Los amplios colectivos vecinales de Puntagorda, al igual que ha sucedido en otros puntos de la geografía insular, se han unido para defender lo que consideran una tradición y evitar que se derriben los espacios situados en el litoral del noroeste de la Isla que estaban, según afirman, habilitados con anterioridad, en siglos, a la propia Ley de Costas.

La preocupación vecinal ha quedado patente en diversas reuniones y un amplio grupo de personas se muestra dispuesto a luchar en el marco administrativo y jurídico para buscar soluciones. En apoyo a esta causa se han recogido unas 600 firmas y además Adrián Candelario, poeta vecino del municipio y autor de dos libros de décimas, ha escrito unas que recogen el sentir del pueblo ante esta realidad y que se han distribuido por la Isla.

Mientras, desde el Ayuntamiento de Puntagorda se han realizado gestiones dirigidas a la búsqueda de una solución que, respetando la legalidad y de acuerdo con la tradición, permita continuar el uso y disfrute del litoral a todos los puntagorderos. Vicente Rodríguez Lorenzo, alcalde de Puntagorda, ante la situación creada con el inicio de los expedientes mencionados y la inquietud que sufren los vecinos del municipio, ha planteado en la corporación local que representa directamente los intereses de sus habitantes y ciudadanos, la necesidad de proponer la adopción de los acuerdos que se estimen necesarios, haciendo constar con carácter previo las peculiaridades en el uso del litoral que se dan en este municipio.

Parte de la historia

Los asentamientos costeros que defienden los vecinos, con una arquitectura sencilla, adaptada al medio agreste y escarpado, han logrado, entre otras cosas, el mantenimiento del propio paisaje costero y de antiguos caminos, hoy atractivos senderos turísticos, vinculados a las costumbres y tradiciones de estos pueblos. Así lo manifiestan estos ciudadanos, que entienden que "los asentamientos costeros tradicionales de Puntagorda son fruto del devenir de la propia historia del pueblo".

Al respecto, apuntan, "estos pequeños núcleos están desde su origen y a lo largo de todo su desarrollo como municipio. Con su eliminación, las tradiciones, las costumbres, la propia idiosincrasia de Puntagorda se verían dramáticamente afectadas, porque tal eliminación no va dirigida a la recuperación del entorno y de su fisonomía original, sino a la urbanización de enclaves siguiendo modelos ajenos a los usos y tradiciones de los puntagorderos.".

Ni antes ni ahora, añaden los puntagorderos, "nos encontramos con un uso especulativo, sino con la tradición que se ha heredado durante décadas. En verano los vecinos y visitantes de nuestro pueblo han encontrado antes la propia supervivencia y ahora un lugar de esparcimiento en nuestra costa".