Desde hace algún tiempo se puede ver en Canarias un anuncio publicitario sobre internet al que los más entendidos en la materia no le encuentran justificación. Una operadora de telefonía que carece de redes propias está ofreciendo contratos a través de telefonía fija. ¿Cómo puede ser eso? La explicación la tienen en el Cabildo Insular de Tenerife: esa compañía está preparando el terreno para cuando el punto neutro de acceso a la red, el NAP en sus siglas en inglés, empiece a funcionar desde el sur de la Isla. Aunque falte más de un año para ese momento.

Para hacerse una idea de lo que supondrá el NAP para Canarias, aunque sus beneficios los notarán más los tinerfeños, los técnicos y los políticos que están detrás del proyecto, bautizado como Alix, lo comparan con lo que significó el fin del monopolio aéreo de Iberia para viajar entre el archipiélago y la Península. La diferencia es que esta vez les llega el turno a las telecomunicaciones y quien deja de tener ahora la sartén por el mango es Telefónica, que, en palabras de Ricardo Melchior, cobra a los canarios el servicio más caro del mundo por kilómetro de cable.

Pero para llegar a esta situación, han sido necesarios años de negociaciones tortuosas y discretísimas con poderosos operadores internacionales, armados de tesorerías impresionantes y siempre dispuestos a echar mano de sus influencias políticas.

Pero el Cabildo, amén de esa discreción total que ha sido fundamental para el éxito, ha contado con un aliado muy valioso, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, quien vio claro desde el principio que este proyecto era fundamental para la economía de las Islas y escogió esa apuesta antes que los sustanciosos ingresos que le hubiera deparado al Estado una concesión privada.

Para el presidente del Cabildo Insular de Tenerife, impulsor del proyecto Alix, estamos ante el hecho más trascendente para las Islas en los últimos diez años, en todos los ámbitos, no sólo el económico. Tanto lo cree así que él y los responsables directos del proyecto consideran que los medios de comunicación no han valorado bien la trascendencia de lo que se avecina y, por eso, volvió a convocar a directores y subdirectores hace un par de semanas para explicarles con ejemplos como el de Iberia y Telefónica, amén de algunas insinuaciones, los obstáculos encontrados en el camino y el impulso que puede dar a la economía de las Islas el NAP.

Internet "del grifo"

Una imagen que se utilizó en esa nueva presentación, donde intervinieron, además de Melchior, el consejero de Competitividad del Cabildo, Carlos Alonso; el director gerente de la empresa que explota el NAP, Javier Héctor, y el director del Instituto de Energías Renovables (ITER), Manuel Cendangorta, para hacer entender cómo se accederá a internet en Tenerife en el futuro, posiblemente ya en 2011, fue la del suministro de agua o de luz. Es decir, será tan rápido y sencillo como abrir un grifo o accionar un interruptor eléctrico. No habrá "depósitos", como ahora, sino que la conexión estará ahí, siempre disponible para cuando se necesite y se pagará según lo que se consuma.

Detrás de estas enormes posibilidades que se abren para el usuario hay toda una infraestructura, claro. Lo primero es que el NAP no sólo unirá las comunicaciones por cable de tres continentes, América (todavía tardará un poco), África y Europa, sino, sobre todo, porque será un enorme centro de datos donde se encontrarán operadores de telefonía e internet y sus clientes. Además, con un "anfitrión" neutral, el Cabildo, que, a través de su empresa Napwaci, participada mayoritariamente por el ITER, garantizará un alto nivel de seguridad, calidad y precios bajos y, sobre todo, justos para cualquiera. La palabra clave aquí es "neutro", es decir, ser un centro que no pertenece a ningún operador del sector, como son la inmensa mayoría de los que hay en el mundo. Por ejemplo, el de Miami, que es el que mejor conocen los responsables del proyecto Alix.

Al ciudadano corriente, sobre todo si es joven, de todo esto quizás sólo le interese saber que las instalaciones que en pocas semanas va a empezar a construir el Cabildo en los terrenos del ITER, en Granadilla, van a suponer, con toda probabilidad dentro de un par de años, una oferta de internet mucho mejor que la actual, que se caracteriza por ser la más cara y lenta de Europa.

Dónde está el negocio

Las empresas, sin embargo, tienen otras miras, y ahí es donde está el negocio. Un centro de datos hace posible depositar en él archivos informáticos sin necesidad de poseer un inmueble ni todo lo que conlleva una instalación de este tipo: conexión a la red eléctrica, generador ante posibles apagones, aire acondicionado en la sala de los ordenadores, seguridad antiincendios, vigilancia, servicio técnico, etc.

¿Y quién puede estar interesado en ofrecer esos servicios a través de un NAP? Pues: operadores de telecomunicaciones que deseen intercambiar y captar tráfico allí; empresas de tecnología de la información y la comunicación (TIC) locales, que pueden ofrecer así sus servicios a nivel internacional en las mejores condiciones, o empresas TIC del exterior que quieran ubicarse en Tenerife como plataforma para operar en África Occidental desde un territorio de la Unión Europea, con garantías legales y de calidad que no encontrarán en el vecino continente. Esto exigirá no sólo crear el NAP en Granadilla. También otras obras de gran calado, que ya se han anunciado: tendido de nuevo cable submarino entre Tenerife y Gran Canaria con la Península (el CanaLink), desarrollo de la conectividad entre cables africanos y latinoamericanos nuevos y existentes y el NAP, y desarrollo de una red neutra de fibra oscura que una el NAP a todos los operadores y a éstos con las poblaciones de Tenerife.

El Cabildo calcula que cuando empiece la actividad en el NAP se producirá un efecto bola de nieve y que unas empresas llamarán a otras, lo cual aumentará la actividad, que, a su vez, servirá de aliciente para atraer a nuevos clientes; eso permitirá abaratar las tarifas y todo ello creará empleo, incrementará el PIB, etc., etc. Una especie de círculo virtuoso con el que, además de todos los beneficios reseñados, espera amortizar la gran inversión realizada y la que está prevista. Y, como recuerda Melchior, el arranque del proyecto Alix ha sido posible gracias a los beneficios económicos que genera el ITER, que vende su tecnología en muchos lugares. En un par de años se verán los resultados.