Aunque no ha desaparecido, la enconada oposición que, en forma de encierros y protestas callejeras, encontró en un primer momento el proceso de adaptación de las universidades españolas al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) -conocido como Plan Bolonia debido a la declaración aprobada en 1999 en esta ciudad italiana- parece haberse diluido. De- fensores y detractores de esta "homologación" de los estudios superiores en el continente mantienen sus argumentos, pero lo irreversible del proceso ha atemperado la intensidad inicial del debate. Guste o no guste, el Plan Bolonia ya está aquí, aunque lo que sí cabe discutir es si se está aplicando correctamente.

La Universidad de La Laguna (ULL) ha entrado de pleno este curso en la convergencia europea, pues ya ofrece veinte títulos de grado -la denominación que adoptan con la reforma las antiguas licenciaturas y diplomaturas- y el próximo año completará la adaptación del resto de su oferta. Para debatir sobre la forma en que la institución académica tinerfeña está afrontando esta exigente tarea, el DÍA reunió al director general de Universidades del Gobierno canario, Juan José Martínez; el vicerrector de Ordenación Académica de la ULL, José María Palazón; el portavoz del grupo claustral del profesorado Programa y decano de la Facultad de Física, Teodoro Roca; el componente del grupo de alumnos AMEC (Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario) Cristian Cruz, y el portavoz de otro grupo claustral de estudiantes, Seull, Juan Marrero.

Al margen de las diferencias -expresadas sobre todo por el representante de AMEC, formación que desde el principio ha presentado un total rechazo a Bolonia-, los invitados al debate coinciden en que todavía es pronto para evaluar adecuadamente las consecuencias del proceso.

Aprendizaje

Así, para Teodoro Roca, los pasos dados hasta ahora han sido "meramente administrativos", consistentes en la reforma de los títulos, "en ajustar la estructura y el personal que tenemos al nuevo marco jurídico, y se ha hecho bastante bien, aunque seguramente se podría haber hecho mejor". Pero son los efectos de los aspectos más profundos y relevantes de la reforma -el fomento de la movilidad de alumnos y profesores, el "poner el acento en el aprendizaje del estudiante"- los que aún no pueden analizarse. "Para saber si de verdad ha ido bien o mal habrá que esperar unos diez años", advierte el decano de Física, que defiende estos cambios como "el espíritu de Bolonia", algo "bueno y sano para todos".

"Las universidades canarias están afrontando el proceso con éxito", sostiene el director general de Universidades, quien también resalta el "buen ritmo" con el que están desarrollando esta labor, sobre todo la de La Laguna, que ya tiene adaptado un 50% de sus titulaciones.

Para Juan José Martínez es destacable que se estén consiguiendo estos buenos resultados en un contexto económico "especialmente complicado" al que "nadie es ajeno".

Adelantándose a las críticas que suele recibir Bolonia, Martínez augura que el final del proceso "va a traer como resultado universitarios con más espíritu crítico y humanista, una Universidad más internacional y volcada hacia el exterior. Si tuviéramos que elegir una palabra para definirla, será una Universidad con más calidad".

Por su parte, el vicerrector de Ordenación Académica resume la actuación de la ULL hasta el momento, consistente en la conversión de las titulaciones en dos fases. Tras la adaptación de la mitad del catálogo, toca ahora el 50% restante. "Hay 17 solicitudes metidas en cajas en mi despacho esperando a ser enviadas a la Dirección General para su evaluación a nivel autonómico, y las tres que faltan -dos ingenierías y Derecho- serán tratadas por el Consejo Social en breve", con lo que "se cerraría el círculo de adaptaciones". Además, la ULL ha empezado a plantear nuevas titulaciones de posgrado.

Entre los alumnos se observan profundas discrepancias. "Creemos que el proceso, complicado e importantísimo, se está llevando a cabo bastante bien en términos generales", señala Juan Marrero, de Seull, que, no obstante, critica los errores cometidos en el grado de Periodismo, el primero en ser adaptado y que se imparte desde el curso 2008-2009. Respecto a lo que ha venido después, los componentes de Seull se sienten "muy contentos" con la gestión del equipo de gobierno.

En el extremo opuesto, Cristian Cruz, de AMEC, tercia: "No vemos positivo el comienzo del proceso de Bolonia. Los alumnos nos insisten en los numerosos errores que se cometen y es nuestra obligación denunciarlos". Este grupo estudiantil aguarda con preocupación las consecuencias del plan en la Universidad de La Laguna. "Esperemos que no acabe como el desastre alemán, con grandes subidas de las tasas de abandono".

"Bolonia es una manipulación del espíritu universitario y supone el desvío de dinero hacia las arcas privadas, que hasta ahora no han mostrado demasiado interés por favorecer el interés de todos", apunta Cristian Cruz.

Metodología docente

La parte más importante del cambio que representa Bolonia es la que afecta a las metodologías, insiste Juan José Martínez, quien recuerda que hay carreras, como Medicina, para las que el objetivo que ahora se busca ha sido su método habitual de trabajo: "grupos reducidos, experimentalidad, formación práctica". Sobre este último aspecto, afirma que "nadie se plantea que un médico o un profesor no haga prácticas", por lo que se trataría de extender esta filosofía a todas las titulaciones.

El director general considera que Canarias ha sido particularmente exigente y que el decreto aprobado en julio de 2008 "aprovecha para dar un paso más en la calidad de las titulaciones". Para ello, introduce condiciones relacionadas con la perspectiva de género o con el número mínimo de créditos que deben ser impartidos en un segundo idioma.

El representante de la Administración hace hincapié en dos aspectos del proceso: el fomento de la inserción laboral -ya que hay estudios que señalan que un 97% de los alumnos cursa una titulación para acceder al mercado de trabajo- y el refuerzo del "papel que debe desempeñar la Universidad en una sociedad avanzada".

"Esto es algo más que un simple cambio de plan, y su éxito dependerá de que estudiantes y profesores lo entiendan", indica el vicerrector de Ordenación Académica, quien alude a una ventaja que, a su juicio, tiene el sistema: "Lo bueno es que las titulaciones nacen con un marco de evaluación cada seis años para determinar si el proyecto responde a lo que se esperaba o si hay que introducir modificaciones".

Según José María Palazón, "el adagio de que más vale malo conocido que bueno por conocer no significa más que una sensación de que nos encontramos cómodos en un sistema que conocemos desde hace veinte o treinta años y de que pasar de un alumno pasivo a uno más activo puede levantar ampollas en ciertos colectivos".

Respecto a la referencia al desastre alemán, se muestra sorprendido porque se trata de un sistema "más exigente" que obliga a un examen nacional con sólo dos convocatorias para poder aprobar una titulación.

También se refiere Palazón al problema que supone la necesidad en materia de infraestructuras derivada de Bolonia. "Nos ha tocado hacer este cambio, que necesitaba una inyección de financiación adicional, con una economía cuartelaria. Esto es menos que coste cero. Vamos a ver cómo nos las arreglamos las universidades para hacer aparecer cosas de donde no las hay".

Esta aseveración encuentra réplica en el director general de Universidades. "Yo no llamaría coste cero a nueve millones de euros más para las universidades canarias, ni a 144 millones en infraestructuras", dice, para recordar que las instituciones académicas no siempre ejecutan esta inversión en su totalidad. "Ahora mismo el problema es analizar cómo proporcionar a las universidades mecanismos de gestión que permitan dinamizar todo ese volumen de inversión", avanza.

La reforma no puede hacer olvidar, precisa Teodoro Roca, que "la Universidad ha sido muy buena hasta este momento y ha permitido formar a la mejor generación de jóvenes en este país y en Canarias". El portavoz de Programa llama la atención sobre la conveniencia de "concatenar bien" el tramo Secundaria-Bachillerato-Universidad, de forma que las enseñanzas medias también se adecuen a la nueva realidad.

También cuestiona Roca el excesivo peso que adquieren las "habilidades transversales" que, a su entender, son importantes, pero no tanto como la transmisión de conocimientos y el aprendizaje del pensamiento crítico y del método científico. De cualquier forma, para el decano de Física, "el reto fundamental es el cambio de mentalidad".

"Entendemos que existan mentes conservadoras con miedo al cambio, pero deben comprender que el cambio no siempre es malo", observa Juan Marrero, de Seull, quien está convencido de que "la Universidad seguirá siendo la institución del saber, el conocimiento y el espíritu crítico, pero sin dejar de lado el mercado laboral", que es, opina, el fin que busca la mayoría de alumnos.

Finalmente, Cristian Cruz, de AMEC, pone en duda uno de los grandes objetivos que persigue el proceso de Bolonia, la movilidad. "¿A qué coste y con qué beneficios?", se pregunta Cruz, para quien este concepto "se está sobrevalorando". En este sentido, cree que en Canarias "hay otras prioridades". AMEC también rechazan que se les tache de conservadores. "Hemos demostrado ser todo lo contrario", asegura Cristian Cruz, quien defiende "un cambio, pero no éste".

Texto: M. GÓMEZ y L. CARRASCOSA Fotos: MARÍA PISACA