La "latinoamericanización" de los flujos migratorios con destino a España que se produjo a mediados de la década de los noventa tiene una explicación que se suma a las causas principales que la originaron: la acción política que, para frenar la llegada de inmigrantes africanos (principalmente marroquíes), favoreció el acceso de los procedentes de América del Sur junto a los europeos del Este (rumanos) y chinos. Así lo afirmó ayer Ana María López Salas, del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), durante la segunda jornada del curso "Inmigración y vulnerabilidad: mujeres y menores inmigrantes en Canarias", incluido en la XVII edición de la Universidad de Verano de Adeje (UVA).

Según López Salas, los motivos que dieron origen a este cambio en los flujos migratorios mediada la pasada década tienen que ver con el deterioro económico y político en algunos países latinoamericanos y con el incremento del control en el que había sido su destino tradicional, los Estados Unidos. Ambas circunstancias obligaron a "buscar alternativas" a ecuatorianos y colombianos, que eligieron España como destino, debido a que entonces no era necesario el visado, además de por su crecimiento económico y razones lingüísticas. Estas dos comunidades abrieron paso a otras, ya en el presente siglo, caso de argentinos, bolivianos o paraguayos.

"En parte es una reacción, aunque no suele decirse. Durante mucho tiempo, las acciones políticas hicieron lo posible para frenar la inmigración de marroquíes y favorecer la de latinoamericanos, chinos o rumanos", aseguró la científica, que añadió que estos motivos explican "por qué algunos flujos no se han controlado y por qué se firman algunos acuerdos migratorios".

El caso de los rumanos, la comunidad extranjera más numerosa en España pese a su relativa "invisibilidad", es paradigmático al respecto: "Cuando no se quiere controlar un flujo se les deja entrar y ya está. Los rumanos entraron por el Norte, vía terrestre y con visados de turistas, sin que se produjera ninguna intervención policial importante".

Entre los mecanismos de esta "política migratoria" figura también el uso del visado. "Llegan los grupos y, cuando empiezan a ser demasiado numerosos, se les pone visado, lo que hace las cosas más difíciles".

Durante su repaso por la evolución del fenómeno migratorio en las dos últimas décadas, cuando España pasa de ser país emisor a receptor, Ana María López Salas se refirió a los procesos de regularización que, cada cierto tiempo, han permitido que parte de los trabajadores de la economía informal se incorporen a la formal. La especialista interpreta estos procedimientos como una forma de "conseguir dinero para las arcas del Estado y las comunidades autónomas" (ingresos que no perciben al quedarse en la economía sumergida) y "evitar problemas sociales" derivados de la pobreza y desigualdad.

López Salas se extendió sobre el "tránsito migratorio" que se ha producido en los últimos veinte años, generado por un crecimiento económico que ha sido "intensísimo" entre 2000 y 2007, que se ha fundamentado en un "monocultivo de la construcción y el turismo" y ha demandado un tipo de mano de obra "muy concreta", de baja cualificación, que trabaje en malas condiciones y mal pagada.

También explican este cambio de país emisor a receptor factores de naturaleza política (estabilidad y entrada en la Unión Europea) y demográfica, como las modificaciones en los roles familiares y económicos de las mujeres, con su masiva incorporación al mercado laboral y la consiguiente necesidad de trabajadores para el mercado doméstico.