EN TÉRMINO de humor, y no en otro, hay que tomarse la expresión del patriota Hilario Rodríguez, concejal de Santa Cruz, sobre la amenaza de un tonicazo al español que le increpaba y le insultaba a las puertas del Ayuntamiento de Santa Cruz, cuando la pasada revuelta.

Hilario Rodríguez habló de ese tonicazo en sentido figurado, como cuando uno dice que va a tirar a un godo por la punta del muelle. No es verdad, nadie va a tirar a ningún godo por ninguna parte, pero es una expresión; incluso un deseo. Nadie puede ser condenado por un deseo. Ni siquiera debería aparecer en "El País", con tanta ira, una expresión, que es la expresión de un canario.

Lo que ocurre es que aquí hay algunos medios de comunicación en poder de los godos; y sus redactores reaccionan como lo que son, como godos. Y cuando un godo ve que un canario utiliza algunas expresiones, casi siempre en sentido figurado, se agarra a ellas para catalogar al paisano como xenófobo. ¡Vete a echarte, merdellón!

No, no es xenofobia, es manera de hablar. Y si el godo se hubiera integrado en nuestros sentimientos, pues lo comprendería y no arremetería contra el canario por lanzar, en la metáfora, un tonicazo en el tolmo del español.

Se ha dicho hasta la saciedad que godo significa un proceder, no una procedencia. A cuántos no hemos acogido aquí con los brazos abiertos; a los peninsulares que vienen a trabajar por Canarias, codo con codo con nosotros; a los que arriman el hombro por el progreso de esta tierra y no vienen a hablar alto, como quien nunca ha albergado la duda (como decía Jorge Luis Borges de los españoles en general).

Luego Hilario debe estar tranquilo, porque su conciencia de canario cabal también lo está. Él se confiesa independentista. ¿Y qué? ¿Acaso no son independentistas los socialistas catalanes, por ejemplo? ¿O es que allí sí y aquí no? ¿Qué? ¿Nos quieren seguir sojuzgando los godicanarios, los canarios que se han vendido al antiguo invasor, los del carguito concedido por la metrópoli, herederos de los poncios franquistas y agradecidos al potaje resbalizo que les mandan desde Madrid? ¿Y los medios de comunicación a sueldo del godo que quitan el pan a los nuestros, a los que trabajamos por esta tierra?

Juan del Castillo, ilustre escritor orotavense, dice siempre que aquí no hace falta tumba del soldado desconocido porque en las islas nos conocemos todos. El godo siempre enseña la patita, tarde o temprano. El peninsular se adapta. Es la gran diferencia. Que no tenga reparo el bueno de Hilario, ni que se exceda en la pedida de disculpas. Él hablaba como Jesucristo: con una parábola. Nadie, al menos de momento, tiene por qué tirar a ningún godo por la punta del muelle, a no ser que participe en una cucaña y se caiga él solo.