PODRÍAMOS CITAR un millón de motivos a la hora de establecer la razón que tiene Canarias para pedir su independencia. Muchos de ellos los hemos expuesto a lo largo de los últimos meses en nuestros comentarios y editoriales. Otros los iremos analizando en el futuro, con arreglo al tiempo y al espacio disponible. En este sentido, desde ahora mismo nos preguntamos si puede existir una razón de más peso que la obligación que tiene España de devolvernos la libertad que nos arrebató. La libertad es un sagrado tesoro. Lo han dicho voces divinas y literarias. "¡Celeste libertad! ¡Astro fecundo!", escribió Manuel del Palacio. ¿Existe alguna razón más poderosa, insistimos, que pedir la devolución de lo robado mediante una invasión criminal de las tropas españolas? Un ejército despiadado y vil, al frente del cual iba el adelantado Fernández de Lugo, enterrado por la fuerza -y contra toda lógica- en la catedral de La Laguna. Le asiste todo el derecho a Antonio Cubillo para pedir que su cuerpo sea exhumado y la tumba clausurada, y también que se cambien los nombres de algunas calles que hoy siguen dedicadas a la memoria de los conquistadores genocidas de 1490 y pico, a los de antes de esa fecha y a los posteriores. Aquí pueden seguir viviendo sus descendientes, pues no tienen culpa de los crímenes que cometieron sus antepasados. Lo improcedente es que se siga dando sus nombres a las vías públicas y otros lugares. Por ejemplo, la Plaza de los Adelantados en La Laguna, la Plaza del Adelantado en El Rosario y la calle del Adelantado en Santa Cruz. Y lo mismo cabe decir de otros muchos espacios públicos en distintos pueblos y ciudades de Tenerife y de todo el Archipiélago.

Hoy no queremos profundizar; sólo lo haremos, como lo hemos hecho otras veces, en el anhelo de la independencia, pues nuestra libertad llegará más pronto que tarde. Es absurdo que estas Islas sigan sujetas a los españoles. Sin embargo, no es ese el único absurdo. También lo es hablar de la unión de los nacionalismos canarios, como acaba de hacerlo una vez más Ignacio González. Una tarea inútil. Los nacionalismos que pululan hoy en día por el Archipiélago ni son fructíferos para Canarias, ni lo son para sus protagonistas, salvo para colarse en los cargos públicos. ¿A cuenta de qué está Ignacio González en el Ayuntamiento de Santa Cruz? Está porque ocupa un cargo bien remunerado, y no en virtud de sus ideas nacionalistas que son sólo un juguete político. En ningún caso se trata de ideas conducentes a la independencia de Canarias -una independencia que acabe con la corrupción-, pues ese asunto a él y a los otros nacionalistas de su mismo corte les trae sin cuidado. A ninguno le importa alcanzar un régimen de soberanía propia que acabe con esa mencionada corrupción, y también con el desgobierno español, y que infunda en el pueblo canario la moralidad de la que habla José Luis Concepción -un canario auténtico y un patriota sin par- en los artículos que comentábamos ayer.

Los nacionalismos del CCN de Ignacio González, del PNC que Juan Jesús Ayala preside en Tenerife, de CC -qué canallada y qué engaño político- y el de Nueva Canarias-Nueva Gran Canaria de Román Rodríguez no son necesarios. No lo son porque el año 2010 está a la vuelta de la esquina, y ninguno de ellos va a llegar a tiempo de participar activamente en nuestra liberación nacional; ni separados, ni unidos. Además, ¿puede defender el futuro en libertad de estas Islas un nacionalismo como el de CC, en el que milita doña Ana Oramas? Una señora que ha ido a Madrid para actuar de socialista, tras decirle a los canarios que lo hacía para defender sus intereses, porque en realidad únicamente aspira a que la hagan ministra de la nación que nos sojuzga? ¿Pueden los canarios esperar algo de una política como ella? ¿Y de Román Rodríguez? ¿Qué podemos esperar de Román Rodríguez los tinerfeños? ¿No es este señor un político que perjudica cuanto puede a Tenerife con tal de barrer para Las Palmas? Los nacionalismos de este momento son una opereta llenabolsillos. Por eso ya no creemos en ningún nacionalista; sólo creemos en los independentistas.

También confiamos en la juventud. Nos agrada leer que los jóvenes de CC en Canaria recuperan el discurso soberanista y la idea del Estado libre asociado. El concepto de Estado libre asociado fue aceptable en el pasado como etapa intermedia en el camino hacia nuestra independencia total, pero hoy está obsoleto. Sí coincidimos plenamente con Víctor Luaces, nuevo presidente de las juventudes nacionalistas en Las Palmas, cuando afirma que los jóvenes no deben tener miedo "a la hora de defender la soberanía del pueblo canario y decir con todas las palabras que Canarias es una nación". Sobraba en ese congreso de las juventudes de CC el discurso de la orgásmica política del Parlamento autonómico. La señora Julios, reprobadora de periódicos y perseguidora de la libertad de información, tampoco tiene algo útil que aportar al nacionalismo, ni a nada. Es una inútil política total, que no deja de cobrar sueldos a cargo de los contribuyentes.

La independencia de Canarias es nuestra mayor aspiración. Por eso le dedicamos amplios espacios en los editoriales y comentarios de EL DÍA. No obstante, también debemos ocuparnos de otros asuntos. Por ejemplo, comulgamos con las hostias del artículo publicado el domingo en nuestro periódico por Antonio Plasencia, presidente de la Patronal de la Construcción, con el título "Hablemos claro". Acierta el señor Plasencia cuando habla de "Unos talibanes ecologistas que de talibanes tienen mucho y de ecologistas poco, y que en los últimos años han engañado a una parte de la sociedad con sus argumentos demagógicos y mesiánicos. Pero hoy la mayoría de los tinerfeños y canarios se han dado cuenta de las implicaciones de hacer caso a estos ecologistas de despacho y corbata, algunos de los cuales, por cierto, no han pisado en su vida el monte y sólo conocen algo de la naturaleza por los documentales de la televisión, o por lo que ven desde las ventanillas de sus potentes y poco ecológicos automóviles".

También acierta el presidente de Fepeco cuando dice que "muchas veces parece que hay una ofensiva orquestada y directa para que Tenerife no progrese. ¿Nos enteraremos algún día de qué intereses hay realmente detrás de estos grupos, de estos profesores y funcionarios, para que se opongan en Tenerife a cualquier proyecto, como es el caso del tren, la vía exterior, el cierre del anillo insular o el puerto de Granadilla? ¿Serán ciertos los comentarios que afirman que existe una conspiración contra Tenerife? En Gran Canaria la ampliación de la autopista desde Puerto Rico a Mogán discurre durante varios kilómetros entre túneles y puentes. Allí no ha habido problemas ni grandes protestas. En Gran Canaria la población sale a la calle a demandar las obras que consideran necesarias para su progreso y desarrollo. ¿Aquí hubiera sido posible ejecutar tranquilamente una obra semejante a la vista de los precedentes?".

No dice nada Antonio Plasencia que no hayamos repetido nosotros en innumerables ocasiones. Sólo nos cabe añadir que los capos de esos enemigos de Tenerife se han refugiado en la Universidad de La Laguna; una institución noble que han contaminado con su indeseable presencia. Estos individuos, este claustro negro que le ha tocado en desgracia a la principal Universidad de Canarias -la más antigua; la de más solera- lo impiden todo: el puerto de Granadilla, el cierre del anillo de autopistas, la segunda pista del aeropuerto del Sur, la vía de cornisa; absolutamente todo, incluido los trenes de Tenerife y el proyecto de Las Teresitas. Asuntos, junto con un interesante artículo de Ricardo Melchior, que abordaremos de forma específica y con mucha amplitud en nuestro comentario de mañana.