HAN TRANSCURRIDO varios días desde que la agrupación ecologista Ben Magec anunció su denuncia contra el Cabildo de Tenerife, al considerar que carece de competencias para impulsar el proyectado tren entre Santa Cruz y Playa de las Américas. Varios estamentos tinerfeños, entre ellos la Cámara de Comercio y los propios empresarios del Sur, han protestado enérgicamente por esta nueva denuncia de unos señores que se proclaman ecologistas, pero que no viven del ecologismo sino de denunciar por diversos motivos a personas decentes. A nosotros lo han hecho por un inexistente delito de racismo y xenofobia, con el único fin de desacreditarnos. Le molesta que defendamos los intereses de esta Isla y de toda Canarias.

A día de hoy tenemos indicios para conjeturar a quién sirve realmente Ben Magec. Para empezar, esta asociación se constituyó en Las Palmas. Para continuar, muy pocas de sus denuncias -sólo alguna seriamente- han tenido por objeto obras proyectadas o realizadas en la tercera isla. En cambio, son innumerables las acciones judiciales interpuestas contra cualquier infraestructura que se quiera llevar a cabo en Tenerife. Estos ecologistas, así como la caterva de traidores a nuestra Isla que gira en torno a ellos, se oponen a todo lo que supone progreso: a la segunda pista del Reina Sofía, al cierre del anillo insular de autopistas, a la mejora de Las Teresitas, al puerto de Granadilla, a la planta de regasificación, a la vía de cornisa y ahora, por si fuera poco, a un tren que resulta imprescindible para Tenerife debido a su orografía, a la distribución de su población y al traslado diario de personas por motivos laborales entre el Norte y el Sur.

Sospechosamente, Ben Magec no ha presentado ninguna denuncia contra el disparatado ferrocarril que algunos insensatos políticos quieren construir en la tercera isla. En el colmo de la desvergüenza, sus portavoces han dicho que cuando el TSJC -que también tiene su sede en Las Palmas- falle en contra del tren del sur tinerfeño, aplicarán la misma sentencia al proyecto equivalente promovido por el Cabildo de Canaria. ¿Y por qué no empezaron por el trencito de la tercera isla? Un proyecto, lo hemos dicho muchas veces, que supone despilfarrar dinero público precisamente cuando muchas familias canarias están pasando hambre. Un tren que no cabe en esa isla, coño, ¿o es que no se dan cuenta? Si este incomprensible proyecto sigue adelante, el propio TSJC debería procesar a sus promotores por prevaricación y malversación. Desde que se gaste un solo euro en él, se habrá incurrido claramente en ambos delitos.

Sin embargo, nada de esto le interesa a Ben Magec; una organización de falsos ecologistas -a los auténticos los respetamos- que debería desaparecer porque ensucia el buen nombre de personas y empresas decentes. Junto con Ben Magec, también habría que retirar de la escena política a Zapatero, un presidente que ha engañado a los españoles y ha humillado a los canarios con su presencia en Lanzarote. Zapatero es algo así como un chisgarabís político que se aprovecha de la ignorancia del pueblo español para medrar, y de algunos canarios residentes en Lanzarote para pasearse por la colonia como un virrey, y gozar de la presencia de los habituales papanatas indígenas.

Antes de acabar, dos líneas dedicadas a José Segura; un político en entredicho durante estos días por el caso de Arona. Respetamos al señor Segura mientras fue presidente del Cabildo de Tenerife y diputado por nuestra Isla. No obstante, desde que se hizo canarión, nos ha decepcionado hasta el punto de que ya no lo podemos considerar un amigo de esta Casa. Esperamos que dé las explicaciones oportunas ante la Justicia en ese asunto que ahora le afecta.