PARECE que en el PSOE empiezan las inquietudes por el liderazgo de Zapatero, la improvisación permanente y la carencia de un proyecto a medio, no digo largo, plazo para España. Es como una huida hacia delante en la que importa sólo pasar el día y soportar el golpe que llega sin avisar: los datos del paro, las palabras de Almunia, los pronósticos de la OCDE... Eso sin contar los abandonos de todos los pesos pesados del partido. Salvo Chaves, elevado al poder central para salvar de la quema Andalucía, Zapatero se ha ido cargando a todos los barones o éstos han ido huyendo poco a poco. Los últimos Solbes y Jordi Sevilla, porque lo de Muñoz Molina es la crónica de una decepción anunciada.

Pero no sólo es en el PSOE donde el liderazgo intelectual parece en manos de Leire Pajín y José Blanco, porque Caldera ni está ni se le espera, porque lo mismo sucede en el PP, en CiU, en el PNV y no digamos en Izquierda Unida o en Esquerra Republicana de Cataluña. El debate de las ideas brilla por su ausencia y se echa de menos en la política española. Desde luego en el Congreso de los Diputados a los intelectuales habría que buscarles con la lámpara de Diógenes y si alguno se le ocurriera buscar un hueco en los escaños de la Carrera de San Jerónimo, duraría quince segundos en el lugar. ¿Dónde están los intelectuales que influyen en las decisiones políticas, los que marcan el rumbo que debería seguir la sociedad, los que apuntan los debates de fondo, los que proponen los nuevos valores, los que se enfrentan al poder para exigir coherencia, honestidad, integridad, sentido de la nación? ¿Cuántos catedráticos de Universidad prestigiosos y reconocidos socialmente podríamos citar de memoria? El problema de la Universidad ausente socialmente es otro de los grandes problemas de esta hora.

Hace algún tiempo escribía que según los expertos el éxito pasa por gestionar valores intangibles. Para muchas empresas y organizaciones, los intangibles valen mucho más que los activos materiales, aunque no figuren en la cuenta de resultados. Por eso son tan importantes los intelectuales, los científicos, los visionarios. Y ese es nuestro problema. Tenemos algún visionario, muchos científicos mal valorados que, para triunfar, tienen que emigrar, y pocos intelectuales que, además, se han escondido en sus cátedras, en sus despachos, en sus casas y están ausentes del debate político, cultural y moral. Sólo hay debate por el voto. Nos faltan ideas e ideólogos. Este país no será importante mientras en foros abiertos o cerrados, en las Universidades, en los centros de pensamiento, también en los medios de comunicación, no se hable de ideas, de principios, de valores. Son las ideas las que mueven el mundo.