Los problemas de salud por los que atraviesa el director chino Lü Jia han permitido que uno de los maestros más versátiles y experimentados del universo musical, Oleg Caetani, haya tomado las riendas de la Orquesta Sinfónica de Tenerife en la inauguración del Festival de Ópera 2009. El ciclo, coordinado en la dirección artística por Giancarlo del Monaco, alzó su telón anteanoche con una impactante "Salomé" que cosechó una ovación de diez minutos al final de la primera función y que hoy tendrá su segunda oportunidad, con aforo lleno, en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife.

Hijo del gran director ruso Igor Markevitch, Oleg Caetani (Lausanne, Suiza, 1956) es el fruto de una rica simbiosis cultural. Por sus venas corre sangre eslava e italiana; ha bebido de la casi todas las culturas europeas y su trayectoria pasa, entre otros países, por la extinta Unión Soviética, Italia, Alemania, España y Australia, con orquestas del calibre de la Staatkspelle de Dresde, desafíos operísticos como "Otello" en La Scala de Milán e importantes eventos musicales como el que ofreció en abril del pasado año al Papa Benedicto XVI.

Cabe destacar que, pese a haber dirigido durante treinta años en España, Caetani debuta en Tenerife como director de ópera a escala nacional, ya que todos sus compromisos han sido hasta ahora de carácter sinfónico.

Siempre se ha dicho que la orquesta es una de las voces protagonistas de "Salomé".

No puede decirse tal cosa. Lo más importante en "Salomé" es la propia "Salomé"; como en "Traviata" y "Carmen", el principal personaje femenino es el núcleo de la representación. Es cierto que en el drama de Strauss el papel de la orquesta es enorme, de una dimensión supersinfónica, casi más que en Wagner y con una mayor variedad que éste, ya que pasa de la música de cámara a "explosiones" de toda la orquesta. Para mí todo lo que de genuino tiene el siglo XX en el campo musical empieza con "Salomé". Por lo tanto es ideal para comenzar un festival, ya que en sí misma constituye un punto de partida en la historia de la ópera. Es la primera ópera que incluye música modal, atonal, bitonal, tritonal y elementos expresionistas que convierten lo feo en una expresión potencialmente fascinante. También es la única ópera que conozco en la que la protagonista interpreta asimismo el ballet, la única concebida en un solo acto con el ballet en el centro de la representación... Quizá la mejor, o la más completa, de todas las óperas escritas en un acto.

Con independencia de la baja del actual titular de la OST, ¿qué le movió a aceptar la invitación de Giancarlo del Monaco?

Sabía que la Sinfónica de Tenerife era fantástica, porque es el resultado de veinte años de trabajo con un mismo director, Víctor Pablo Pérez, y esta continuidad es lo que da forma y carácter a una orquesta, la que le confiere su necesario equilibrio. Todo en ella es de óptima calidad, los solistas, las secciones... Un conjunto sinfónico es ideal para hacer "Salomé", porque las típicas orquestas "de ópera" tienen a veces secciones y solistas de un nivel desigual. Otro de los problemas actuales es que, a veces, las orquestas carecen de personalidad. La OST la tiene. Es un conjunto internacional y, a la vez muy latino, cualidad que percibo sobre todo en la homogeneidad y transparencia de los metales.

Su padre dejó una gran huella en España, donde usted pasó su infancia. ¿Qué recuerdo tiene de aquellos años y qué cambios ha detectado en el terreno musical?

Guardo un recuerdo maravilloso. Llegué a España en 1964, cuando tenía ocho años; por aquel entonces el país que aún gobernaba Franco no tenía una vasta cultura musical y había pocas orquestas. El milagro de la explosión de la cultura musical en España se ha producido en los últimos treinta años, con la apertura de una treintena de auditorios dotados de una buena acústica y la creación de numerosas orquestas en ciudades de provincia, conjuntos que han alcanzado un nivel internacional.

España, como dice, viene de esa época de bonanza en que se han construido grandes orquestas y teatros. ¿Va hacia otra más contenida en el gasto destinado a la música clásica?

La crisis en este ámbito arranca en otros países de Europa hace treinta años con el problema económico que afectó a los sellos discográficos. En España es un fenómeno relativamente nuevo. Pienso que la crisis puede ser aquí un problema durante dos o tres años, pero no más. La música en España atraviesa una etapa de evolución que no debe interrumpirse. En este sentido soy optimista, especialmente en lo que concierne a España y a los países de Europa del Este, donde se están acometiendo proyectos fantásticos en el campo de la música clásica.