LAS LLAMADAS de felicitación por haber incluido en nuestra primera página de ayer el pajarito canario, el cuadro de los guanches, la bandera de las siete estrellas verdes y la oración para que Canarias vuelva a ser de los canarios, colapsaron ayer la centralita telefónica de EL DÍA. Prescindiendo de la modestia que nos caracteriza, podemos decir que la portada de nuestro periódico copó la atención de todo el Archipiélago. Nuestras ansias de libertad, que son divinas y humanas, pueden más que la maldad de quienes nos oprimen y son superiores al cinismo de quienes nos gobiernan. Queremos pensar que los ataques que sufrimos no proceden de la ruindad de nuestros detractores -aunque en algún caso pueda ser así-, sino de la ignorancia y los falsos sentimientos de españolidad que todavía padecen muchos habitantes de estas Islas. Lo repetimos: somos una colonia disfrazada de comunidad autónoma. España nos ha revestido de comunidad autónoma para perpetuar una dominación sobre esta tierra que inició hace seis siglos. Pero este vil engaño y opresión no se los toleran ya a España ni Canarias ni el resto del mundo, porque estas Islas no forman parte de la nación española; este Archipiélago está en otro continente. ¿Quiere que se lo volvamos a decir, señor Zapatero y señores ministros del Gobierno de España?

Ahora, cuando el proceso que ha de llevarnos a nuestra independencia no tiene vuelta atrás, nos carcajeamos de quienes siguen empeñados en reformas electorales, en el mantenimiento de un Estatuto de Autonomía de claro corte colonial -que nos convierte en cipayos de la Metrópoli- y en otras astucias del Gobierno de Madrid para que sigamos siendo una colonia descaradamente encubierta. ¿Quién puede dar crédito a Santiago Pérez, a la señora Oramas, a la niña Tavío, a los hermanos Ríos y a su papá, a los Néstores Padrones, a los Sorias y a tantos canarios españolizados que han vendido su tierra a los intereses de los peninsulares mientras abultaban sus bolsillones políticos? ¿Es que ninguno tiene lágrimas para llorar la masacre que sufrieron sus antepasados a manos de los viles conquistadores españoles, durante la genocida invasión de este Archipiélago hasta entonces afortunado? ¿Cómo es posible que ahora aparezca don Santiago Pérez, respetabilísimo y dignísimo diputado regional, atiborrador de juzgados, asesor de falsos ecologistas, redactor de minutas para denunciar, denunciar y denunciar, hablando de tonterías como la reforma de los topes electorales? El señor Pérez ataca a todo el que discrepa de él. Menos mal que no existe pena de muerte, porque a estas alturas ya nos habría fusilado. Cuando se refiere al Estatuto de Autonomía, a una posible reforma electoral y a disparates por el estilo, Santiago Pérez sigue pensando en pajaritos preñados. ¿Cuántas veces deberemos decir que todo eso constituye una pérdida de tiempo, porque lo que necesita Canarias para superar la crisis es su independencia? El año 2010 está a la vuelta de la esquina. Doce meses en los que, por lo menos, deberán iniciarse las conversaciones previas para establecer un Estatuto de transición hacia nuestra soberanía absoluta; es decir, nuestra independencia. Todo lo demás, volvemos a decirlo, es perder el tiempo.