Tras 20 años al frente del mayor proyecto tecnológico realizado en el país, Pedro Álvarez verá cumplido su objetivo de poner en marcha la herramienta que ha situado a La Palma, Canarias y España al frente de la investigación astrofísica mundial. A cinco días de que el Gran Telescopio de Canarias inicie oficialmente su andadura, el físico, astrónomo y director de la empresa creada para su construcción recuerda cómo la historia se repite cuando se trata de apostar fuerte por un superproyecto capaz de cambiar la imagen internacional de todo un país.

-Tras dos décadas de trabajo, no sé si aún le sorprende que se haya hecho realidad...

-Nunca te imaginas ni los problemas ni las dificultades que vas a tener. El problema no es cuando te planteas el proyecto, sino cuando te dicen: vale, hazlo. Entonces tropiezas con la cruda realidad de que hay que hacerlo. No era consciente en realidad de lo que iniciamos hasta mediados de los años 90, cuando se creó la entidad Grantecan por parte del Gobierno autónomo y se confirmó la voluntad política para hacerlo y la existencia de fondos para empezar a trabajar en serio. Y ahí empezó la aportación real para contratar e iniciar la construcción. Fue un proceso largo, muy largo.

-Estamos en La Palma, una Isla periférica, en un archipiélago alejado de Europa. Construir algo así aquí, a 2.400 metros de altura... ¿no hubo mucha gente escéptica?

-Escepticismo e incredulidad hubo mucha. Además de miedos por nuestra parte, porque el salto que daba el Instituto de Astrofísica generaba temores. Desde el exterior había mucha incredulidad. España no tenía tradición alguna en estas construcciones, eso era cosa de cuatro o cinco en el mundo. Esa era esperada. Pero la inesperada era la incredulidad interna. Costó mucho convencer a las autoridades de que merecía la pena. Era la primera vez y había miedo al fracaso y al ridículo. No hablamos de que fuera una isla lejana, sino de que se iba a hacer por gente que está en un archipiélago a 2.000 kilómetros del centro de toma de decisiones.

-¿Miedo al ridículo?

-Sí, como país, como Administración del Estado. En aquella época las autoridades se planteaban que no éramos capaces. O sea, si no eres inglés y si no eres sajón no eres capaz de levantar una piedra.

-Al final, vaya que si han sido capaces...

-Cierto, se ha hecho aquí, en Canarias, con equipos de gentes que se han contratado aquí, tanto en la construcción como ahora en la fase de operaciones. Intervinieron empresas locales y mucha mano de obra y ahora trabaja también gente del lugar. Eso contradice aquellos miedos iniciales.

-Y, además, ese concepto que asumimos en Canarias que dice que hay cosas que aquí no se pueden hacer...

-Claramente... (larga pausa para pensar y encontrar palabras adecuadas), es en Canarias, pero también en España. La gran alegría es que podemos decir que lo hemos hecho a pesar de que muchos pensaban lo contrario y no daban un duro por nosotros. Se ha logrado gracias a acciones muy puntuales, de personas muy concretas, que apostaron y creyeron, en contra de la opinión general. Bueno, en cualquier caso, hemos evolucionado. También es verdad que era la primera vez que se hacía algo así por parte de este país. Ahora ese no es el caso. Pero es cierto que rompimos muchas barreras.

-¿Cree que el palmero o el canario termina de saber y entender que ahora La Palma está situada en la cabeza mundial de la investigación con el Grantecan?

-Creo que sí. Conscientes si lo son. Luchamos con los mejores, con los grandes. La conciencia esa si existe. Quizás la que cuesta más, en la que tenemos que hacer más esfuerzo los que nos dedicamos a esto, es convencerles de que es útil para la Isla y la región. Es fácil demostrarlo, pero habría que dedicarle más esfuerzo o hacer más eficiente la comunicación sobre los beneficios del Observatorio del Roque de Los Muchachos. Hay que dejar claro que el progreso de esta Isla y de Canarias depende de que se atraiga aquí esas grandes cosas que generen actividad económica y progreso. A veces, vez comentarios y posiciones extrañas, en las que uno entiende que todo lo que los demás quieren aquí lo rechazamos. Si no nos lo dan, lo pedimos como locos, y si nos lo dan... es como el perro del hortelano. Puede ser una cuestión de idiosincrasia isleña. Quizás es que sólo suenan los discordantes y los que están convencidos, al ser mayoritarios, no dicen nada.

-¿Cómo le haría entender al que duda de que el 24 de julio se abre camino en el Observatorio del Roque?

-Es fácil. Tenemos el telescopio más grande del mundo. Eso lo resume todo. Eso hace que los científicos de todo el mundo estén enormemente interesados en usar ese aparato y en la ciencia que se va a conseguir hacer con el mismo. Perciben España como un país bien posicionado, que sabe hacer las cosas. Eso es orgullo nacional o regional. Pero, también eso da la capacidad de hacer ciencia, generar conocimiento, saber hacer, entender... y eso, está demostrado, genera actividad económica, desarrollo y mejora de las condiciones de vida de la sociedad. En La Palma, en particular, se ha generado mucha actividad. Es evidente que ni el GTC ni el observatorio mismo va a salvar la economía de la Isla, pero son el tipo de cosas que se deben lograr desarrollar para, en conjunto, creen lo que La Palma necesita.

-Desde el exterior saben de su importancia. No en vano, la cola de científicos para observar por el GTC es inmensa.

-Por eso hay que ser exquisitos en la selección. El uso está restringido a los que han pagado el telescopio. La gran ventaja que tienen los investigadores de España, México o Florida es que el resto ahora toca a su puerta para trabajar en conjunto, porque no tiene otra forma de hacerlo. Es un caramelo apetecible para todos. Hasta ahora era al revés. Los españoles no tenían más remedios que tocar en puertas de California y otros sitios para observar e investigar.

-Entonces estamos en un punto de partida excelente para luchar por el Supertelescopio. ¿Cree que la comunidad científica que vendrá a la inauguración apoya la candidatura?

-No creo que eso genere partidarios. Los que son, ya lo son y lo saben, por el mismo hecho de haberse construido el GTC o porque el Observatorio es un lugar de referencia a la hora de hablar del E-ELT. En cualquier caso, haremos de lobby para hacerles ver a todos los beneficios de esta Isla. Es importante que se den cuenta de que estamos en Europa, que no son las Antípodas. En estos momentos de crisis, con un proyecto que aún no tiene la financiación garantizada, hay muchas más opciones de hacerse pronto si se hace en territorio europeo.

-Sin embargo, la inercia de la ESO (European Southern Observatory) dice que estas inversiones siempre se hacen en Chile.

-Están acostumbrados a trabajar en Chile y la organización está concebida para hacer un observatorio en el Hemisferio Sur. Pero ahora se plantea construir un telescopio único y no hay nada que impida que se pueda hacer en el Norte.

-Con su experiencia, ¿sería capaz de situar las opciones de La Palma con un porcentaje?

-Creo que estamos ahora por debajo del 50%.

-¿Y cuál puede ser el punto de inflexión que lo cambie?

-Pues entiendo que un posicionamiento más activo por parte por parte de las administraciones. Más actividad del Estado, Canarias, La Palma... se está haciendo, pero falta mover, hacer un bloque. Todavía existe gente que no apuesta claramente. Igual que sucedió con aquellas dudas que había con el GTC, todavía hay gente en nuestro país, en posiciones de toma de decisiones importantes sobre el E.ELT, que tiene dudas al respecto. Hay gente que no está del todo convencida de que esa sea una apuesta en la que España tenga que poner toda la carne en el asador. Es una apuesta, hay que hacerlo fuerte, y para eso se debe de estar convencido.