La actual estructura del fútbol español no puede entenderse sin mirar sucesos del pasado. Que en la relación de profesiones de hoy en día aparezca la de futbolista o que la competición liguera tenga fines de semana de descanso en fechas señaladas como festivas para la mayoría de empleos son logros que costaron conseguir.

Hace 25 años, un 9 de septiembre de 1984, el fútbol español vivió el episodio más inquietante y desestabilizador de su historia. Ese día, fecha en el calendario para la celebración de la segunda jornada de Liga, se hizo realidad la huelga de futbolistas, cuarta convocada por el sindicato AFE en su corta vida, pero la única que fue secundada mayoritariamente por sus afiliados. Como se lee en la prensa de la época, la huelga, con carácter indefinido, era a muerte: a vencer o morir.

Pese a ello sí hubo fútbol. Los clubes, con una postura inflexible, decidieron que se jugara, por lo que las alineaciones de los partidos de aquel domingo la componían futbolistas aficionados, juveniles, militares -que no tenían derecho a secundar el paro por su condición castrense- y profesionales que no apoyaron la huelga, pocos muy pocos? se podían contar con los dedos de la mano. Las consecuencias de esa fraudulenta jornada supusieron millonarias pérdidas para los clubes tanto en concepto de taquilla como en su ratio de quiniela, que disminuyó en más de 400 millones de pesetas su recaudación. Por ello, a la siguiente semana y dado que el conflicto seguía vivo, no hubo fútbol y la tercera jornada se suspendió.

Los acuerdos.- La paz entre la ahora llamada Liga de Fútbol Profesional, que entonces presidía el aún activo Manuel Vega-Arango Alvaré, y la AFE tardó en llegar. Después de 16 días de su convocatoria y más de 90 horas de reuniones, el 19 de septiembre de 1984 la huelga concluyó.

La firma del acuerdo, en algunos casos parciales, reforzó al colectivo de futbolistas. Entre sus logros, la reconversión de aficionados a profesionales en caso de jugar en seis jornadas; la desaparición de las licencias de amateur compensado; la anulación de límites de edad en las categorías; el descenso para los clubes morosos, así como la compensación económica a los jugadores afectados por los impagos.

Yugoslavos insolidarios.- La plantilla del CD Tenerife, que aquella temporada 1984-1985 militaba en Segunda División A, participó en la jornada reivindicativa. El club blanquiazul debía enfrentarse al Deportivo de La Coruña en el estadio Riazor. La alineación isleña la formaron nueve jugadores canteranos, entre aficionados y juveniles, y dos esquiroles: los yugoslavos Milenkovic y Milo.

Milo, delantero que procedía del Linares, marcó los dos goles tinerfeñistas de aquel empate en el campo coruñés. Para Milenkovic, portero, supuso el segundo de los tres únicos partidos en los que participó. Las crónicas de aquel encuentro resaltan los abucheos que el público que acudió a Riazor, unas cinco mil personas, dedicó a ambos cada que vez que intervenían.

Milenkovic; Ramón, Plasencia, Manolo, José Antonio, Quique, Andrés, Gregorio, Víctor, Milo y Correa (Santi, minuto 56) defendieron el escudo del CD Tenerife en La Coruña, dirigidos por Dragoslav Milosevic. La mayoría procedía del juvenil.

La aprovechó.- Quique Medina es Quique en esa alineación. "Aquella huelga me sirvió para quedarme en la primera plantilla", bromea el defensa, que guarda recuerdos de aquel día, como el resultado o el autor de los goles: "Milo, ¿no? Jugamos con futbolistas del aficionado y del juvenil, más los dos yugoslavos, que por no secundar la huelga se enemistaron luego con el resto. En aquel partido el público les silbaba. El Deportivo presentó al Fabril, que era su filial", rememora Quique Medina.

El juvenil de entonces cuenta cómo "se nos avisó casi de un día para otro" que ellos iban a ser los encargados de defender la camiseta del CD Tenerife aquella semana. No obstante, no se acuerda de una anécdota que recogían los periódicos de la época: los futbolistas se desplazaron al aeropuerto Reina Sofía en coches de directivos por miedo a que la guagua que les debía desplazar, aparcada por fuera del estadio Heliodoro, sufriera destrozos de los huelguistas. Una exageración.

Para el ex defensa blanquiazul aquella huelga fue "la más fuerte del fútbol español; si pasara ahora, sería noticia a nivel mundial". Además, opina que "a partir de ahí es cuando la AFE empezó a ser la AFE".

El enlace.- Paco Brito, capitán de aquel CD Tenerife, recuerda que él, por sus galones, y David Amaral, elegido como representante por los compañeros, acudieron a la asamblea de futbolistas del 3 de septiembre, celebrada en Madrid, en la que se decidió convocar la huelga. "Los futbolistas estaban dejados de la mano de Dios. Los clubes estaban muy protegidos, no se sabía qué equipos eran los que pagaban o no, se hacían amaños en la Federación para no descender a los morosos? Tras esa huelga cambiaron muchas cosas, como que los equipos deudores bajen de categoría", explica Paco, quien también comenta que con ella se pusieron los primeros pilares para la extinción de la figura del amateur compensado, una manera de enmascarar la profesionalidad del deportista.

El que fuera centrocampista blanquiazul durante una década recuerda la solidaridad del plantel en aquel conflicto y resta importancia a la negativa de los yugoslavos Milenkovic y Milo a secundar la huelga. "Entendíamos su posición, no hubo mal rollo después con ellos. Eran extranjeros y no entraban en esa guerra", concluyó el ahora presidente del Langreo asturiano, que, desde su nueva posición, ve "las cosas de otra manera".