La cultura canaria está de luto por la muerte de uno de sus creadores más queridos, el poeta y novelista tinerfeño Rafael Arozarena, quien falleció anteanoche a los 86 años en el Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria, víctima de una enfermedad renal contra la que luchó en los últimos años. Premio Canarias de Literatura -galardón que compartió en 1998 con su amigo y copartícipe del grupo fetasiano Isaac de Vega- y miembro de la Academia Canaria de La Lengua, en la que ingresó hace nueve años, Arozarena deja tras de sí un valioso legado literario que abarca la prosa, la poesía y el artículo periodístico.

"Mararía" quedará, sin duda, como su obra más celebrada, de hecho se ha convertido en el paradigma de la novela de tema canario. Hasta el último momento, el autor se vio identificado con su creación, fenómeno que se ha repetido en numerosas ocasiones a lo largo de la historia de la literatura, de Flaubert a Nabokov, pero, aunque agradecido por la fama que le reportó, Arozarena antepuso siempre "Cerveza de grano rojo", otro de sus relatos, editado en 1984.

Sus seguidores no han quedado del todo huérfanos. Antes de morir Arozarena dejó concluida su esperada y anunciada novela "El señor de las faldas verdes", según recordó ayer el escritor, filólogo y político tinerfeño Juan Manuel García Ramos. Para el autor galardonado con el Premio Canarias en 2006, Arozarena fue "un tratante meticuloso de la palabra y nos ha dejado quizá la fábula que nos da, con mayor acierto, las claves de la magia insular, que es Mararía".

La vindicación de la palabra como elemento vital, la búsqueda literaria de mundos y espacios alternativos y el avatar del individuo en un mundo hostil son algunas de las claves de su obra, reconocida como una de las contribuciones más valiosas a las letras canarias de la segunda mitad del siglo XX.

Combatir con la palabra

En el día de ayer se sucedieron las reacciones de condolencia en los ámbitos artístico, académico y político del Archipiélago.

La consejera de Educación, Universidades, Cultura y Deportes del Gobierno autónomo, Milagros Luis Brito, lamentó en una comparecencia parlamentaria la pérdida de "una de las figuras señeras de la literatura en el Archipiélago", pérdida que se suma a la de José María Millares Sall, fallecido el pasado 8 de septiembre.

"Un grande de las letras canarias nos priva de su presencia y nos regala su legado literario, nos deja en herencia la sabia forma en que miraba la vida", explicaba a su vez la concejala de Cultura de Santa Cruz de Tenerife, Ángela Mena, mientras que el Cabildo de Tenerife emitía una nota institucional en la que subrayaba "sus numerosas aportaciones al arte de la palabra" y "haber llevado el nombre de Canarias -latente en sus escritos- por todo el mundo".

En lo que concierne a la Academia Canaria de la Lengua, de la que Arozarena era miembro honorario, su presidente, Ramón Trujillo, calificó de "muy importante" la pérdida de un autor al que, además, se debe "una obra maestra insuperable, una novela modélica, Mararía" que es, a la vez, el título de las letras contemporáneas canarias "que mayor proyección universal ha obtenido".

Con Arozarena muere, según el también académico Juan Manuel García Ramos, "un gran poeta y novelista, que además ha tenido que sortear enfermedades de todo tipo en los últimos años y que, al mismo tiempo, ha sabido seguir combatiendo con la palabra".

Los poemarios "Fetasian sky" (2003) y "Poliedros del mar" (2008) y la novela "Los ciegos de la media luna" (2008) son destacados por García Ramos dentro de una producción que se extiende desde mediados de los años 40 del siglo XX (con los poemarios "Romancero canario" y " La sombra de los cuervos") hasta la actualidad, pasando por títulos como "Aprisa cantan los gallos" (1964), "El ómnibus pintado con cerezas" (1971), "Silbato de tinta amarilla" (1977) y las novelas juveniles "La garza y la violeta" (1996) y "Fantasmas y tulipanes" (1998). En 2003 fueron reunidos sus "Cuentos" y los relatos bajo el título "El dueño del arco iris".

En los años 50 del pasado siglo y junto a otros escritores tinerfeños, como Isaac de Vega, Antonio Bermejo y José Antonio Padrón, formó parte del grupo fetasiano, que en el núcleo represivo del Franquismo desarrolló una visión conflictiva del ser humano que constituye una pieza fundamental de la cultura canaria contemporánea, aunque la idea de Fetasa era, a juicio de Arozarena, irreductible a la explicación verbal.

El autor será incinerado hoy, a las 10:30 horas, en el cementerio santacrucero de Santa Lastenia.