COMIENZAN las hostilidades. Era de esperar que La Orotava, cuyo ayuntamiento viene madurando la idea de implantar una Universidad privada en su municipio, haya respondido contundentemente al pronunciamiento oficial del Consejo de Gobierno de la ULL contra el proyecto de creación de un centro universitario no oficial en el área orotavense. El concejal de la Corporación Municipal de la Villa, don Francisco Linares, como portavoz de la misma, expresó en un comunicado sin disimular su contrariedad por el pronunciamiento del centro lagunero: "No permitiremos, bajo ninguna circunstancia, que ultrajen nuestro legítimo derecho a convertir La Orotava en ciudad universitaria".

En comentario anterior sobre este tema expresé mi parecer, como universitario, más bien sufrido al igual que la mayoría de los que hemos pasado por las aulas de las facultades laguneras, donde, por caso, en los textos de Química de mi tiempo, se citaba el uso de una cosa tan elemental como los mecheros Bunsen y jamás vi en la Facultad un simple aparatejo de esta clase. En las prácticas de laboratorio, teníamos que echar mano a las antiguas cocinillas de gasolina con fuelle, llamadas infiernillos, que cada alumno tenía que traer de su casa. Hoy esas cocinillas no se usan. En ese mismo laboratorio existía sólo una balanza de precisión apta nada más que para estudiantes adelantados. Los demás teníamos que encargar las pesadas a esos compañeros con "navy cert". ¿Esta es la pulcritud y la alta formación que, según lo acordado por el Consejo, no se garantiza en una Universidad privada como la de La Orotava?

Claro que el señor Linares se pasa un poco cuando menciona lo del ultraje, ni siquiera ha habido intento sino oposición, pero exageran los profesores de La Laguna cuando prevén "distorsiones de largo alcance" como carencia de alumnado y baja en los presupuestos. También di a entender en comentario anterior que son más los beneficios que los perjuicios, aunque los profesores de la ULL teman presupuestos más bajos. Los presupuestos del Estado para centros oficiales no tienen por qué disminuir si se entiende que el Estado no está obligado a dar dinero a los centros privados y sí a mejorar y atender las necesidades de los suyos.

Reitero lo poco serias e injustificadas razones expuestas por el Consejo de la ULL, el cual, en lugar de declarar la guerra al proyecto universitario de La Orotava, debe celebrar, si llega el caso, que también se promuevan universidades o centros superiores en La Matanza, Garachico, Granadilla y, sobre todo, en Santa Cruz.

Sigo sosteniendo que, aunque falten a clase en la ULL media docena de alumnos de Los Realejos por tener más cerca La Orotava, no significará impacto alguno importante para la única Universidad pública que tenemos en esta provincia y que, repito por enésima vez, debe gastar sus esfuerzos en perfeccionar sus centros y dar más variada oferta de estudios de los que carecemos en la provincia y tenemos que ir a buscar a Las Palmas.