No quiero empezar este artículo, que tiene bastante enjundia, sin antes expresar, públicamente, mi más rotundo y enérgico rechazo a la exaltación españolista puesta en escena la pasada semana en esta colonia con la celebración, a bombo y platillo, de un Consejo de Ministros del Gobierno español con el que se pretendía "certificar" la impuesta y artificiosa "españolidad de Canarias". ¡Y me da exactamente igual en qué Isla se haya celebrado! Porque, como patriota, considero que el agravio, la provocación y el intolerable insulto de la metrópoli era que tal parodia se haya celebrado en Canarias: un "territorio nacional" de un Estado europeo en África que la legalidad internacional ya no ampara hoy en día. ¡Y ahí está el mandato expreso de la ONU para que España proceda a su descolonización en 2010!

Ya lo decía en uno de los pasajes de mi escrito, "Carta abierta al primer ministro español" (ver EL DÍA, 09-08-09), a propósito de las vacaciones veraniegas del señor Rodríguez Zapatero en Lanzarote: "? Si usted piensa remotamente que la Presidencia española de turno de la UE , en el primer semestre del próximo año, será la panacea para seguir manteniendo por los siglos de los siglos la anacrónica soberanía política que todavía ejerce España sobre Canarias, se equivoca absolutamente. Ni siquiera un calculado y meticuloso silencio administrativo -otra maniobra dilatoria de las suyas- hasta rebasar la fecha fatídica va a revertir la incontestable situación colonial del Archipiélago canario. ¡Por muchos Consejos de Ministros, comisiones europeas, reuniones de las RUP y demás parafernalia propagandística que se celebren en esta tierra!".

De esta forma funciona España. Téngase en cuenta -entrando ya en materia- que en la canallesca política colonial española desarrollada en Canarias ha sido una constante histórica, entre otras prácticas deleznables, utilizar permanentemente los agravios comparativos (divide y vencerás), y apelar a los miedos atávicos y a las fobias de este pueblo. Así, siempre que se plantea legítimamente la independencia y soberanía de Canarias (cuyos razonamientos político-jurídicos sería prolijo volver a enumerar), la socorrida y sempiterna respuesta es "¿y de qué vamos a vivir?"; seguida del temeroso comentario: "si somos independientes, Marruecos nos invade". Odiosas patrañas y calculadas falacias que no se corresponden para nada con la realidad.

Primero, porque si Canarias no generara riqueza e ingentes recursos económicos, que alguien me explique cómo cada día se abre una nueva sucursal bancaria o de cajas de ahorro, se instalan compañías de seguros, grandes superficies, multinacionales de alimentación y otras. ¿O es que todos esos operadores son ONG sin ánimo de lucro? Aunque podría suceder, y yo no me haya enterado todavía, que cada canaria/o recibe cada mes un sobre del Gobierno español de turno para seguir viviendo. Y, segundo, a Marruecos no le ha hecho falta invadirnos, ¡ya estamos dentro de su Zona Económica Exclusiva desde el año 1981!; aunque repartido por todas las Islas haya un numeroso contingente (imposible de cuantificar) de marroquíes llegados no solo en pateras.

En todo caso, Marruecos es un Estado soberano (lo que a veces parece ignorarse) y. como tal, firmante de la Convención de Jamaica de 1982, el 10 de octubre de 1994. Y, en aras de esa soberanía, legítimamente facultado para proclamar sus espacios marítimos, instituyendo y promulgando -como así ha hecho- las leyes correspondientes, caso del Dahir de 8 de abril de 1981, mediante el cual instituyó su ZEE de 200 millas, en la que, ciertamente, está inmerso parte del Archipiélago canario; pero que lo estará totalmente si este país decide ampliar por el Oeste su plataforma continental 150 millas más (en total 350 millas) aplicando el Artículo 76.6 de la Parte VI del vigente Convenio del Mar, sabiendo, como sabe, que España no puede delimitar las aguas de Canarias más allá de las 12 millas de mar territorial alrededor de cada Isla, en tanto que posesión de ultramar, en otro continente; y que enfrente no tiene ningún Estado que pueda oponerse legalmente a esa delimitación. Otra cosa es cuando Canarias alcance el "status" de Estado archipelágico, libre y soberano y, por tanto, sujeto de Derecho Internacional, y pueda negociar con Marruecos el establecimiento y trazado de la correspondiente mediana entre ambos países, por el método de la "equidistancia", que no de la "equidad", como propugnan los juristas marroquíes que sostienen, además, que el Archipiélago canario está situado en la prolongación natural de la plataforma continental de Marruecos.

En este sentido, es muy importante resaltar que la Plataforma Continental del Estado ribereño, que es la prolongación submarina de su costa, y cuya columna de agua suprayacente es la Zona Económica Exclusiva, de igual dimensión que ésta, según se estableciera en el Artículo 1 de la Convención de Ginebra de 1958 y se ratificara en la de 1960, es un derecho "ipso iure" y "ab initio" del Estado costero, como repetidamente ha sentenciado el TIJ de La Haya. No es, pues, una apreciación gratuita cuando afirmo, con todo conocimiento de causa, que uno de los grandes escollos de las relaciones exteriores de la futura RFC será, precisamente, la delimitación con Marruecos.

Este país ha sido, por otro lado, el "enemigo" inducido por España. Recordemos que aparte del contencioso de las llamadas eufemísticamente "ciudades autónomas" de Ceuta y Melilla, ¡en territorio marroquí!, y el rocambolesco episodio del islote Perejil (Leila, para Marruecos, ¡que está dentro de su mar territorial!), uno de los agravios -unido al apelativo racista y xenófobo de "moros"- que siempre ha gravitado sobre las relaciones hispano-marroquíes, es el famoso eje defensivo Baleares-Estrecho-Canarias, que parte del supuesto táctico de que "el enemigo viene del Sur". Miedo ancestral que se ha extrapolado interesada e intencionadamente a Canarias (en este caso el "enemigo" viene del Este); ya que, históricamente, España nos ha señalado -¡y los canarios han caído en la trampa colonialista!- quiénes son nuestros "enemigos" y quiénes deben ser nuestros "amigos". De ahí la indisimulada animadversión, con tintes racistas, que se manifiesta desde algunos sectores de Canarias hacia el vecino país, con el que, paradójicamente, debemos mantener, por imperativo geográfico, sobre todo, unas excelentes relaciones de amistad y cooperación en función de nuestros legítimos intereses en la zona. Téngase en cuenta -repito una vez más- que desde el faro de la Entellada hasta la punta Sttarford, en Marruecos, hay tan sólo 96 km.

En este contexto, cabe afirmar que Marruecos debe ser nuestro necesario amigo, no sólo porque su territorio del Sur-Oeste constituye nuestro "hinterland" natural, sino porque Canarias debe estar presente y participar en sus planes de desarrollo. Si España, pese a todo, ve con buenos ojos que Andalucía esté contribuyendo al desarrollo y la prosperidad del Norte de este país, su zona de influencia, ¿qué problema hay para que Canarias contribuya, transfiriendo su tecnología y "know how", al desarrollo de la "fachada atlántica" marroquí? Marruecos (¡tan cerca, pero tan lejos! por culpa de España) está llamado a ser una potencia emergente de África, con un desarrollo imparable. Véanse algunos ejemplos: el plan estratégico del turismo contempla la afluencia de 10 millones de turistas en el 2010, y en Agadir ya hay una significativa presencia de empresas canarias, como la consultora internacional de ingienería RG-10 Maroc. De suma importancia es la presentación en Agadir, presidida por el monarca Mohamed VI, de la nueva estrategia del sector haliéutico (pesca), así como la central térmica de Tarfaya de 100 MW. ¿A qué están esperando los empresarios canarios?

Termino con una cita del refranero popular canario que dice: "De Tuineje a Berbería se va y viene en un día"?

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