El retraso en la implantación del gas natural en Canarias como fuente de energía le cuesta a las Islas 300 millones de euros anuales. Así lo afirmó el profesor del departamento de Análisis Económico de la Universidad de La Laguna Gustavo Marrero durante una conferencia ofrecida en la sede de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, informó ayer esta institución.

Según Marrero, desde 2006 está previsto en los presupuestos de Canarias la introducción del gas natural para sustituir parcialmente al fuel y como complemento al desarrollo de las energías renovables, una iniciativa que persigue diversificar la oferta, mejorar la eficiencia energética y disminuir la emisión de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera.

El experto reconoció que a las limitaciones que existen en Canarias por su condición de región ultraperiférica y carente de recursos energéticos convencionales se suma el hecho de que el 99,5% de las energías primarias dependen del petróleo, lo cual obliga a incumplir con el protocolo de reducción de emisiones de Kyoto.

Marrero argumentó que el gas natural es un combustible fósil que no es tóxico ni corrosivo y que permite una importante reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, así como una elevada eficiencia para la generación eléctrica utilizando ciclos combinados.

Por su parte, el director general de la compañía Transportista de Gas de Canarias (Gascan), Juan Márquez, expuso en el mismo foro que Canarias necesita un suministro de gas "seguro, respetuoso con el medio ambiente, que tenga una elevada fiabilidad y que sea económicamente competitivo", para lo cual es vital la construcción del nuevo puerto de Granadilla, al que está estrechamente vinculado el proyecto de los ciclos combinados de "regasificación" de Tenerife. "Si no se acomete, podemos perder el tren" de la diversificación energética, advirtió.