, pese a que en esta ocasión ésta fue bastante precisa. Ha salido a colación repetidamente la falta de un nuevo radar, así como la necesidad de reparar el que se encuentra en Gran Canaria. Sin embargo, el representante de la Aemet puntualizó que, aunque el radar “es un instrumento utilísimo”, se trata de “un instrumento de observación, no de predicción”. “No he oído decir a nadie que el radar no sea necesario –prosiguió–. Decir que no sirve para nada es estúpido, pero tampoco es correcto decir que sin él no puede haber predicción”. Este instrumento, explicó Quintero, detecta las gotas de lluvia, pero no las nubes, por lo que “si no llueve, no ve nada”. Preguntado por si el radar hubiese cambiado algo la vigilancia del fenómeno que se dio el pasado lunes, respondió que ésta “se hizo muy bien”. No es tan raro Tampoco han faltado las especulaciones sobre el origen y naturaleza del fenómeno, la frecuencia con que se producen eventos de esta magnitud y su relación con la teoría del cambio climático. El director territorial de Meteorología insiste en que las precipitaciones se debieron a una borrasca atlántica. No se trató, por lo tanto, de una tormenta tropical, como se llegó a comentar. Quintero desmiente también que el Centro de Huracanes de Miami lo catalogara así. “Realmente estos fenómenos no son tan raros. El problema es que no tenemos memoria climatológica”, argumentó el meteorólogo sobre la percepción social de que estos acontecimientos son excepcionales y responden al calentamiento global. En este sentido, cree “muy aventurado” establecer esta relación, aunque sí opina que se empiezan a acumular inviernos más secos y cálidos con dos o tres grandes episodios de lluvia. “Dentro de 20 ó 30 años podremos ver la tendencia”.

G. MAESTRE / M. GÓMEZ Fotos: MARÍA PISACA