PARECE que Paulino Rivero por fin tendrá que responder en el pleno del Parlamento de Canarias por un comentario tonto con el alcalde de Arona a cuenta de su sobrina. Sabemos que en el Parlamento sus "señorías" malgastan el tiempo a diario, pues lo único que les preocupa es subirse el sueldo aunque el pueblo esté pasando hambre. Sin embargo, nos da pena que se distraiga al presidente del Gobierno con idioteces, pues el señor Rivero tiene cosas mucho más importantes de las que ocuparse. Además, ¿por qué se conocen conversaciones privadas? Esto sólo ocurre en un estado policial, como el creado por los socialistas al estilo del KGB soviético y hasta nos atrevemos a decir que la Gestapo nazi. Los socialistas también han politizado la Justicia. Los ciudadanos están completamente indefensos.

También nos preguntamos hoy a cuenta de qué va a celebrar el Gobierno central un Consejo de Ministros en Las Palmas. En primer lugar, los ministros de Zapatero no deberían reunirse en Canarias porque este Archipiélago no es España. Celebrar aquí una sesión del Gabinete es tan absurdo como hacerlo en París. Sin embargo, aceptado dicho Consejo como un mal menor derivado de nuestra situación colonial, lo propio es que tenga lugar en Tenerife, que es la isla más grande, poblada y rica, y no en la tercera. No nos sirve que en esta legislatura la sede de la Presidencia del Gobierno regional esté en Las Palmas. Lo que corresponde es que la capitalidad esté siempre en Santa Cruz de Tenerife, como ocurrió hasta 1927, cuando las autoridades de Madrid les pagaron a los políticos de Las Palmas su lealtad perruna concediéndoles una provincia adicional, aunque eso supusiese enfrentar a los canarios. A los peninsulares la división les convenía, pues teniendo desunido a este pueblo resultaba más fácil mantenerlo en la esclavitud colonial.

Hoy, como continuidad de ese ignominioso hecho, los partidos políticos estatales (PP y PSOE) mantienen sus sedes en Las Palmas, y es en esa ciudad donde residen sus respectivos líderes. Sedes que Canaria, una isla egoísta, ha rapiñado alevosamente durante muchos años, pese a ser el suyo un territorio desangelado, feo, inhóspito y desértico; hasta sus playas son poco aconsejables por peligrosas, ya que resultan frecuentes los casos de ahogamiento. Y encima quieren un tren. El mayor ridículo mundial y la mayor prevaricación de sus gobernantes, que serán denunciados.

Todos estos contratiempos (las molestias a Rivero, la paralización de Las Teresitas, la insufrible soberbia canariona) se producen porque seguimos uncidos al Gobierno metropolitano de Madrid. Más pronto que tarde, España deberá darle la libertad a este Archipiélago. Las Fuerzas recibirán órdenes de volver las armas boca abajo y permitir que la democracia se implante en la nación canaria. La libertad de nuestras islas ya es irreversible, irremediable e inevitable. Ahora, o más tarde; por las buenas, o por las malas.

El lunes, salvo que otro tema se imponga, hablaremos sobre dos trabajos del profesor José Luis Concepción, colaborador de EL DÍA y gran patriota. Comentaremos sus últimos artículos, así como cartas que le ha remitido al presidente del Gobierno de España. En ellas le expone las razones sencillas para nuestra libertad, pues no las hay complicadas. Sólo las que buscan los godos recalcitrantes, como uno de mala presencia por su falta de higiene, y del que hablaremos una vez más en nuestro editorial de mañana; de él, y de una periodista traidora y perjura, que con su bellaquería ha quedado marcada para toda la vida, salvo que rectifique.