MIENTRAS un gran porcentaje del mundo desarrollado se muestra escéptico ante la eficiencia de las energías renovables, en algunos lugares recónditos del planeta, éstas abren una puerta de esperanza hacia el "lujo" que supone disponer de agua, luz o teléfono.

Los institutos tecnológicos de las Islas, ITER e ITC, dedican parte de sus proyectos al desarrollo tecnológico en países subdesarrollados o en vías de desarrollo, donde, además de poner su granito de arena en la mejora de la vida de sus habitantes, aprenden a afrontar las nuevas dificultades que se presentan en los distintos escenarios de actuación.

Un claro ejemplo es el Programa de Cooperación Regional Euro-Solar, con el que la Unión Europea pretende suministrar electricidad y servicios de comunicación a poblaciones rurales aisladas de países latinoamericanos como Honduras, Perú o Ecuador, entre otros. En este programa, el ITER tiene la importante tarea de diseñar, verificar y certificar los sistemas ganadores y realizar un seguimiento de las instalaciones durante los tres años posteriores al inicio de su actividad.

Además, el ITER, en colaboración con la Agencia Nacional para el Control de la Energía (ANME) de Túnez, diseñará e instalará una planta piloto en la aldea de Ksar Ghilène, en la provincia de Kèbili de este país, donde la energía solar permitirá disponer de suministro eléctrico y de duchas públicas con agua caliente.

Por su parte, el ITC ha participado en proyectos como el ADIRA, a través del cual ha instalado sistemas autónomos de desalación de agua en zonas rurales de Marruecos, Egipto, Jordania y Turquía. Y también la construcción de un parque temático de energías renovables, de producción de agua desalada y de riego localizado en Mauritania, para fomentar el desarrollo sostenible del país a través de la transferencia de conocimiento.

Todos estos proyectos descubren parte del desconocimiento que se tiene sobre el papel de los institutos tecnológicos del Archipiélago, que no se limita a un trabajo de investigación local, sino que exploran nuevos horizontes que les permitan aprender a adaptarse a todas las condiciones, como la lejanía, la orografía del terreno o el difícil acceso.

Resulta anecdótico ver cómo los que viven en la parte privilegiada del planeta sólo piensan en seguir obteniendo una energía que les permita seguir con sus comodidades, mientras en otros como Zway, en Etiopía, se monta una gran fiesta con el simple hecho de abrir el grifo y obtener agua limpia, ya que, hasta entonces, los niños y las mujeres del pueblo más lejano caminaban durante dos días, dos veces a la semana, para llevar a casa unos cuantos litros de lo que ellos valoran como un tesoro: el agua.

Es por ello que la investigación en energías renovables presenta un prometedor futuro, ya que este tipo de energía puede convertirse en un auténtico conciliador de culturas gracias a su perfil solidario. La supremacía de aquellos que poseen los mayores yacimientos de combustibles fósiles podría tener sus días contados ante lo que la Tierra nos regala a todos y cada uno de sus habitantes. El sol, el viento, el mar... son yacimientos por los que ningún país debe pagar, y el día en el que todos seamos conscientes y apostemos por ello, seremos totalmente solidarios con el medio que nos rodea, con nuestro vecino y con nosotros mismos.

* Licenciada en Física y alumna del Máster en Energías Renovables