LA CENTRAL nuclear de Santa María de Garoña, sita al norte de la provincia de Burgos, comenzó a funcionar en el año 1971, por lo que es la central en activo más antigua y la más pequeña de España. Pese a ello, hasta el año 2011 no cumple los 40 años de servicio, que es el tiempo mínimo para el que fue construida. Sin embargo, según todos los exámenes técnicos y de seguridad a que ha sido sometida esta central su vida útil puede ampliarse hasta los 50 años. Siendo así, ¿de qué, o de quién, depende que pueda seguir funcionando?

Veamos. La ampliación de su vida activa no depende de factores de índole técnico o de seguridad, sino de una decisión que debe tomar el presidente del Gobierno español. Por esta razón, al señor Rodríguez Zapatero se le está planteando una difícil o complicada decisión acerca del futuro de Garoña, ya que, por una parte, el dictamen del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) avala la explotación de dicha central por un plazo de 10 años más, condicionada al cumplimiento de quince requisitos para apuntalar su correcto funcionamiento y, por otra parte, tanto Endesa como Iberdrola, propietarias de la central, tras el "placet" del CSN han manifestado proseguir con su actividad. Así que el margen de decisión del gobierno para decidir si la cierra se ha estrechado mucho.

Así es. El pronunciamiento del CSN certifica que la central de Garoña puede mantenerse operativa más allá de los 40 años de vida útil contemplados inicialmente, siempre que realice los ajustes indicados sobre su seguridad y se someta a revisiones en 2011 y 2013. El informe, pues, deja abierta la puerta a que el Ejecutivo pueda optar por una prórroga supeditada a la ejecución de las medidas propuestas.

Así las cosas, es obvio que el futuro de Garoña queda en manos de la resolución política que el gobierno debe adoptar antes del día 5 de julio próximo, que es cuando vence la licencia de explotación de dicha central. El presidente Zapatero, que es un antinuclear declarado, se ha enrocado en la idea de cerrar esa central al final de su vida útil, que es en 2011, basando su decisión en un compromiso que adquirió en su programa electoral. Pero la decisión gubernamental no debería basarse en criterios de conveniencia política, tanto si Zapatero acaba ciñéndose al compromiso planteado sobre el cierre de las centrales nucleares conforme vayan agotando su vida útil, como si termina inclinándose por la continuidad de Garoña, ya que flaco favor se haría al futuro energético de España si una decisión tan relevante como la de desmantelar o no una central atómica dependiera en último término del sentido de la oportunidad política.

Ciertamente, en la actualidad, y según las encuestas, más de la mitad de los españoles está a favor de la energía eléctrica producida en las centrales atómicas. Opinión que también comparten muchos votantes del PSOE que están a favor de la energía nuclear. De ahí que desde el área económica del gobierno se abogue por dar el sí a Garoña, haciendo ver al presidente Zapatero que es conveniente mantener abierta esta central por muchas cuestiones: la energía nuclear, que aporta casi el 20% de toda la electricidad que se consume en España, es segura y necesaria para garantizar el suministro del futuro y, a la vez, complementaria con el desarrollo de las energías renovables, la gran apuesta de Zapatero. Pero es que, además, contribuye a luchar contra el cambio climático porque no emite CO2 y a contener el precio de la luz.

La importancia de la decisión sobre el futuro de Garoña no sólo debe medirse por la trascendencia de su posible cierre, sino por lo que esto significa de cara al futuro y porque obligaría al señor Zapatero a definir cuál va a ser su política nuclear venidera. Probablemente opte por una solución intermedia, es decir, ni cerrar Garoña ni darle un permiso de diez años más de servicio, sino prolongar sus operaciones por un período de entre dos y cinco años. Prórroga que encaja perfectamente en el programa electoral del PSOE que apuesta por la "sustitución gradual de la energía nuclear por energías limpias y menos costosas, cerrando las centrales de forma ordenada en el tiempo al final de su vida útil". En todo caso, veremos lo que decide el presidente.