Santa Cruz de Tenerife despertó ayer de un mal sueño, el de un temporal de lluvia que provocó importantes destrozos y sumió a la ciudad en el caos durante unas horas, pero lo hizo con evidentes y dolorosas secuelas que afectaban especialmente al núcleo de Anaga, todavía inmerso en lo peor de esa pesadilla. Tanto es así que ayer el Ayuntamiento capitalino anunció que estudiará, junto al de La Laguna, la posibilidad de pedir la declaración de zona catastrófica.

Si bien el mal tiempo no causó daños personales en Santa Cruz, sí generó desperfectos cuyo alcance "aún es pronto para cuantificar", según reconoció el concejal de Hacienda, José Alberto Díaz-Estébanez.

En cuanto a la posibilidad de pedir la declaración de Anaga como zona catastrófica, Díaz-Estébanez justificó la medida -en caso de que finalmente se adopte- en sus "especiales dificultades orográficas y de acceso", lo que obstaculiza la llegada de las ayudas. "Hay que hacer unas obras de especial importancia y urgencia, para lo que sería necesario acogerse a ayudas específicas del Gobierno de Canarias y del central".

Aislados y sin servicio.- La nota predominante en este distrito de la ciudad fueron los barrancos desbordados, viviendas y negocios anegados y desprendimientos que dejaron a poblaciones enteras aisladas, sin agua potable, luz ni teléfono. En estas duras condiciones se vieron núcleos como Roque Negro, uno de los más castigados, donde en la tarde de ayer se intentaba retirar las toneladas de piedras caídas en varios tramos de las vías de acceso, para hacer llegar alimentos básicos y la maquinaria para retirar los escombros. En Catalanes, otra de las zonas que se quedaron aisladas, la Unipol accedía para llevar agua y cubrir otras necesidades de los vecinos. En otras poblaciones como Taganana, Almáciga y Afur el desbloqueo de la carretera era prioritario.

María Jiménez.- María Jiménez amanecía ayer bajo una gruesa capa de lodo, combatida con afán por los vecinos, que lamentaban que el desbordamiento del barranco era una consecuencia de las obras en la desembocadura en el puerto. Indignación era el sentimiento más a flor de piel, pues según recordó Rafael Talavera, de la plataforma de María Jiménez, "ya lo habíamos advertido al presidente de la Autoridad Portuaria, quien nos decía que rebatiéramos los informes hechos en Madrid". En este barrio la fuerza del agua se llevó siete coches a los que se les perdió el rastro tras llegar al mar y se produjeron inundaciones en garajes. Uno de los más afectados fue el edificio litoral, donde el agua llegó al techo, aunque el cauce desbordado superó el primer piso, rompiendo una cristalera que dio acceso al agua y afectó a cuatro coches del interior, dejando a sus propietarios totalmente aislados.

Dos Barrancos.- En el cruce que acoge los cauces de la zona de Los Valles, conocido como Dos Barrancos, el agua se desbordó, afectando gravemente a varias casas y al restaurante próximo al puente. Juan Manuel, propietario de este establecimiento, lamentaba que las obras cambiaran el recorrido del barranco, "desviándolo hacia las casas, cuando los vecinos advertimos de que ésta no era la forma más adecuada de canalizarlo, y así se lo hicimos saber a los ingenieros, pero nos trataron como a ignorantes". En su negocio se perdió la mayor parte de la maquinaria, mobiliario y la mercancía, un efecto del que estima que tardará casi un mes en recuperarse. En la casa de Avelino el agua alcanzó el metro de altura y, afortunadamente, no causó más destrozos porque salió al dejar una de las puertas abiertas. El barranco también se llevó el coche de su hijo, y recuerda que ésta es la tercera inundación que padece. Un poco más arriba, de camino a Valle Brosque, la carretera se derrumbó por completo, a la altura del restaurante La Charca, que también se inundó. En este enclave tuvieron que ser rescatadas cinco personas, entre ellas dos mujeres embarazadas y el resto por distintas enfermedades.

Valle Tahodio.- Unos 160 vecinos de este núcleo de Anaga estaban ayer aún aislados, pues la carretera de acceso se había resquebrajado en varios tramos. Algunas familias habían acudido en la tarde de ayer hasta la zona baja del barrio, donde mantuvieron un encuentro con el alcalde, que se desplazó a la zona. En Valle Tahodio no había agua potable, pero la mayor preocupación era el peligro que acarreaba la presa de la parte superior, que tras las lluvias se había desbordado. Sin embargo, los técnicos del Cabildo descartaron ayer cualquier riesgo en esta infraestructura. Le recriminaron a Zerolo la falta de ayudas y el abandono de la zona.

Valleseco.- De los núcleos del litoral de Anaga, éste fue el que menos problemas padeció, ya que la consecuencia más importante fue la rotura del polideportivo, donde el barranco arrastró la pared, derribando una parte de la cancha. También se vio afectado el local de ensayo de la comparsa Los Cariocas, con más de 70 centímetros de altura de agua. Este grupo carnavalero pudo salvar los trajes, "pues desde la experiencia del 31-M los colgamos", confesó su director, que dijo que "ahora iremos con más ganas al concurso de este sábado".

Del muelle a la Cruz del Señor.- Aunque con varios kilómetros de distancia, la indignación era palpable ayer desde el Muelle de la capital hasta la Cruz de Señor. Los feriantes que cada año acuden al Carnaval de Santa Cruz lamentaban que el agua hubiese arruinado sus instalaciones y criticaban que el ayuntamiento no se hubiese preocupado de ellos. Aunque en la mañana de ayer aún no había terminado el recuento de pérdidas, ya advertían de que iban a ser cuantiosas. Como ejemplo, el precio de un sólo "cochito loco", que puede rondar los 3.000 euros. Por este motivo, algunos de ellos no descartaban recoger sus cosas y poner rumbo a otra parte.

Un poco más arriba el desastre era aún mayor. La iglesia de La Concepción sufrió la mayor inundación de las tres más recientes. Una treintena de voluntarios y cofrades -bastante molestos con la falta de implicación de los responsables políticos- se afanaron durante todo el día en intentar extraer el agua y el lodo que anegó el recinto, y que afectó a bancos de madera, retablos y pilares.

En el camino de La Ermita, en el barrio de Salud Bajo, la indignación también era evidente. Aunque sólo una de las familias que fueron desalojadas el lunes debía dormir la pasada noche en un hotel, los vecinos insistían en que parte de la situación que generó su desalojo se debió al mal estado de conservación del barranco de Santos. De ello responsabilizaron al Cabildo de Tenerife.

En idénticos términos se manifestaron los propietarios del Edificio Jardín del Universo, de Cruz del Señor, que sufrieron el "ataque" de materiales procedentes de las vías del tranvía. El garaje del inmueble quedó completamente anegado y en él unos 80 coches afectados.

Un poco más abajo, en la avenida de Venezuela, gran parte de los comercios también se vieron obligados a achicar agua y barro durante todo el día de ayer. Algunos perdieron casi toda la maquinaria y gran parte de la mercancía. El director técnico del Horno de Pan, Mauro Pacheco, por ejemplo, calculó en 30.000 euros las pérdidas de su empresa, que no volverá a abrir al público como mínimo hasta final de semana.