EN EL COMIENZO de nuestro editorial de hoy queremos hacer unos apuntes sobre un tema que conviene aclarar. Ni EL DÍA, ni José Rodríguez son, somos, vanidosos; pero como nuestros méritos no los va a cantar alguien, o nadie, y deben ser conocidos por nuestros lectores -¿por qué no?-, es por lo que cacareamos los huevos que ponemos. Entiéndase en el buen sentido, porque en el otro, en el de valor, repetimos también hoy que valentía no nos falta. A diferencia de lo que se consignaba antaño en las cartillas militares, el valor no se nos supone; se nos reconoce porque ha quedado probado en múltiples ocasiones.

Haciendo renuncia expresa, cuando así es necesario, de la vanidad, hemos publicado con relativa frecuencia la cantidad de lectores que tiene cada uno de los periódicos que se publican en estas Islas. Recordamos que la difusión de EL DÍA es la máxima de todo el Archipiélago. Junto a este dato, también hemos dado a conocer las cifras de los medios de prensa menos leídos. Un hecho que se debe, a nuestro juicio, o bien a que quienes elaboran esas publicaciones no están bien informados, o a que su gente de opinión propia es perversa y sus análisis no interesan en absoluto a los ciudadanos. En resumidas cuentas, son periódicos que no sirven. Son una caca que aparecen sobre las aceras como los excrementos de los que huye todo el mundo; es decir, ensucian la isla donde se imprimen e intentan medrar. Nos separan ¡192.000! lectores de la publicación que ocupa el último lugar de este ránking canario y ¡126.000! de la penúltima. Casi nada. No era nada lo del ojo y lo llevaba en la mano. Y que nos perdonen los lectores por utilizar términos escatológicos y recurrir a expresiones populares. La realidad es que esas publicaciones de ínfima difusión, como decimos, no tienen remedio. Esta es nuestra primera "vanitas" de hoy.

La segunda es que todavía estamos por recordar que algún periodista de la prensa canaria, canariona o procanariona haya sido incluido en la lista de personas más influyentes de este Archipiélago. Lo mismo cabe decir de los rectores de esa prensa, ya sean canariones "grancanarios" o peninsulares godos. Nos referimos a gentes de esos o de los restantes medios en general, por muchos premios Canarias de Comunicación que hayan recibido. ¡Qué risa! Sin embargo, José Rodríguez Ramírez sí ha figurado varias veces en encuestas sobre personas influyentes y destacadas de este Archipiélago. La última, en los "top 20" de la Comunidad Autónoma de Canarias, según recoge un diario de ámbito nacional español editado en Madrid. Una clasificación que encabeza, por orden alfabético, el empresario Amid Achid Fadul y concluye Miguel Zerolo Aguilar. Sin comentarios, como diría nuestro recordado Álvaro Foronda. ¡Qué repugnancia tanto canarión y tanto godo con afán de pontificar, con la circunstancia agravante de querer pasar por amantes y defensores de Canarias, cuando sólo son soberbios, sucios, tiñosos y gente de parecida ralea!

Llega el momento de enviarle un mensaje a la señora -o señorita, ya que no la conocemos personalmente- Carolina Darias, delegada del Gobierno de España en Canarias. Es decir, sucesora política de los gobernadores civiles que nos enviaban desde la Metrópoli para tenernos controlados. Nosotros no insultamos, señora Darias. Si alguien quiere interpretar como un insulto lo que hemos dicho anteriormente, tanto en este editorial como en otros, puede observar que no citamos nominalmente a los que se ocultan de una forma hipócrita bajo el calificativo de patriotas o españoles. La retamos, como hicimos en su día con la señora Oramas, a que nos diga a quién y cuándo hemos insultado. Y para su conocimiento por si no nos lee (está comprobado que en muchas ocasiones actúa de oído), a nosotros sí nos han injuriado públicamente y con publicidad empleando las expresiones más soeces, pese a lo cual el insultador ha sido absuelto. No obstante, la Justicia lo cogerá en segundas, terceras o cuartas diligencias.

Señora Darias, tenga cuidado con lo que dice; usted ocupa un cargo público y debe guardar las apariencias. EL DÍA podrá estar equivocado, pero siempre es respetuoso. Usted dice -o le titularon aunque no lo haya dicho- que nuestro periódico no representa el sentir de los canarios. Se equivoca usted, señora delegada. Hasta ahora los canarios han guardado silencio sobre sus ansias de libertad por miedo y por narcosis, pero están empezando a perder ese miedo y a despertar. ¿Por qué tenemos que afirmar que estas Islas apuestan por la sensatez, que pretende ser lo mismo que sostener que no apuestan por la independencia? ¿Es que hay alguien, no sólo en Canarias sino en todo el mundo, que quiera vivir esclavizado? Señora Darias, la independencia es lo más sensato que alegan los patriotas, los inteligentes y los canarios esclavizados por la política, la administración y la rapiña de la agencia tributaria española. Señora Darias, no actúe usted hoy como en el pasado sus ascendientes, los suyos, no los nuestros, Adelantados, esclavistas y felones. Señora Darias, no hay nada más divino y humano que la libertad de los pueblos.

Ni uno solo de los canarios con libertad para expresar sus ideas manifestará que es español porque no lo es ni puede serlo. Sólo se declaran españoles, como decimos, los atenazados por el miedo o los narcotizados con la droga de la españolidad, que ha sido el opio de nuestro pueblo. Y aquí hacemos otro apartado para decir que nuestra situación es similar a la que padecen las Islas Malvinas, situadas en un continente muy distante a su potencia colonizadora que es Gran Bretaña. Los argentinos empiezan a moverse de nuevo para recuperar lo que les pertenece. Antes o después lo lograrán, pues dichas islas están frente a su país. Lo mismo ocurrirá con Canarias, porque los canarios, aunque la señora Darias y otros amantes de la españolidad no quieran reconocerlo, también han empezado a moverse. Y si no nos movemos nosotros, lo harán los marroquíes para incorporarnos a su ordenamiento administrativo como una de sus provincias.

Hemos titulado este editorial de la misma forma en que lo hicimos el domingo: ¿Qué derecho tiene España sobre Canarias? Y lo concluimos con la misma reflexión: allá cada cual con su españolidad si quiere seguir narcotizado -y esto vale también para la señora Darias-, pero que nadie nos obligue a ser españoles porque no lo somos.