Samuel, el joven de 25 años que fue despedido el pasado año por la empresa Aeromédica Canaria por padecer cáncer, ha sido dado de alta por el SCS, después de que la última prueba realizada por el PET en el Hospital Negrín de Gran Canaria diera como resultado que estaba limpio del linfoma de Hopkins que le habían diagnosticado en agosto de 2007.

La alegría que rebosa Samuel se manifiesta en la carta "grito a la vida y al mundo", en la que manifiesta su agradecimiento "a los profesionales, amigos, conocidos, periodistas, a toda la sociedad, y, por supuesto a mis padres, que en todo momento han estado a mi lado para darme ánimos y apoyándome día a día, porque la demostración de ese cariño es el que necesitamos para poder superar las etapas que debemos afrontar los enfermos de cáncer", precisa Samuel.

Este joven era trabajador sanitario desde 2005, pero fue despedido por Aeromédica Canaria por padecer cáncer y "no ser rentable para la empresa", según indicó la citada empresa.

La opinión pública se hizo eco de su situación y él dirigió una emotiva carta a sus compañeros de trabajo y a la sociedad, agradeciendo el apoyo recibido y especialmente a "quienes ejercen la medicina, a quienes investigan sobre nuestra enfermedad, a quienes nos acompañan en la vida cotidiana y a ti que compartes conmigo la enfermedad".

Antonio Quintana, padre del afectado, manifestó a EL DÍA su satisfacción por los buenos resultados obtenidos tras la puebla médica realizada en el PET del Hospital Doctor Negrín .

Explicó que Samuel tenía previsto desplazarse hasta Madrid para someterse a esta prueba, pero Sanidad lo llamó para comunicarle que ya se la podía realizar en Gran Canaria.

Calificó como "un gran regalo" la buena noticia que acaba de recibir su único hijo y recuerda que fue despedido "injustamente" por la empresa Aeromédica Canaria.

Samuel está buscando trabajo "en lo que sea". Asegura que se encuentra con fuerzas suficientes y, sobre todo, quiere recuperar el tiempo perdido.

Samuel explica en la carta remitida a este periódico que "la vida es lucha hasta el último momento de nuestras vidas, eso es muy cierto, lucha que todos debemos darla, en el crecer, en el compartir, en el comprender, en el merecer nuestras vidas y también lo que dejamos, en nuestra memoria, no obstante lo pequeños que somos, en la dimensión del espacio y el tiempo (...) Pongamos fin a la falta de armonía, al miedo, al terror y a la indecisión, recuperemos la armonía entre el alma y la mente, y entonces el cuerpo estará una vez más perfecto en todas sus partes".

Anima a todos los enfermos a tener confianza en su curación.

En su canto a la esperanza afirma que "cada uno de nosotros es un terapeuta, porque cada uno de nosotros siente en su corazón amor por algo, ya sea por sus semejantes, por los animales, por la naturaleza o por alguna forma de belleza, y todos deseamos protegerlo y ayudar a que se desarrolle (...) Asimismo, todos sentimos compasión por los que sufren, y eso es naturalmente así, porque todos hemos sufrido alguna vez en nuestras vidas. De modo que no sólo podemos curarnos a nosotros mismos, sino que tenemos el gran privilegio de ser capaces de ayudar a otros a curarse a sí mismos, y los únicos requisitos necesarios para ello son el amor por la vida, y la fe".

Su alegría lo lleva a afirmar que "a veces la vida nos sorprende con una segunda oportunidad (...) y nunca es tarde para cambiar actitudes".