José Ignacio Munilla se presentó ayer "pobre y humilde" al tomar posesión como nuevo obispo de San Sebastián, diócesis a la que llega con la intención de "entroncarse plenamente" y a cuyos fieles dijo que rezar "unos por otros" es "el camino para sanar heridas".

Munilla fue nombrado obispo en una solemne eucaristía celebrada en la catedral del Buen Pastor, en la que participaron más de 40 prelados y cardenales y en la que el nuncio papal, Renzo Fratini, le entregó el báculo y la mitra, símbolos de su nuevo ministerio.

Munilla no hizo alusiones directas a la polémica que ha despertado su nombramiento ni al rechazo que concitó en casi el 80 por ciento de los párrocos guipuzcoanos.

Agradeció la acogida y el recibimiento que le otorgaron, aunque opinó que fue "un tanto desproporcionado" y "sobredimensionado por las circunstancias".

"El actor mediático tan influyente en nuestros días contribuye fácilmente a construir castillos en el aire, a ver gigantes donde sólo hay molinos, a engrandecer a quienes lejos de ser supermanes tan sólo son unos peregrinos más en el camino de la vida", destacó.